14 junio 2023

MARGARITA LÓPEZ

Pero, posiblemente, las personas que tuvieron más implicación en el mundo de la ganadería fueron Margarita, hija de Bruno López y Mª Jesús Quevedo, que vivían en la casa nº 39, y Ramón Riego, marido de la primera. Al poco tiempo de casarse, decidieron utilizar el garaje de Bruno para dedicarlo a la cría de ganado. En el momento de mayor inversión, llegaron a tener siete jatas y un jato. Los compraban en la feria de ganado de Torrelavega. Durante cuatro o cinco meses, los tenían en casa y posteriormente se procedía a la venta. Esta se realizaba en Viérnoles, vendiendo los jatos a un tratante llamado Velarde.
Por la misma época, Margarita y Ramón decidieron comprar la casa de Herrero, situada en la primera fila, que se había trasladado a vivir a la zona de León. En la zona de la huerta, construyeron un espacio destinado a la cría de conejos. Ricardo, el marido de Toña, diseñó la distribución de la zona de los conejos, con cuatro secciones. Por un lado las hembras, por otro los machos, separadas las crías y la última sección para almacén del pienso y demás útiles necesarios para mantener la limpieza de la instalación. La granja estaba integrada por 50 hembras, 4 machos y un número variable de crías dependiendo de los partos. Las crías, cuando llegaban a un peso determinado, se vendían. Era frecuente que los vecinos del barrio y del pueblo compraran los conejos a Ramón y Margarita, pero el mayor número de ellos se vendían a una persona de Reinosa.
A la actividad de la cría de los conejos recaía en Margarita, pues Ramón no trabajaba en la fábrica, si no que se dedicaba al transporte de mercancías, por la provincia o provincias cercanas, lo que suponía salir pronto de casa y regresar por la tarde. Estuvo durante muchos años trabajando para la empresa Adayesa, cuyo dueño era Ribavelarde, con camiones de segunda mano, pero que le servían para el trabajo. Con el tiempo fue a trabajar con una empresa de Reinosa, en la que transportaba mercancías por toda España. Las cosas iban bien, pero el camión de segunda mano, ya no estaba en condiciones de largos viajes. Así que Ramón y Margarita decidieron dar un el paso de comprar un nuevo camión.
Todo iba bien, Ramón camión nuevo, más cantidad de mercancías, más seguridad y comodidad, y Margarita con su granja. Pero las cosas cambian inesperadamente. Ramón contrae una dura enfermedad y en poco tiempo fallece. Margarita se encontró con tres hijos y la deuda de un camión del que quedaba mucho por pagar. Pero Margarita salió adelante. Decidió dedicarse a la limpieza, creó una empresa de limpieza de nombre “Limpiezas Margarita”, que se centró en un primer momento, en la limpieza de las fábricas de Greyco, Trefilerías Quijano y alguno de los Institutos del pueblo. Con el paso del tiempo, Margarita decidió traspasar su empresa a otra de mayor calado, a cambio de seguir trabajando para la nueva empresa.
Para ella, la limpieza supuso un trabajo que le abrió el camino de las fábricas que existían en el Valle. Allí llevaba la limpieza tanto los sábados y domingos. Entre semana, por la tarde una vez realizada la limpieza del IES. Las Estelas, y cuando ya era la noche, había que trasladarse a la limpieza de algunos de los bares de la zona de Torrelavega. En definitiva, fábricas, colegios y, para finalizar, bares. Años de mucho trabajo y jornadas agotadoras, pero como recompensa, sacó adelante a sus hijos y ahora años de tranquilidad.


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