La palabra guardería ha llegado a presentar malas resonancias ante muchos docentes. No es de extrañar, visto que efectivamente hay cierta cultura de usar la escuela como aparcamiento de hijos. Tiene ello, por cierto, su contrapartida en el hábito, por parte del mundo docente, de lustrar su oficio llamándolo educación a la primera de cambio, como si con ser enseñanza no bastara. Pero, a lo que iba: en la situación de emergencia que vivimos, los docentes tendremos que tener asumido que buena parte del papel que nos corresponde ahora es tener a los críos mientras los padres intentan trabajar. No se debe ver motivo de ofensa en ello, todos hemos sufrido algún cambio de función últimamente. Ya sé que cuesta, cuando admitirlo parece ir más aún en la línea del desentendimiento educativo de los padres, de ciertos padres. Pero no queda otra, por mucho que nos pese a quienes creemos en la educación, en un país donde nadie suele creer. Y además, del trabajo de las familias (de sus impuestos, digo) es de donde al fin, nosotros, cobraremos.
Adolfo Palacios, en Cartas al Director, de El Diario Montañés
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