Es cierto que las confesiones religiosas, y en concreto los cristianos, están sufriendo ataques en España. Eso hay que cortarlo; pero diré dos cosas: que no todo lo que se interpreta (o se cataloga) como ataque, lo es; y que la irrupción en la celebración de una misa no tiene ninguna preferencia sobre la irrupción en una conferencia, en un juicio o un cine. Si alguien rompe una reunión de comunidad de vecinos, se puede llamar a la policía; si irrumpe sistemáticamente, tendrá que habilitarse algún medio, policial o legal. No veo que los llamados sentimientos religiosos requieran una defensa específica, y además, el ateo tiene derecho a considerar ridículas las creencias y a mostrar que así se lo parecen. Puede que algún creyente, con ello, abandone su fe y algún día agradezca la sátira. Pues algunos ateos se han hecho creyentes, pero al revés también ha ocurrido, me temo que con más frecuencia.
Adolfo Palacios en Cartas al Director, de El Diario Montañés.
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