05 marzo 2020

VIVIENDAS DE LAS PLANTAS SUPERIORES

En el edificio, encima de los comercios, había dos viviendas. La más importante, era la sin lugar a dudas la del primer nivel. Era una casa amplia, que en la parte delantera tenía dos puertas, que se abrían hacia el interior, y que daban acceso a una barandilla que permitía observar la calle, función que también cumplían las dos ventanas que allí existían. En la parte de atrás, la que da a la vía del tren, existían dos balcones a los que se accedía a través de dos puertas de madera con cristales; en los extremos de la pared había dos ventanas, también de madera, y con zonas acristaladas. En esta casa estuvo viviendo durante todo el tiempo, José Rubiales con su esposa, Leonor, y sus tres hijos, dos chicas y un chico.
La segunda vivienda fue ocupada por dos familias diferentes. La primera fue la de Ramonín y Pilar y sus tres hijos. Vivieron en ella, hasta que decidieron trasladarse a los pisos construidos en la otra acera. La vivienda era igual de amplia que la inferior, no tenía las mismas salidas al exterior, pero también es cierto que tenía mejores vista sobre todo los montes situados al sur: el Gedo, el Orza, e incluso a la Garita. Y no digamos, las puestas de sol.
Cuando Ramonín y su familia se mudan a la nueva vivienda, esta estuvo un tiempo deshabitada, pero volvió a ser ocupada nuevamente.
Aproximadamente hacia el año 1970, la familia integrada por Florencio Gutiérrez y su esposa Elisabeth Gordo, se ven obligados a desplazarse desde el pueblo de Campuzano, donde residían, a Los Corrales. Había que ayudar a su padre Benito, el zapatero, el que ejerció su profesión en las casas que había, donde está actualmente el Banco Santander. La edad comienza a jugar malas pasadas y la salud se resiente. Así que toman la decisión de trasladarse al pueblo y alquilar la vivienda que estaba libre encima de Rubiales. Allí estaban de alquiler, no se acuerdan quien era el dueño de la vivienda, pero sí que quién pasaba a cobrar la renta era “Roli”, otra persona muy conocida en el pueblo y que ya nos ha abandonado. Con los años se trasladaron al centro del pueblo en los pisos que están en la antigua calle Matías Montero, que hoy, por la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, recibe el nombre Obreros de Authi.
Debieron ser unos años que se recuerdan con alegría, pues Ana, una de las hijas de Florencio y Elisabeth, que trabaja en la tienda de Payno, me cuenta que con frecuencia va a pasear por aquella zona, para recordar tiempos pasados. Es bueno recordar nuestros años de infancia y adolescencia.

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