Alguien decía recientemente, en una entrevista, que parece que se ha instalado en la sociedad una especie de "derecho a odiar". Yo diría, precisando más, que odiar siempre se odió, pero había un cierto reparo a exponerse como odiante; un decoro. Las personas que accedían a la expresión pública no eran muchas antaño, y cuidaban cómo lo hacían para no desprestigiarse. Existía eso del prestigio, el orgullo, el honor. No había redes sociales. En la canción "La muralla", de los años 70, por su letra y por su tono, podemos ver cómo, el rechazo a ciertas cosas, se expresaba de modo manso y más como invitación a juntar, todos, nuestras manos en un empeño constructivo. En España, podríamos sentirnos tentados a ver en el movimiento de los "indignados" el origen de este odio que parece venir calando como agua fina, pero no es lo mismo indignación que odio. Se trata de un tema que merece ser estudiado, y sus conclusiones, si las hubiere, difundidas.
Adolfo Palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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