20 agosto 2022

PROCEDENCIA DE LOS VECINOS DEL BARRIO

Los vecinos que compraron las casas del barrio, eran de muy distintos lugares. Es cierto que, gran parte de ellos procedían de las zonas del valle, pero también es cierto que una parte importante procedía de lugares muy alejados del ayuntamiento. Por otro lado, hay que tener en cuenta, que las comunicaciones de aquellos tiempos eran muy distintas a las que tenemos actualmente. Pensar que, la mayoría de los trabajadores de la fábrica venían de los pueblos del valle, lo hacían caminando desde sus casas hasta la fábrica, y cuando la jornada terminaba otro desplazamiento hacia las casas. Y en invierno con sus inseparables albarcas y paraguas colgado al cuello por la espalda, por si acaso llovía, y todo el año, con la hoy olvidada gorra, que les cubría la cabeza, y que hoy sólo las fotos de la época nos la recuerdan. Nos imaginamos a los trabajadores de Coo, de Collado, de Cieza o de los distintos pueblos del Ayuntamiento de San Felices bajando los días de lluvias al trabajo y después vuelta a casa tras una jornada de 8 horas, en cualquiera de los turnos. Y si nos fijamos en el Valle de Iguña podemos pensar que ellos tenían el tren y era menos duro, pero nada más lejos de la realidad. Tenían que salir más pronto, para llegar hasta la estación y con las sucesivas paradas en las estaciones para recoger a los obreros que iban a la fábrica. Y cuando terminaba la jornada, nuevamente el desplazamiento en tren y después caminar a los pueblos de los alrededores. El tiempo de ida y vuelta, no era pagado, y la verdad es que duraba mucho. ¿Quién no se acuerda del “Rata”, aquel tren que traía los obreros al trabajo desde los pueblos del Valle de Iguña? Es curioso, cuentan las personas de cierta edad, que era habitual conocer el tiempo que hacía cuando a las 5:30 de la mañana se oía el sonido de las albarcas al golpear contra el suelo. Clara señal de que la lluvia estaba presente.
Como vemos, muchos de los trabajadores de la fábrica estaban habituados a caminar grandes distancias sin importar la climatología. Eso hacía que los domingos y durante el período de verano recorrieran los pueblos de los valles, asistieran a las romerías o los bailes en los mismos. Esto explicaría, que parte de los matrimonios del barrio estuvieran formados por vecinos de pueblos de Coo, San Felices, Arenas, Cieza, Barros, etc. Pero más asombroso es ver, como en el barrio hay vecinos que proceden de lugares más alejados, con difícil comunicación o incluso de otras provincias. Podemos suponer, que todo ello estuvo motivado por la atracción que suponía la fábrica, que era una forma de asegurarse la vida, pues ya no se depende del campo y de la climatología; aunque en ocasiones la llegada al pueblo estuvo motivada por casualidades de la vida. Veamos algunos casos de cómo fue posible esa llegada al pueblo.
MANUEL Y EUSEBIA
Uno de los matrimonios que vivieron en el barrio, concretamente en la casa 41, fue el formado por Manuel González Buenaga y Eusebia Diez. Manuel provenía de Cieza y, durante la guerra había perdido una pierna, trabajaba en la fábrica. Eusebia, provenía de la zona de Arija, en la provincia de Burgos. Había contraído matrimonio con Lorenzo Sedano, persona que había fallecido durante la guerra, con él que había tenido una hija de nombre Rosa Sedano Diez. Eusebia ya viuda se desplazó a Los Corrales, y contrajo matrimonio con Manuel González, viviendo en lo que se conocía como la Casona o la Fondona. Ambos trabajaban en la fábrica, él en el alambre y ella en la sección de puntas. Posteriormente se inscribe para las casas que se van a construir en la mies de Pendio, tocándoles la casa nº 41
Rosa entró en contacto con Manuel Marcano Marcano, cuyos padres eran originarios de Collado, aunque con el tiempo la familia pasó a residir en Las Caldas. Como gran parte de los jóvenes de la zona trabajaba en la fábrica. Manuel y Rosa se casarón y estuvieron viviendo en el barrio, en casa de Eusebia. Tuvieron dos hijas, Ana Rosa y Gema.
JOSÉ Y OBDULIA
Ambos pasaron su infancia y juventud en pueblos muy distantes entre ellos, lo que no impidió que unieran sus vidas y pasaran gran parte de ella en nuestro barrio. José Cuesta Girón, había nacido en Santillana del Mar, pero se trasladó a Los Corrales a trabajar en la fábrica. Las cosas cambiaron cuando estalló la guerra. La producción había bajado y muchos obreros perdieron su trabajo y José tomó la decisión de emigrar a otros lugares en busca de trabajo. Y así llegó al pueblo de Sargentes de la Lora, en la provincia de Burgos. Éste es un pueblo, que va a tener con el paso de los años, un gran renombre en la economía española, dado que aquí, se encontró la única zona petrolífera de España. El año de 1964 se obtuvo el primer barril de petróleo dentro del territorio nacional. Pero cuando José llegó allí, era una zona de cultivo de cereales, actividad a la que se va a dedicar. En este pueblo, vivía una jovencita llamada Obdulia Gutiérrez del Alamo, que pertenecía a una familia acomodada. Sus padres tenían abundantes tierras de cultivo, que posibilitaba lograr un pretendiente con tierras. Sus padres consideraban que José no era un buen candidato para casarse con su hija. Pero Obdulia tenía claros sus sentimientos y tomó la decisión de casarse con José.
José y Obdulia, pasaran varios años en el pueblo. Con el tiempo se desplazaron al valle de Buelna, para trabajar como obrero en la fábrica. En un primer momento se asientan en el municipio de San Felices de Buelna, concretamente en la zona del puente de La Velilla. Posteriormente, se trasladan a vivir al barrio de Los Millonarios. Lo hacen en la casa del padre de José, Juan Cuesta Fernández, en concreto en la casa nº 50. A la muerte de su padre, la casa es comprada por Amparo, hermana de José. Él y su familia se trasladan a vivir a la Aldea y posteriormente fijan su residencia en el bloque de las 50 viviendas, conocidas popularmente como las “casas del Fugitivo”.
Como vemos, la casa pasó a ser propiedad de Amparo, casada con Julián Ceballos, que tuvieron a Pilar, Antonia, Amparo y Julián. Amparo y Julián murieron y la casa nº 50 del barrio que sigue perteneciendo a los descendientes de Juan Cuesta Fernández, concretamente a las nietas solteras Toñina y Amparín.
VICTORIANO Y MARÍA
En la casa nº 3 del barrio, vivieron durante parte de su vida el matrimonio formado por Victoriano y María. Ambos, habían nacido en San Roque de Miera. Allí pasaron su infancia y juventud, contrayendo matrimonio. Donde siguieron viviendo, dedicados a la explotación ganadera y allí es donde llegaron los primeros hijos. Con el tiempo, en el inicio de la II República y con María embarazada de su primera hija, decidieron trasladarse a vivir al valle de Buelna, concretamente al pueblo de Lobado, en una de las casas de los conocidos como “Los Marqueses”. Seguro que todos los que vivíamos en el barrio, conocimos a aquel personaje que encontramos por el monte, acompañado por su perro, con su gorra, su barba, larga y plateada, y su vara de campo. “El Marqués” era una institución en la zona. Posteriormente, se trasladan a vivir al barrio El Camino, en el pueblo de Los Corrales. Aquí vivieron en las casas que actualmente están abandonadas, en la plaza que coloquialmente se conoce como plaza de Corocota y, sobre todo, como la “plaza de Porro”. Nombre que es conocido por todos, pero la verdad, es que su verdadero nombre, es Plaza del Conde Mansilla.
La familia además de trabajar en la fábrica llevaba a renta la finca de Los Gallegos, perteneciente a la familia de Los Mansillas. Esta finca, va a ser señalada como lugar de construcción del barrio de San Juan Bautista, lo cual trajo consigo que tuvieran que vender el ganado, y dejar la explotación ganadera. A cambio de ello, tuvo acceso a una casa, en las mismas condiciones que los demás, pero con el beneplácito de poder poner una tienda.
Como dice, entre bromas, su hija Loli, su familia pasó de nacer en un ambiente de pastores, a ascender viviendo en casa de “Los Marqueses” de Lobado, recalando posteriormente en la casas de los Condes de Mansilla, para terminar viviendo en el barrio de “Los Millonarios”. Evidentemente, un cambio a mejor.
En cualquier caso, en su momento volveremos a hablar, de Victoriano y María, dado que jugaron un enorme papel en la vida del barrio.
EDUARDO Y ABILIA
Fue otro matrimonio que surgió a pesar de que ambos habían nacido en pueblo muy distantes entre sí, pero por casualidades de la vida, se conocieron y se unieron para siempre. De hecho, Eduardo había nacido en el pueblo de Somahoz. De joven, a los 14 años como era habitual, entró a trabajar en la fábrica. Cuando estalla la guerra civil, Eduardo, de ideas de izquierda, se alista en el bando republicano. La guerra le dejó una herida cerca del ojo, producida por una esquirla de metralla, pero lo más duro, fue que estuvo detenido durante mucho tiempo, de hecho estuvo destinado en un Batallón de Trabajadores en la zona del País Vasco. Las condiciones de vida fueron duras, pero lo superó, y cumplida la condena regresó al pueblo, donde volvió a trabajar en la fábrica. No podemos olvidar que en aquellos momentos, se necesitaban trabajadores para poner en funcionamiento la fábrica. De ahí, que no fuesen importantes las ideas políticas, sino que fuesen obreros con amplia experiencia en los distintos sectores de la fábrica.
Abilia, nació en pueblo de San Pedro de Bedoya, perteneciente al municipio de Cillorigo de Liébana, en la comarca de Liébana. Con el tiempo se traslada a Santander, viviendo en casa de unas tías. Hay que decir, que Abilia era prima de uno de los grandes pintores de la época, Antonio de Quirós. Allí en Santander, ejerció como enfermera en el hospital del Doctor Madrazo. Trabajo de enfermería durante la guerra civil, ejerció a favor del bando republicano, lo que posteriormente, le trajo la prisión en la cárcel de Santander. Su objetivo era haber obtenido el título de enfermera, pero después de la guerra todo cambio. De tal modo, que Abilia se traslada a vivir a Somahoz, donde viven otros dos familiares, sus tías Felicitas y Margarita, esta última en la casa del Palacio, en el barrio de San Andrés.
Dos personas jóvenes, de ideas políticas cercanas, el paso por la cárcel, y la afinidad entre ellos, hizo que desembocara en el matrimonio. Eduardo y Abilia, siguieron viviendo en Somahoz. Y allí nacieron los tres hijos del matrimonio. Había que mejorar de casa, surge la idea de la construcción del barrio San Juan Bautista y Eduardo que es obrero de la fábrica, se apuntó en la lista y obtuvo la vivienda nº 35. Fue de los primeros que se incorporaron al barrio, de hecho Lolo, el pequeño apenas tenía tres meses.
FRANCISCO Y JULIA
Otra de las familias que se crearon, a pesar de la enorme distancia de sus lugares de nacimiento, es la formada por Francisco y Julia, que residieron en la casa nº 1. Francisco, nació en la zona de Barcenilla de Cabuérniga, perteneciente al municipio de Ruente. Con el tiempo comenzó a trabajar en Sotilla, la central eléctrica de la fábrica de Quijano. Francisco estaba casado, pero su mujer falleció, dejando dos retoños, uno de cada sexo. Por otro lado, Julia había nacido en Alar del Rey, se desplazó a trabajar en la fábrica de hilaturas que había en la zona de Las Caldas. Julia también tenía un hijo, Benito, que también viviría en una de las casas del barrio, concretamente en el nº 54. En un momento, ambos decidieron unir sus vidas aportando a sus matrimonio tres hijos, que con el tiempo se fueron incrementando con los que surgieron de su unión. Dado que Francisco estaba trabajando en la fábrica y que formaban una familia numerosa, les correspondió la casa donde vivieron gran parte de su vida.
JUAN Y EMILIA
Otros de los matrimonios que surgieron también a pesar de la distancia, fue el de Juan Pereda y Emilia Pereda. Ambos se conocían, pues eran familiares, de hecho primos hermanos, pero también lo es, que les separaba una enorme distancia. Juan, era un vecino de Cieza que trabajaba en Quijano. Estaba casado, pero se quedó viudo, con dos hijos. Emilia, en cambio vivía en Carranza, cerca de Bilbao, allí pasó su infancia, en donde hizo su Primera Comunión. Y allí vivió aun estando casada con Juan. De hecho, éste se desplazaba todos los fines de semana hasta Carranza para ver a su familia, pues no quería perder su puesto de trabajo en la fábrica. La situación era complicada y los gastos elevados por los desplazamientos, así que deciden asentarse definitivamente en Los Corrales, una vez que tienen la casa en el barrio, concretamente la nº 37.
JESÚS Y TERESA
Otro de los matrimonios que llaman la atención es el de Jesús y Teresa, mis padres. Mi padre provenía de Dueñas. Vino al pueblo porque su padre Doroteo, fue contratado por la familia Quijano como organista de la iglesia del pueblo y posteriormente, como sacristán. A los 14 años, mi padre, como la mayoría de los jóvenes de la época que vivía en el pueblo, comenzó a trabajar en la fábrica. Mi madre Teresa, era del pueblo de Vega de Villafufre. Su padre murió muy pronto. Mi abuela se quedó viuda con 8 hijos y con unos recursos económicos muy limitados. Una de las hermanas de mi abuela, vivía en Los Corrales, y aquí se vino mi madre a la casa de su tía, ayudándola en las labores de la casa. Esto era habitual, las familias se echaban una mano para sacar a la familia adelante.
Estuvo varios años y así se conocieron mis padres. Mi madre, posteriormente volvió a su casa y así aparecieron las dificultades para mantener el contacto, la distancia era enorme, y mi padre buscó los medios para desplazarse a Vega los fines de semana. Unas veces iba andando y, cuando tenía suerte, en bicicleta. Había otros medios como era coger el tren hasta Guarnizo y posteriormente el autobús, que viniendo de Santander le dejaba en Vega, mientras que el autobús continuaba hasta Selaya. Pero era muy caro y se perdía mucho tiempo. Así que la mejor opción era la bicicleta. Contaba mi padre, que en ocasiones, se desplazaba desde Corrales hasta Aes en compañía de Adrián Solar y Leandro Turiel, que iban jugar a los bolos en Puente Viesgo. Todos conocemos la subida y el descenso del alto de Hijas. Uno de los días, Adrián tuvo que bajar la cuesta sin frenos, teniendo que utilizar el pie para ir frenando. El resultado fue que al llegar a final de la bajada, el bueno de Adrián estaba sin la suela en las zapatillas. Al llegar a Aes unos giraban a la izquierda en dirección a Puente Viesgo y mi padre hacía Vega. En otra ocasión mis padres vinieron andando desde Vega. Esto suponía varias horas andando.
Mis padres se casarón, se asentaron en Los Corrales, en la casa de mis abuelos. Allí permanecieron varios años y tuvieron los tres hijos mayores. Con el tiempo, se desplazaron al barrio, en la casa nº 22, donde nací yo, y donde ellos permanecieron el resto de sus vidas.
FRANCISCO Y SOCORRO
Otra de las familias que vino de fuera de nuestra provincia, fueron Francisco y Socorro. Es un caso curioso. Hasta ahora hemos visto que los vecinos del barrio eran matrimonios formados por personas que provenían de pueblos de la zona y en otros casos, uno residía en los valles cercanos y el otro venía de provincias aledañas. Pues bien, Francisco y Socorro, provenían los dos de la provincia de Zamora. De hecho, Francisco era natural del pueblo de Quintanilla del Monte y Socorro era de otro pueblo de Zamora. Cuando se desplazaron a Los Corrales ya estaban casados y tenían dos hijos. Francisco consiguió que la fábrica le admitiera a trabajar y lo que motivo la llegada de la familia al pueblo de Los Corrales. Posteriormente se inscribió en lista de los que aspiraban a una casa en el barrio, pasando vivir en la casa nº 76, la última del barrio y pegada al río Muriago.
GERARDO Y JULIA
Otro de los matrimonios que estuvieron desde el principio en el barrio, fue el formado por Gerardo Alonso García y Julia Pérez Alonso. Gerardo era una persona que había nacido el pueblo de Melgar de Fernamental, perteneciente a la provincia de Burgos. Sus padres, decidieron abandonar dicho pueblo, y vinieron a vivir al pueblo de San Mateo, entrando a trabajar en la fábrica. Gerardo siendo muy joven, tuvo un grave accidente, que le provocó una fractura de la clavícula, lo que va a tener como consecuencia la aparición de la chepa, y de aquí que va a ser conocido como “el Jiboso”. Julia, era una chica que vivía en el Ispron, barrio del pueblo de San Mateo que con frecuencia bajaba al pueblo a hacer la compra. Poco a poco Gerardo y Julia se sintieron atraídos el uno por el otro. Aunque el padre de Julia, parece que no veía bien el acercamiento de su hija a Gerardo, por su chepa, por aquello de la posible transmisión a sus descendientes, lo cierto es, que ambos se querían y se casaron. La vida fue dura, pero consiguieron sus objetivos, trabajó en la fábrica, una casa nº 26 en el barrio, y ninguno de sus hijos tuvieron “chepa”. El defecto de Gerardo no era congénito, sino resultado de un accidente, por tanto imposible el transmitirlo.
JOSÉ LUIS Y GUADALUPE
Otro de los matrimonios que se produjo entre personas que nacieron en lugares lejanos y que por casualidades de la vida, se llegó a la unión matrimonial, pasando posteriormente a formar parte de nuestro barrio, es el formado por José Luis Marcano y Guadalupe Tocornal. José Luis era de Collado, en cambio Guadalupe, conocida en el barrio como Lupe, era una persona que había nacido en Santoña. Su padre era marinero y falleció dejando a su mujer al cargo de cuatro hijas con muy pocos recursos para salir a delante. La madre, decidió mandar a una de sus hijas, a Lupe, a casa de unos tíos, que residían en la ciudad de Logroño. Los años pasaron no sólo para Lupe sino también para José Luis. Éste, por cuestión de edad tuvo que incorporarse al ejército para hacer el servicio militar, tocándole como destino la ciudad de Logroño. Allí se conocieron y con el paso del tiempo decidieron casarse. Parece ser que adelantaron la boda, pues era uno de los mecanismos que había en aquella época para que los hermanos se salvaran de realizar la mili. La madre era viuda y que su segundo hijo tendría que ir a la mili. José Luis y Lupe decidieron casarse evitando que su hermano tuviera que ir a la mili.
Una vez casado, donde estuvieron viviendo en la Avda. José María Quijano, concretamente en la Fonda Buelna. Recuerdos de su hijo mayor José Ramón, asomándose por las ventanas de la planta superior, intentaba coger los cables de la luz, lo que provocaba los gritos de los peatones que pasaban por la zona. Otro recuerdo que tiene, también le sitúa en la Fonda. Al parecer un día se encontró con un cesto de mimbre todo lleno de botones de distintos tamaños y colores. Jugando con ellos tuvo la mala suerte que el cesto, con los botones, cayeron por el baño. Puede parecer que las pérdidas no fueron muchas, solo botones, pero hay que ponerse en la época. El disgusto de Lupe fue mayúsculo, sin embargo el dueño de la Fonda le quitó importancia.
Lo que sí es cierto, es que estuvieron viviendo en la casa nº 50 del barrio de Los Millonarios.
MANUEL Y SARITO
También tenemos el caso de Manuel y Sarito. Él era del pueblo de San Mateo, ella en cambio vivía con su familia en el pueblo de Comillas. La razón de que ambos se conocieran, fue que Sarito tenía una tía residente en el pueblo de San Mateo. En determinado momento Sarito se desplazó a San Mateo a casa de su tía, que tenía que asistir a una boda. En ese momento, se conocieran ambos y con el tiempo contrajeron matrimonio. Como trabajador de la fábrica, solicitó una vivienda, les correspondió la casa nº 57.
BENITO Y CONSUELO
Ambos se conocieron y se casaron, y todo a pesar de que provenían de zonas muy alejadas. Benito sabemos que provenía de la zona de Palencia, concretamente de Alar del Rey, y que se desplazó a Los Corrales con su madre Julia, que se casó con Francisco. Benito, como muchos de los jóvenes de la época a los 14 años comenzó a trabajar en la fábrica. Los años van pasando y como todos los jóvenes, durante los meses verano, iban a las romerías que se celebraban en los pueblos cercanos. El desplazamiento se realizaba como se podía, andando, en bicicleta y si la situación económica lo permitía, en la moto. En un día de suerte Benito, iba con su amigo Quintanal en la moto, hasta la romería que se celebraba en el pueblo de Barreda.
Es aquí donde Benito conoce a Consuelo, joven que estaba también disfrutando en la romería. Cosa habitual, chico que encuentra chica en la romería y surgen lazos amistad. Pero es curioso Consuelo, es una chica que nace en Haro, provincia de Logroño. Allí vivía con su familia, en un determinado momento un matrimonio, amigos de familia, residentes en Barreda, ofrecen a sus padres traerse a su hija a Barreda, para trabajar como asistenta. Sus padres lo consideraron como una buena opción y así es como Consuelo llega a Barreda. Y esto, unido a una romería hace que entre Benito y Consuelo, surgiera una amistad que poco a poco les lleva a compartir sus vidas.
Se casan y solicitan una casa en el barrio de San Juan Bautista. La vivienda les es concedida, pero tardan en dársela y parece ser que durante unos meses residen en la casa de Enrique Lasarte y María. Finalmente, ocupan la casa nº 68 donde viven durante el resto de sus vidas, junto con sus hijos Fonso y Mª Rosario.
EUGENIO Y CONSUELO
Es otro de los matrimonios que surgieron entre personas que parecía que nunca podrían conocerse. Genio, nació en el seno de una familia con ocho hijos, siendo el anteúltimo de los hermanos. Su padre era maestro, que estuvo ejerciendo la docencia en el pueblo de las Rozas de Valdearroyo, situado en la zona Sur del pantano del Ebro, a pocos kilómetros del pueblo de Arija.
No sabemos cuál es el motivo de su petición de traslado del pueblo, bien por petición suya, bien porque la construcción del pantano, va a tener unas consecuencias muy negativas para aquellos que vivían en la zona: pérdidas de tierra, cierre de la fábrica de vidrio, emigración forzosa, pérdida de población infantil. En todo caso el padre de Eugenio y su familia se trasladan al valle de Buelna, fijando la residencia en el pueblo de Somahoz. Aquí fallece el padre de familia, cuando Eugenio tenía la edad de 8 años. La madre se quedó al frente de la familia.
Los años pasaron y Eugenio se vio obligado a realizar el servicio militar. Un elemento que hasta no hace muchos años, todos los varones teníamos que cumplir, al menos durante un año. Lo que era un problema, para Genio se convirtió en uno de los momentos fundamentales de su vida. Durante ese período, conoció a la que iba a ser mujer, y quien la iba a acompañar el resto de su vida. Él, se vio obligado a realizar el servicio militar en la ciudad de Zaragoza y aquí conoció a Consuelo. Lo cierto es que ya se conocían, de hecho ella era de Los Corrales y se habían cruzado en el pueblo. Pero ahora ambos estaban fuera del pueblo, uno cumpliendo el servicio militar, ella trabajando en una casa como asistenta. Esto le permitía ayudar a su familia y por otro lado se quitaban una boca que alimentar.
De los encuentros que se sucedieron entre ambos en los momentos de salida, fue surgiendo el amor, que con el tiempo terminó en matrimonio. Pasaron los primeros años en casa de la madre de Eugenio, que en aquellos momentos vivía en Lombera. Al trabajar en la fábrica, donde había entrado muy joven, decidió solicitar una de las casas que se iban a construir en el denominado prado de Los Gallegos. Tuvieron suerte y allí pasaron el resto de sus vidas y allí vivieron con sus dos hijos, Loli y Eugenio.
PRIMITIVO Y GLORIA
Ellos también fueron personas que vivieron en el barrio. Lo cierto es que su incorporación fue tardía, pues previamente había habitado la casa una familia formada por Quintana y su esposa Josefina y sus tres hijos, de los cuales solo he conseguido el nombre dos de ellos Conchita y Miguel Ángel.
Primitivo, había nacido en Correpoco, pueblo del municipio de Los Tojos. Sus padres se desplazaron a vivir a San Mateo, pues habían sido contratados para trabajar con el ganado de los Quijano. Con el tiempo, Primitivo y sus hermanos, pasaron a trabajar en la fábrica. Como es habitual, Primitivo conoció a una chica, con la que iba a formar una familia. Esa era Gloria, residente en el pueblo de Silió, lugar donde estuvieron viviendo después de casarse, durante varios años. Parece ser, que se trasladaron al barrio, una vez que una de las casas quedó vacía. Los años ya habían pasado, pues su hija mayor tenía catorce años, cuando se trasladaron. Sus hijas son Mª Luisa, Chelo y Olga. Ésta es la que actualmente ocupa la vivienda donde estuvo la familia.
CRÍSPULO Y CARMEN
Vivían en zonas muy distantes entre sí, pero que por acontecimientos de la vida coincidieron, dando lugar a la formación de una familia.
Críspulo vivía en el pueblo de Molledo, y se dedicaba a la ganadería y posteriormente comienza a trabajar en la fábrica de Los Corrales. Carmen, en cambio vive en el pueblo de Barruelo de Santullán, en la provincia de Palencia. Este es un municipio, que durante mucho tiempo, al principio del siglo XX, desarrolló una economía dedicada al mundo de la minería y supuso una fuente de ingresos para los obreros. Durante la guerra civil, gran parte de la familia de Carmen se decantó por el bando republicano. Muchos de ellos murieron en la guerra, uno parece que huyó en dirección a Rusia, aunque está claro, era su objetivo pero se desconoce a dónde llegó. Lo cierto es que, terminada la guerra, la Guardia Civil expulsó al resto de la familia de pueblo. Así que se desplazaron a Molledo, donde al parecer tenían alguna tierra, dedicándose al campo. Allí se conocieron Críspulo y Carmen, se casan y durante varios años siguen viviendo en el pueblo. Tienen dos hijos. En momento dado deciden intentar residir en Los Corrales y la ocasión de se les plantea ante el inicio de la construcción del barrio. Como obrero de la fábrica decide apuntarse y obtiene la casa nº 25. Aquí se desplazan cuando se termina la obra, y aumentan la familia con dos hijos más.
TOM Y ARACELI
Fue otra familia que vivió en el barrio, y cuyo matrimonio fue una gran casualidad. Aracelí era una muchacha que residía en la zona del Puente de la Botica. Allí vivía con sus padres y un importante número de hermanos. Toda la familia comenzó a recibir el sobrenombre de “Los Chulos”, nombre este que siempre me llamó la atención. Parece ser que este sobrenombre se debe a que su abuelo, era una persona que le gustaba ir siempre muy arreglado, muy bien peinado y con un atractivo rizo bien marcado en la frente. Esto trajo que todos sus descendientes se les conocieran en el pueblo como “Los Chulos”.
Antonio Leovigildo Pérez Matarrubia, conocido en el pueblo y barrio como Tom, nació en Argentina, concretamente en Gualeguay, provincia de Entre Ríos. Sus padres eran Antonio y Robustiana, que se habían trasladado a dicha zona de Argentina para mejorar sus condiciones de vida. Pero su madre no se adaptó bien al cambio, lo que le originaba frecuentes enfermedades, así que cuando Tom, tenía 9 años, decidieron volver a España. Tom y su madre así lo hicieron, mientras que el padre permanece en Gauleguay intentando vender las propiedades que allí poseían. Cuando él regresó su mujer había fallecido. Con el tiempo volvió a casarse trasladándose a vivir a Valladolid. Tom se quedó en el pueblo, con su abuelo, residiendo en la Casa de Los Moritos.
Los jóvenes Tom y Araceli vivían en la misma zona el pueblo y poco a poco fue surgiendo la afinidad entre ambos, hasta el punto de que en 1941 contraen matrimonio. Con el paso del tiempo, fueron a vivir al barrio de Los Millonarios, concretamente en la casa nº 33. Allí nacieron sus tres hijos José María, Lines y Marcos. Y allí, Tom y Araceli, vivieron hasta el momento de su muerte.


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