Yo tenía la idea de que Corrales era, antes de los años cincuenta, poco menos que un pueblo "prehistórico". Pero gracias a dos cosas, que ahora diré, me he ido dando cuenta de que el pueblo tenía ya mucha vida urbana, y no tan distinta de la actual, ¡incluso antes de la guerra! Una de esas cosas que me han cambiado el parecer es la foto, que será conocida de todos vosotros, en la que se ve la plaza del ayuntamiento -foto que estaba tomada un poco desde lo alto, y que por lo visto presentaba un roto en su centro-. La otra, es el blog de José Salas y, a través de él, todas las imágenes e informaciones que he ido leyendo, proporcionadas por José Francisco López Mora, Paulino Laguillo, y cuantos aquí conocéis y han colaborado.
Por ejemplo, ha sido para mí sorprendente el descubrir que, no sólo había una rondalla en pleno funcionamiento desde tiempos antiguos, sino que había un coro parroquial (que cantaba obras de Perosi), o un cine y un teatro en el centro del pueblo... Yo sabía que, en el local de aquel "Oropolus" que conocí, había habido un cine, porque mi padre me había mencionado algo; pero no pensé que hubiera tenido tanta vida, ni tan de antiguo, ni con sus comentarios culturales y de sociedad en la prensa... Yo conocía un teatro, ya desvencijado, detrás de la casa de "las monjas", porque allí nos reuníamos algunos jóvenes a finales de los años 70; pero nunca di en pensar que allí efectivamente se hubieran representado obras y festivales, de mucha elaboración y calidad... Cree quizá el joven que con él empieza el mundo; y puede seguir creyéndolo si nadie le pone al cabo de la calle.
Sabía yo, también, que la fábrica de Quijano era muy antigua, y que asimismo lo era la vía del tren, pero nunca di en pensar que hubieran dado lugar a tantos acontecimientos, tan dignos de reseñar como los que se hayan podido producir durante las últimas décadas. Pensaba yo, en fin, que en Corrales había, antes de la posguerra, poco más que puntas y borricos rebuznando (los burros, no las puntas).
Hay una foto aérea, que debe de ser de los años veinte, en la que se puede ver el colegio de "los Hermanos", a medio hacer, y esa casita de una planta -en cuyo cerrado hubo gallinas hasta hace poco tiempo- que está frente a la iglesia, casa que ya existía antes del colegio, y de las de "los ingenieros" también. Ahora, éstas han desaparecido, pero la casa de una planta queda en pie; pero, a lo que voy: al colegio, con su arquitectura tan moderna, le atribuiría yo en mi juventud no más de treinta años; después, he tenido que hacer nuevas cuentas cuando advertí que mi padre, sin ir más lejos, había estudiado allí mismo y de tan corta edad, que con catorce años entró a trabajar a la fábrica.
Y en fin, es una lástima que Corrales en la actualidad no sea, en mi opinión, digno continuador de la estética noble y tradicional que entonces, con buen criterio, se había empleado en sus rincones y ambientes. En esto, creo que se ha perdido el norte. Por lo demás, no puedo entrar a valorar la vida cultural, económica, laboral o política, aunque sé que no estaría de más (y hacerlo en verso me gustaría, / y es que, ya puestos, nuestro sujeto / un buen soneto merecería), porque se precisarían más conocimientos. Dirá alguno, con este estrambote que he añadido, que salgo -en lo diplomático- a Jesús Palacios; pero es que es verdad, que hace falta saber mucho para hacer un balance, digamos global, entre el Corrales de entonces y el de ahora. A ver si alguno se anima, y le pone el cascabel al gato, que es un buen tema para el blog.
Adolfo Palacios
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