Rebajar la pena de la malversación cuando no hay enriquecimiento propio, aparte de ser artificial y falso, deja en mal lugar la moral de un país de cara al exterior. Tiene el efecto de separar, injustificadamente, el robo de dinero de las otras formas de menoscabo de lo público. "Llevarse el dinero es lo peor": ¿quién puede verlo así?, aquél que ante todo piensa: "Me han quitado lo mío"; aquél que, cuando se habla de generosidad, la concibe sólo en términos dinerarios. Vulgaridad, falta de sutileza, de civilización. Manuel Ángel Castañeda publicó hace unos años un artículo, en este periódico, en el que hacía un repaso de las distintas formas de la corrupción, sin duda en vista de la orientación que estaba tomando el pensamiento sobre el tema en el ambiente. Diferenciar el enriquecimiento de la malversación "menos mala", tiene el efecto de ahondar ese pensamiento mísero.
Adolfo Palacios, para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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