ESTÚPIDOS VOTOS LEALES
Había expectación el miércoles ante la votación del Parlamento catalán. Y la había porque el tema que se votaba era la continuidad de los toros en Cataluña, pero también, y sobre todo, porque el resultado era incierto.
De suyo, el resultado de las votaciones de los 18 parlamentos españoles está siempre decidido de antemano. Más allá de algún diputado enfermo o torpe a la hora de pulsar el botón, los parlamentarios españoles votan en masa. Incluso hay uno de ellos que con uno, dos o tres deditos al aire indica a los de su grupo si es un 'sí', un 'no' o una abstención. 'Follow the leader'. El diputado ni siquiera ha de saber qué disposición, proyecto, ley o enmienda está votando: le basta con mirar el dedo, en lugar de mirar la luna, y darle orientación a la llave.
Y, ay si te opones. Antonio Gutiérrez, sindicalista de toda la vida, se abstuvo, que ni siquiera se opuso, a las medidas del Gobierno que tanto (o no) han molestado a los sindicatos, y tuvo que pedir perdón a su partido. Por desleal, le acusan. Hubo un tiempo en el que a los diputados que no intervenían en las discusiones se les llamaba de modo despectivo culiparlantes. En esas épocas, el voto se manifestaba, a falta de lucecitas, con el diputado puesto en pie. Sentado, de pie, sentado, de pie. De ahí lo de culiparlantes. Era casi un insulto. Pero hasta los culiparlantes de entonces tenían más libertad de voto que los aprietabotones de ahora.
La diferencia es esencial: responder ante el líder o ante la sociedad. De ambos depende su elección, pero más del primero, que es quien quita o pone, sube o baja, puestos en listas. La sociedad sólo puede votar listas cerradas.
Aplaudo que CiU y PSC decidieran el miércoles dar libertad de voto a sus diputados; al menos vamos a suponer que fue así. También el PP debería haber dejado esa libertad a los suyos. Y ojalá el ejemplo cunda y nos pongamos a la altura de otros países como Estados Unidos y Gran Bretaña, donde los votos de los parlamentarios se pelean uno a uno, porque responden ante los electores. En todas las materias y en todos los órdenes. Incluidas leyes como las del aborto, en donde ninguno de los socialistas españoles se les permitió moverse de la foto. Y era cuestión más importante que la de los toros. Estúpida, por mal llamada lealtad.
[Pedro Ortiz en Tribuna, del Diario Montañés]
Había expectación el miércoles ante la votación del Parlamento catalán. Y la había porque el tema que se votaba era la continuidad de los toros en Cataluña, pero también, y sobre todo, porque el resultado era incierto.
De suyo, el resultado de las votaciones de los 18 parlamentos españoles está siempre decidido de antemano. Más allá de algún diputado enfermo o torpe a la hora de pulsar el botón, los parlamentarios españoles votan en masa. Incluso hay uno de ellos que con uno, dos o tres deditos al aire indica a los de su grupo si es un 'sí', un 'no' o una abstención. 'Follow the leader'. El diputado ni siquiera ha de saber qué disposición, proyecto, ley o enmienda está votando: le basta con mirar el dedo, en lugar de mirar la luna, y darle orientación a la llave.
Y, ay si te opones. Antonio Gutiérrez, sindicalista de toda la vida, se abstuvo, que ni siquiera se opuso, a las medidas del Gobierno que tanto (o no) han molestado a los sindicatos, y tuvo que pedir perdón a su partido. Por desleal, le acusan. Hubo un tiempo en el que a los diputados que no intervenían en las discusiones se les llamaba de modo despectivo culiparlantes. En esas épocas, el voto se manifestaba, a falta de lucecitas, con el diputado puesto en pie. Sentado, de pie, sentado, de pie. De ahí lo de culiparlantes. Era casi un insulto. Pero hasta los culiparlantes de entonces tenían más libertad de voto que los aprietabotones de ahora.
La diferencia es esencial: responder ante el líder o ante la sociedad. De ambos depende su elección, pero más del primero, que es quien quita o pone, sube o baja, puestos en listas. La sociedad sólo puede votar listas cerradas.
Aplaudo que CiU y PSC decidieran el miércoles dar libertad de voto a sus diputados; al menos vamos a suponer que fue así. También el PP debería haber dejado esa libertad a los suyos. Y ojalá el ejemplo cunda y nos pongamos a la altura de otros países como Estados Unidos y Gran Bretaña, donde los votos de los parlamentarios se pelean uno a uno, porque responden ante los electores. En todas las materias y en todos los órdenes. Incluidas leyes como las del aborto, en donde ninguno de los socialistas españoles se les permitió moverse de la foto. Y era cuestión más importante que la de los toros. Estúpida, por mal llamada lealtad.
[Pedro Ortiz en Tribuna, del Diario Montañés]
No hay comentarios:
Publicar un comentario