Quienes anuncian el fin de la composición musical con el auge de la inteligencia artificial, ignoran que lo mejor de la experiencia musical no es escuchar, sino crear, incluyendo en ello, interpretar. Tal equívoco no germinará donde la gente acostumbre a cantar o a tocar. En España, ser maestro de música en primaria es trabajo de Sísifo; lo compararé a enseñar a leer a quien no sabe hablar: si el habla se presupone para aprender a leer, igualmente no deberíamos esperar de la escuela que "musicalice" a los niños, sino que dé cierta formación académica sobre una afición y unas destrezas con un origen ya previo. Tras 30 años de música en la escuela, veo que los conservatorios han crecido, sí, pero no hay más hacer musical que antes. Quizá hay menos: decaída la influencia de la Iglesia, se ven en los parques más litronas que guitarras. Alguien dijo: "las buenas escuelas tienen buenos profesores, las malas tienen ordenadores"; ser dirigidos por las máquinas, es el futuro para una sociedad que siempre ha parecido refractaria al ocio productivo.
Adolfo Palacios para Cartas al Director, de El Diario Montañés.
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