LAS EUROPEAS NOS CUESTAN OTRO OJO DE LA CARA
Angel Glez. Lucio me remite este artículo que te recomiendo que leas, ya que dice auténticas verdades, sobre las que conviene reflexionar.
El artículo dice:
El artículo dice:
EN ESQUILMAR a los ciudadanos, los partidos políticos españoles se muestran unánimes, como los cisnes de Rubén Darío en el lago de azur. En eso no existen discrepancias. Todos a chupar del bote. Los listos viven de los tontos y los tontos de su trabajo. Los listos son los políticos; los tontos, los ciudadanos que pagamos unos impuestos casi confiscatorios para que los partidos los derrochen luego sin piedad.
No hay barreras ni crisis ni límites para el despilfarro. Basta calcular el número de metros cuadrados que ocupaban los congresistas y los senadores en 1977 y los que disfrutan ahora en los palacios del Congreso y el Senado, que se han extendido y ampliado en derroche y suntuosidad. En esa fecha había en España 600.000 funcionarios. Ahora pasamos de los 3.000.000. Los partidos políticos han creado 2.500.000 empleos públicos para colocar en ellos a simpatizantes, amiguetes, parientes y caraduras, cuyos sueldos, jubilaciones, instalación y prebendas pagamos entre todos. Un escándalo incesante, bien percibido por la opinión pública, que sitúa a nuestra clase política en el farolillo rojo de la credibilidad. El último carro que se ha enganchado a la caravana sin fin del despilfarro de los partidos es la campaña de las elecciones europeas que, la verdad, interesan más bien poco. La broma nos va a costar, de entrada, más de 17.000.000 de euros, es decir, unos 3.000 millones de pesetas, entre subvenciones directas y los 1,07 euros por cada uno de los votos obtenidos.
¿Es que no se les cae la cara de vergüenza a Zapatero, a Rajoy y a sus cómplices de los otros partidos? Estoy acumulando datos para escribir un día de forma detallada sobre el alcance de ese atropello que algunos califican piadosamente de robo a mano armada.
Los partidos políticos son imprescindibles para el funcionamiento de la democracia pluralista. Pero hay que embridarlos económicamente si no queremos trabajar para pagar los viajes de Maleni, los automóviles de Touriño, las juergas ecológicas de Chaves, los delirios de grandeza de Gallardón, las embajadas de Carod-Rovira o las alucinaciones internacionales de Zapatero. Es necesario elaborar una ley que imponga a los partidos políticos una sola vía de financiación: las cuotas de sus simpatizantes, completadas con la aportación voluntaria del 0,7 por ciento en la casilla correspondiente de la declaración de la renta.
Es lo que se ha hecho con la Iglesia, cuyo servicio a la ciudadanía es tan relevante al menos como el que hacen los partidos políticos. ¿Por qué a la Iglesia se le ha retirado la subvención del Estado y a los partidos políticos no? ¿Por qué a la Iglesia se le exige que viva de las aportaciones de los fieles y de lo que en la declaración de la renta espontáneamente subrayen y los partidos políticos continúan mamando a dos carrillos de la teta estatal?
A mí me parece bien lo que se ha hecho con la Iglesia Católica. Pero los partidos políticos carecerán de la menor autoridad moral si no se aplican esa fórmula a ellos mismos. Que vivan exclusiva y austeramente de lo que sus simpatizantes aportan por medio de las cuotas y la declaración de la renta. Que dejen de derrochar el dinero con que nos sangran a través de esos impuestos directos e indirectos que gravan abrumadoramente el trabajo de los ciudadanos. ¡Qué escándalo, qué vergüenza, qué escarnio, qué sinvergonzonería, tanto despilfarro, cuando no corrupción, de los políticos que padecemos, cada vez más sotos, cada vez más tórpidos, cada vez más cínicos, cada vez más mediocres e incapaces! Cuando se creó el primer partido democristiano en España, un escritor socialista acuñó la sátira popular: «Democracia cristiana, bonito mote, nuevo grupo que intenta chupar del bote». Pues eso.
Luis María Ansón es miembro de la Real Academia Española.
[_Fuente: El Mundo]
No hay barreras ni crisis ni límites para el despilfarro. Basta calcular el número de metros cuadrados que ocupaban los congresistas y los senadores en 1977 y los que disfrutan ahora en los palacios del Congreso y el Senado, que se han extendido y ampliado en derroche y suntuosidad. En esa fecha había en España 600.000 funcionarios. Ahora pasamos de los 3.000.000. Los partidos políticos han creado 2.500.000 empleos públicos para colocar en ellos a simpatizantes, amiguetes, parientes y caraduras, cuyos sueldos, jubilaciones, instalación y prebendas pagamos entre todos. Un escándalo incesante, bien percibido por la opinión pública, que sitúa a nuestra clase política en el farolillo rojo de la credibilidad. El último carro que se ha enganchado a la caravana sin fin del despilfarro de los partidos es la campaña de las elecciones europeas que, la verdad, interesan más bien poco. La broma nos va a costar, de entrada, más de 17.000.000 de euros, es decir, unos 3.000 millones de pesetas, entre subvenciones directas y los 1,07 euros por cada uno de los votos obtenidos.
¿Es que no se les cae la cara de vergüenza a Zapatero, a Rajoy y a sus cómplices de los otros partidos? Estoy acumulando datos para escribir un día de forma detallada sobre el alcance de ese atropello que algunos califican piadosamente de robo a mano armada.
Los partidos políticos son imprescindibles para el funcionamiento de la democracia pluralista. Pero hay que embridarlos económicamente si no queremos trabajar para pagar los viajes de Maleni, los automóviles de Touriño, las juergas ecológicas de Chaves, los delirios de grandeza de Gallardón, las embajadas de Carod-Rovira o las alucinaciones internacionales de Zapatero. Es necesario elaborar una ley que imponga a los partidos políticos una sola vía de financiación: las cuotas de sus simpatizantes, completadas con la aportación voluntaria del 0,7 por ciento en la casilla correspondiente de la declaración de la renta.
Es lo que se ha hecho con la Iglesia, cuyo servicio a la ciudadanía es tan relevante al menos como el que hacen los partidos políticos. ¿Por qué a la Iglesia se le ha retirado la subvención del Estado y a los partidos políticos no? ¿Por qué a la Iglesia se le exige que viva de las aportaciones de los fieles y de lo que en la declaración de la renta espontáneamente subrayen y los partidos políticos continúan mamando a dos carrillos de la teta estatal?
A mí me parece bien lo que se ha hecho con la Iglesia Católica. Pero los partidos políticos carecerán de la menor autoridad moral si no se aplican esa fórmula a ellos mismos. Que vivan exclusiva y austeramente de lo que sus simpatizantes aportan por medio de las cuotas y la declaración de la renta. Que dejen de derrochar el dinero con que nos sangran a través de esos impuestos directos e indirectos que gravan abrumadoramente el trabajo de los ciudadanos. ¡Qué escándalo, qué vergüenza, qué escarnio, qué sinvergonzonería, tanto despilfarro, cuando no corrupción, de los políticos que padecemos, cada vez más sotos, cada vez más tórpidos, cada vez más cínicos, cada vez más mediocres e incapaces! Cuando se creó el primer partido democristiano en España, un escritor socialista acuñó la sátira popular: «Democracia cristiana, bonito mote, nuevo grupo que intenta chupar del bote». Pues eso.
Luis María Ansón es miembro de la Real Academia Española.
[_Fuente: El Mundo]
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