En un colegio de Santander, un niño llama "gilipollas" a otro. El padre del insultado se entera y protesta porque no le habían avisado de ello. El colegio pide disculpas, contribuyendo así a magnificar el asunto... Otra escena, esta vez en un conservatorio: los alumnos de violín muestran sus progresos en un acto público. Una alumna tiene un fallo durante su actuación, y se queda bloqueada. Una profesora acude junto a ella, silenciosa; la acaricia, le dice algo al oído... Yo veo que la chiquilla ya tiene edad para saber gestionar la situación, para ir aprendiendo a solventarla por sí misma: repetir, retirarse, continuar tocando sin más... Puede que los docentes que actúan así, sepan que los están maleducando y opten, así y todo, por seguir la corriente a los padres, temiendo que se enfaden, o temiendo perder clientela. O puede que ellos mismos hayan perdido el norte, si es que alguna vez lo tuvieron.
Adolfo Palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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