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Carta Virrey México |
El reciente tifón Haiyan (Yolanda) que ha asolado al Archipiélago de Filipinas nos trae a la memoria a algunos cántabros que sobre todo en el reinado de Felipe V destacaron en aquellos mares y tierras tan lejanos, algunos en el “Galeón de Acapulco” y formando parte del “Cabildo Secular de Manila”, mientras hubo quien llegó a ser Gobernador de Filipinas.
En muy sobrecogedoras imágenes facilitadas por la televisión ha podido verse la enorme dimensión de la tragedia humana padecida por aquellas gentes, como es el caso de Cebú, una de las islas más importantes por su economía entre las más de siete mil que componen el archipiélago, perteneciente a la zona geográfica de Bisayas y que actualmente con puerto y aeropuerto ya tenía bastante relevancia en el siglo XVIII.
Por real decreto del conde de Montijo de mediados de 1740, fue elegido gobernador de la provincia de Cebú Juan López de Quijano, “Y por su falta a Juan Antonio Diaz de Vargas, Agustín González de Quijano y Antonio de Mier y Terán”. Apellidos de aquella época pertenecientes a nuestra región. Siete habían sido los aspirantes españoles a cubrir este cargo, residentes la mayoría de ellos en Manila, que venían remitiendo sus respectivas relaciones de servicios y méritos para conseguirlo desde casi cinco años antes y a ninguno se la asignó el gobierno de la citada isla.
Uno de dichos aspirantes, Antonio García del Mazo, recogía en su relación de servicios y méritos contraídos haber ocupado la “Plaza de Alférez de Mar y Guerra del Galeón Capitana Nuestra Señora Señora de los Dolores y San Francisco Javier, que pasó á aquellas Islas con el Real situado de ellas, a cargo del General Don Antonio González Quixano, de que le despachó Título en treinta y uno de Julio de mil setecientos veinte y siete”.
El citado general y Caballero de Calatrava había nacido en San Felices de Buelna a finales del siglo XVII. Fue uno de los más intrépidos en la navegación por aquellos mares del Océano Pacífico, efectuando travesías muy peligrosas desde el Puerto de Cavite al de Acapulco (Nueva España), que tenían una duración de seis meses y han sido consideradas como las más largas y difíciles en la historia de la navegación marítima. Entre sus gestas y heroicidad se destaca la persecución que hizo hasta la propia China en busca de un navío inglés que había capturado al galeón “Covadonga”, construido en el Puerto de Cavite y que él tuvo a su mando como nave capitana (Solían navegar juntas dos naves) en alguna de las travesías que había efectuado a Nueva España dentro del histórico “Galeón de Manila”.
Otra brillante hoja de servicios en aquellos años, presentada para acceder a la plaza de Ministro de Campo del Tercio y Ejército de las Islas Filipinas y que le fue concedida, correspondía a Juan Manuel Pérez de Tagle y Gómez de Sierra, Marqués de las Salinas en 1733, Caballero de Calatrava, alcalde ordinario de Manila, entre otros cargos detentados, que había nacido en Puente San Miguel. Entre sus méritos señalaba que “estando en las referidas islas fue nombrado capitán de mar y guerra del navío Nuestra Señora del Carmen en 1718, que se despachó al Reyno de Syam á efectos del Real servicio, en virtud de providencia del Governador Don Fernando de Bustillo Bustamante”.
Por tanto, queda claro que los cántabros ocuparon en aquellos tiempos los más altos cargos de Filipinas, llegando a ser gobernador de las islas a finales de la segunda década del siglo XVIII Fernando Manuel de Bustillo Bustamante y Rueda, natural del Valle de Toranzo y que debió de nombrar general del “Galeón de Acapulco” en 1719 al Marqués de las Salinas.
Entre los méritos contraídos por dicho marqués y haciendo mención a su etapa de alcalde ordinario de la ciudad de Manila en 1743, “hizo asimismo donación á S.M. junto con el Marqués de Montecastro, y el alcalde provincial Don Francisco Gonzalez de Quixano, de un Patache que les pertenecía de quarenta, y cinco codos de quilla, carenado de firme…, con mas ocho mil pesos para el socorro de la gente de su Tripulacion”
El general Pedro González del Rivero y González de Quijano, Marqués de Montecastro y LLanahermosa, Caballero de Santiago, natural de San Felices de Buelna (nació en el barrio de Sovilla en la casa reconvertida en los últimos años en un conocido restaurante), fue una persona muy influyente en Manila durante el primer tercio del siglo XVIII. Llevó a cabo el amurallamiento y fortificación de Cavite, potenciando y adecuando su muy muy importante puerto en el que se construyeron varios galeones. Exploró muchas islas, llegando a descubrir una de plata y oro. En 1737 proyectó regresar a España en un patache de su propiedad, con toda su familia y “en derechura al Puerto de Cádiz”, lo cual no le autorizó la corona, remitiéndole a la utilización de uno de los navíos de la línea regular, fundamentalmente por el precedente que con ello se creaba. Ante tal denegación terminó por desistir en su intento, falleciendo allí.
Uno de los galeones, construidos en el Puerto de Cavite, llamado “Nª Sª del Rosario y de los Santos Reyes”, como nave capitana al mando del general y Caballero de Calatrava, Francisco González de Quijano, también natural del barrio de Sovilla en el municipio de San Felices de Buelna, llegaba a Acapulco el día 10 de enero de 1747, junto con otro llamado “El Pilar”. Se trataba de un viaje de primerísima necesidad para la subsistencia de la población de Manila, ya que desde hacía dos años no se había recibido el Real Situado o dinero que enviaba la Corona de España para el gobierno de las islas. Y ello fue debido a la presencia de seis buques ingleses que en 1745, cuando se aprestaba a salir dicho galeón hacia Acapulco, comenzaron a hostigar a la ciudad de Manila.
La llegada del Galeón de Manila a Nueva España era todo un grandioso acontecimiento social que significaba un mercado en el que se compraban e intercambiaban toda clase de mercaderías, llegándose a considerar "la feria más renombrada del mundo". El general cántabro salió de aquel puerto con rumbo al de Cavite el día 8 de abril de 1747, portando casi un millón de pesos, dos centenares de soldados con destino a las distintas guarniciones de Manila, un centenar de religiosos (La mitad franciscanos, junto a agustinos, dominicos y jesuitas que se dirigían tanto a Fipinas como a China y Tonkin), entre ellos el Obispo de Manila, así como toda clase de mercaderías y hasta animales. El tornaviaje requería pasar por las Islas Marianas para dejar también allí el Real Situado enviado desde España.
El día 26 de septiembre de 1736 se le entregaba en Cádiz licencia de pasajero a Indias a Pedro Calderón Enríquez, procedente de la Universidad de Valladolid, soltero, “natural de Therán, Valle de Caguérniga, en las Montañas de Burgos”, para jurar la plaza de “Oydor Supernumerario de la Audiencia de Manila”. Dicha licencia expresaba que iba acompañado de dos criados del mismo valle, Pedro Gutiérrez de Cossio y Calderón (sobrino suyo de 18 años) y de Antonio Gutiérrez de Mier (de 17 años).
En resumen, queda bien de manifiesto lo destacados que fueron varios cántabros en el gobierno colonial de Filipinas del siglo XVIII; su valía en el desempeño de los cargos respectivos que desempeñaron y, sobre todo, la enorme valentía en tierras tan lejanas y difíciles de habitar, lo mismo que en la navegación por aquellos mares muy peligrosos.
Cantabria tiene una clara asignatura pendiente, principalmente en algunos de estos casos. En el monumento a sus marinos ilustres erigido en el paseo marítimo de Santander, junto al muelle, entre los generales mencionados tan solamente figura incluido Antonio González de Quijano. Por tanto, procede la inscripción del resto para que quienes visitan el monumento tengan la información más rigurosa y veraz que en el mismo se facilita.
PAULINO LAGUILLO GARCÍA-BÁRCENA (Miembro del Centro de Estudios Montañeses y de la Sociedad Cántabra de Escritores)