No sé cómo será fuera de Cantabria, pero por aquí algunos tienen que mejorar la atención al cliente. En general no está mal, pero encontramos demasiados que ignoran que, con determinado tipo de personalidad, hay cosas a las que uno no debe dedicarse. Lo he comentado a algunos de ellos, y se me quejan de que el cliente, a su vez, deja que desear. Temo que aciertan unos y otros (saldrán todos de la misma cantera), y el hecho de que la pescadilla se muerda la cola hará que se carecezca de referencias. Llegas y compruebas que el dependiente te ignora; piensas: "estará ocupado en algo". Luego ves que no. También hay quien permanece hablando animadamente con algún amigo, haciéndote esperar; o quien hace el payaso, esperando sentido del humor por tu parte. O quien te vuelve a preguntar qué le pediste. Y de la sonrisa, mejor olvidarse. ¿Para esto llevamos aquí desde los tiempos del lábaro?
Adolfo Palacios en Cartas al Director de El Diario Montañés.
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