29 septiembre 2022

LOS CONEJOS

También era frecuente, la existencia en el gallinero, de las jaulas de los conejos. Estas estaban normalmente situadas en una zona protegida del gallinero, cerca de la caseta. Los conejos no solían estar sueltos, pues al ser el suelo de tierra, podrían excavar la tierra y salir por debajo de la tela metálica que delimitaba el gallinero. La solución era que los vecinos, según sus capacidades carpinteras, construyeran las conejeras. Estas variaban, pero básicamente se componían de cuatro zonas diferenciadas. Una donde estaba el macho, otra donde estaban dos o tres hembras, otra donde estaba la coneja preñada y por último un cajón con hierba seca, donde estaban los conejos recién nacidos. Todo ello de forma rectangular, formado por madera y tela metálica de pequeños huecos que permitan el desplazamiento de los conejos. En la zona frontal, estaba el bebedero y el comedero. La jaula estaba alejada del suelo a través de cuatro patas de madera. Había una pequeña puerta, a través cogíamos a los conejos.
Lógicamente los excrementos de los conejos caían al suelo, lo que obligaba a su limpieza con frecuencia, trasladando dichos excrementos a la “pila del abono”, situada fuera del gallinero.
Una de las personas que tenía conejos, era Margarita esposa de Ramón Riego. Pero lo habitual en el barrio era tener 4 o 5 conejos que satisfacían las necesidades de la familia. Margarita tenía una explotación de conejos destinada a la venta, no para el consumo familiar. Pero ya hablaremos de ello en otro momento.
Los conejos, como las gallinas, había que matarlas en casa. El sistema era rudo, pero efectivo y es lo se utilizaba en todas las casas. El sistema era sencillo, se cogía al conejo por patas traseras y se le dejaba colgado sujeto por la mano. Una vez había dejado de dar brincos, con la otra mano le dábamos un fuerte golpe con un palo en la parte de atrás de la cabeza del animal, provocando su muerte. Acto seguido se procedía a quitarle la piel y el posterior despiece.

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