Si nos trasladamos por la Avenida Cantabria, pasando el Puente de la Botica,
llegaremos al barrio de Los Palacios. Allí, a mano derecha nos encontramos con un edificio de
dos alturas, muy deteriorado y todo rodeado de armazón metálico y una tela de plástico para
evitar una posible caída de tejas o de cualquier otro elemento del edificio, sobre las personas
que anteriormente pasaban por allí. Es un edificio, que seguramente esté en pie muy poco
tiempo. Pasará como ha sucedido con otros edificios de nuestro pueblo, que jugaron un papel
importante, se fueron deteriorando y posteriormente, después de su derribo, se construyeron
nuevos pisos o espacios de recreo.
Pero este edificio tuvo, durante mucho tiempo, una gran importancia para los vecinos
del pueblo. Tal como lo vemos actualmente, nadie pensaría que este edificio de dos plantas,
albergó una gran actividad económica, desempeñando funciones de panadería, de salón de
baile, de restaurante, así como lugar de vivienda de los dueños de todas estas actividades
anteriormente citadas.
Pocos metros más adelante, nos encontramos con edificio de nueva construcción que
por cuestiones que se nos escapan no fue terminado. Es un edificio, que ocupa todo el espacio
que antiguamente era el cine Buenos Aires que muchos de nosotros conocimos, en el que
disfrutamos de películas y otras actividades culturales.
Cuando nos adentramos en la historia del cine en nuestro pueblo, las referencias
antiguas nos sitúan en el año de 1924, fijándolas en el mes de julio y otras en el mes de agosto.
Y todos coindicen que el Salón Rogelio, estuvo situado en la calle principal del pueblo, la actual
Avenida Cantabria, en la zona donde en su tiempo estaba lo que, muchos conocimos como
Cine Buenos Aires, el bar de Goya y la panadería del Churrero. Hoy el Cine Buenos Aires ha
desparecido, el bar de Goya lo mismo. Sólo nos queda un edificio de dos alturas en fase de
derrumbe y, como no se haga nada, su desaparición está cercana.
Antes de nada, debemos indicar que la actividad económica y cultural de este edificio
estuvo en manos de la familia Marcano. Siendo la cabeza de esta saga Rogelio Marcano
Garrido, que comenzó con su nacimiento en el año de 1862. Desconocemos, los
acontecimientos de su infancia y juventud, pero en un determinado momento de su vida
decidió, como otros muchos vecinos del valle, en dar el salto al otro lado del mar, a América.
Parece que cumplió su objetivo, pues al cabo de algún tiempo regresó al pueblo, con recursos
suficientes como para invertir parte del mismo, en la apertura de un local de cinematografía. El
edificio pasó a manos de los seis hijos que tuvo con su esposa. De todos los hijos solo uno fue
varón, Francisco, quién parece ser que se hizo cargo de la gestión de la Salón de baile,
manteniendo durante mucho tiempo el nombre de su padre.
Centrémonos en lo que conocemos de la actividad desarrollada por Rogelio Marcano y
sus descendientes a lo largo de los años.
Introducción
A medida que nos adentramos en las fuentes, tanto orales como escritas, lo que
algunos conocimos como el Cine Buenos Aires, más coloquialmente como “El Churrero”, tuvo
tres nombres diferentes, aunque situados prácticamente en el mismo lugar y, por otro lado su
actividad fue variando a lo largo de su existencia.
Las primeras referencias que encontramos en la prensa nos hablan del Salón Rogelio.
Este es el nombre con que se refiere la prensa a dicho centro de cultura, desde 1924 hasta
principios del año de 1949. Es decir, aproximadamente durante 25 años es conocido por el
mismo nombre. A partir de ese año, por razones que se nos escapan, el propietario decide
cambiar el nombre de Rogelio, por el de Salón Buenos Aires, y en ocasiones Gran Salón Buenos
Aires. Posteriormente, no aparecerá más en la prensa, el nombre de Salón Rogelio.
Años más tarde, concretamente en 1960, nuevamente el propietario decide dar otro
nombre a su negocio, más acorde con la actividad que desarrolla, denominándose a partir de
ese momento, Cine Buenos Aires. De hecho, Francisco Marcano, inserta en la prensa del mes
Abril de 1960, un anuncio comunicando a los vecinos que a partir de ese momento el Salón
Buenos Aires pasará a llamarse Cine Buenos Aires. Aunque en muchas ocasiones, en la prensa
se sigue haciendo alusiones al Salón Buenos Aires.
Por tanto el cambio de nombre del negocio, también supone un cambio en las
actividades que se realizan en el mismo. Es cierto, que en los primeros momentos hay
referencias a la proyección de una película o la elaboración de planos para la construcción de
una sala cinematográfica, pero la principal actividad fue la de sala de baile, que se prolongó
hasta inicios de los años 60. La mayor parte de las referencias aluden a sesiones de baile,
durante determinadas épocas del año, y fundamentalmente el fin de semana. También en este
período, se llevaron a cabo actividades no ligadas a la sesión de baile semanal, sino que en
determinadas fiestas anuales se celebran bailes más tradicionales, como podía ser la Fiesta de
Las Modistas u otras. A partir de los años 60 su actividad se centró en la proyección de
películas de cine, así como otras actividades de culturales, como conciertos musicales,
conferencias, teatro, etc.
En todo caso vayamos por partes.
Cómo hemos visto muchas son las actividades que realizaron el Salón Rogelio, el Salón
Buenos Aires y finalmente el Cine Buenos Aires. A través de sus dueños, la cultura estuvo
presente en nuestro Ayuntamiento durante muchos años. La última referencia de la que he
podido acceder es la intervención de la Coral de Torrelavega y el Ballet de Torrelavega en los
días 1 y 6, respectivamente, de diciembre de 1984.
Es cierto que a lo largo del tiempo dicho cine jugó un papel muy importante en la
difusión de la cultura en nuestro Ayuntamiento, pero ya es tiempo pasado, ya apenas queda
restos del edificio en el que tuvimos ratos alegres y divertidos; edificio que cada vez a menos
gente les lleva a tiempos pasados. En todo caso, ha sido bonito leer los artículos de prensa de
períodos anteriores, revisar los programas Fiestas del pueblo, retraer nuestra memoria a
tiempos pasados y, también, sin lugar a dudas, haber podido acceder a los recuerdos de Luz y
Lines, que nos han permitido acceder a un “pequeño” trozo de la “historia” de nuestro pueblo.
José Francisco López Mora
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