José Antonio Fernández Cabrero natural de San Felices de Buelna (Cantabria), es hijo del apreciado y recordado Quico Galuza, y llegó a Sevilla, pasando por Cantillana, para convertirse en el hermano mayor de la Macarena.
Cabrero, como es conocido en la hermandad, nació en el citado pueblo cántabro el 16 de diciembre de 1953, circunstancia que no ha sido impedimento para ser el portador durante los próximos años de la vara de las capillas y estar al frente de casi 15.000 macarenos. De ideas claras, verbo fluido, trato afable y cercano y gran poder de convicción, ha sabido ganarse al hermano de a pie. "Yo estoy aquí todos los días", asegura en el atrio el día después de las elecciones más multitudinarias de la Macarena, mientras no paran de acercarse a él para abrazarlo y darle la enhorabuena. "Que la Virgen te ayude, que falta te va a hacer", le espeta una señora mientras le hacen las fotos para ilustrar el encuentro.
José Antonio Fernández Cabrero nunca habría imaginado que la visita que le hizo a un compañero de Brenes iba a ser tan determinante en su vida: "Trabajaba de topógrafo en Santander y estábamos haciendo los accesos a la Meseta. Tuvimos que parar por el mal tiempo y me bajé a verlo. Nos desplazamos a Cantillana y allí conocí a María. Fue un flechazo. Era el 30 de diciembre de 1977. Nos casamos a los tres años". María, de devoción pastoreña, fue quien le llevó a conocer a la Virgen de la Esperanza.
En el año 78 tuvo que acudir a Huelva a hacer un estudio taquimétrico y un replanteo en el puerto. "María y yo ya éramos novios. Me recogió en el aeropuerto y le pedí que me llevara a ver a la Virgen de la Macarena". Aquel Jueves Santo de 1978 siempre estará marcado a fuego en la vida del hoy hermano mayor electo de la Virgen de la Esperanza. Ese día, comenzó su historia en la Macarena. En 1983 empezó a salir de costalero. En 1989 entró en la junta de José Luis de Pablo Romero como fiscal; durante los dos mandatos de su gran amigo Joaquín Sainz de la Maza, fue fiscal y consiliario de formación y juventud. Más recientemente, con Manolo García, ha sido el responsable de la asistencia social, a la que ha dado un enorme impulso en una época de gran necesidad.
Como buen cántabro, le tiran el ciclismo, que sigue practicando cada verano en su tierra natal, y la montaña. En la Macarena fundó una escuela de montañeros con la que coronó el Mulhacén. "Hacíamos acampada libre y subíamos varios tres mil en Sierra Nevada". También practica el golf, la natación y era aficionado al pádel hasta que una rodilla le frenó. Pero su gran pasión, convertida en "adicción", es el flamenco.
Así es el nuevo hermano mayor de la Macarena. Un cántabro con la Virgen de la Esperanza en el corazón.
Fuente: Diario de Sevilla
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