Como hemos visto, la sala donde se ubicaba el cine de La Salle, fue un lugar donde distintos aspectos de la cultura estuvieron presentes. El cine, la música en sus distintos modelos, el teatro, fueron habituales a lo largo de los años. Pero también aquí se llevaron a cabo reuniones de otro tipo.
Son muchas las actividades que se realizaron en el Salón de Aprendices y no podemos olvidarnos de aquellas patrocinadas por la fábrica Forjas de Buelna.
Todos nos acordamos del Festival de Navidad. Durante mucho tiempo, mientras la fábrica de N. M. Q, fue un referente económico dentro de nuestro pueblo, todos los años, la dirección de dicha fábrica tuvo un reconocimiento a sus trabajadores, mediante la celebración del Festival de Navidad y Festival de Reyes, al que asistían los hijos de dichos trabajadores. Parece ser que en un primer momento dicho Festival se llevó a cabo en las instalaciones de la propia fábrica, pero posteriormente se trasladó al Salón de Aprendices. Todo se iniciaba con el traslado de los hijos de los productores desde los distintos valles cercanos a nuestro pueblo, utilizando el tren o los autobuses. Los del pueblo no dirigíamos a la zona caminando desde los distintos barrios.
Poco a poco, niños y padres se iban concentrando a la entrada del Colegio La Salle. Esta concentración se producía por la mañana y por la tarde. En ocasiones se habla de la asistencia de cerca de 1400 niños, lo que obligó a dividir la actividad en dos funciones, por la mañana, a las 11, los chicos; por la tarde, a las 3:30 las chicas. En cualquier caso, en las dos funciones nos encontrábamos con la concentración que iba generándose hasta que se abrían las puertas. En ese momento entrabamos en el patio del colegio y siguiendo por el patio cubierto donde jugábamos al frontón y atravesando distintos pasillos llegábamos a la entrada del Salón de Aprendices. A partir de ese momento, tratando de guardar la compostura, a buscar asientos para ver la función.
Todos esperando que comenzaran la función, allí estaba el director de la fábrica, en aquellos momentos Rafael Cabezudo Sánchez, y el director de La Salle, el Hermano Amancio. Palabras de bienvenida y comenzaba la distracción. Primero, varias películas de dibujos animados, bien de Popeye, Tom y Jerry, El Pato Donald, etc. etc. A continuación, nos divertíamos con la intervención de parejas de payasos, que nos hacían brotar las risas que inundaban la sala. Posteriormente, después de un breve descanso nos adentrábamos en un período de intranquilidad, pues se iba a producir el sorteo entre los asistentes de las distintas cestas de Navidad, típicas de la época y a la que muy pocos podían acceder.
Superado los momentos de alegría y de desilusión por la suerte tenida en el sorteo, todos para casa. Pero, todos recobrábamos la alegría cuando al salir por la puerta íbamos recibiendo un regalo y una bolsa de caramelos. Alegría para todos, a ver si nos encontraban nuestros padres y esperando tener más suerte el año siguiente.
Con el tiempo, a medida a que la fábrica fue perdiendo peso en la economía del pueblo, esta actividad va perdiendo la trascendencia que tenía anteriormente y pasa a dejar de realizarse en el Colegio de la Salle. Ya no va a ser para los hijos de los obreros, sino para los que estudian en los colegios del municipio, dentro de las mismas edades fijadas anteriormente.
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