Un salto de agua de 50 metros de altura, un pueblo medieval con un encanto que parece difícil de superar, un bosque de piedra en un paisaje kárstico, un inusual bosque de secuoyas, una reserva natural junto a un río donde reina el verde y la fauna salvaje, un palacio con el sello de Gaudí y un pueblo famoso por sus torres y puentes. Lugares más y menos conocidos que merecen mencionarse para el viajero lejano o para armar una ruta en coche para volver a enamorarse de Cantabria.
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