Será difícil que yo pueda confiar en quien considera que cierta cantidad de dinero es insignificante, "el chocolate del loro". Sobre todo si se trata de dinero público. La sensibilidad hacia lo que vale el dinero es una virtud, no tan frecuente por cierto: Dale Carnegie, Emilio Botín, Thomas Edison, el pueblo chino. Siempre que no conlleve avaricia ni insolidaridad, el valor de un euro es algo que he visto apreciar por parte de algunas personas que se diría que les sobra. Y a no todas los que son pobres. El dinero público proviene de gente que, a algunos les ha costado mucho ganarlo, y a otros el impuesto les supone un gran menoscabo; así que se merece un respeto. Si los políticos no miran las partidas de gasto "cum grano salis", para mí son como niños malcriados, inconscientes, que no merecen gobernar nada. Claro que ocurre que no sé si hay mucha gente que lo vea así; ése es, como en todo, el caldo de cultivo en que se mecen los políticos que tenemos. Si hubiera masa crítica, y se incrementasen los votos, no por mandar más papeletas, sino por evidenciar ahorro en las elecciones (como premio a ese ahorro y esa consideración), sería una buena señal. No sólo de buenos políticos, sino de buen pueblo.
Adolfo Palacios González, en Cartas al Director, de El Diario Montañés.
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