Adolfo Palacios, que saca algo del sentido del humor e instinto poético de
su padre Jesús, nos manda un poema que ha escrito para fecha tan señalada:
Con la música se alegran
las monótonas jornadas,
en balcones y azoteas
tocan, dan palmas y cantan.
Yo agradezco que la pena
con sus sones nos espantan,
y valoro esas maneras
de decir "hasta mañana".
Pero, siendo yo sincero,
diré lo que más espero,
ahora que con las campanas
pase la Semana Santa:
Que tumbada y casi en cueros
la vecina del tercero,
esa de carnes tan blancas
tome el sol en su terraza.
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