ARTE, POLÍTICA Y MORAL

Lo mismo que una canción dura un tiempo que es real, y una estatua ocupa un espacio medible, una obra de arte no puede sustraerse a las consecuencias de encontrarse en medio del mundo. Debería estar claro, pero encontramos personas que, después de haber declarado que "todo es político", incluso el decir un piropo a una mujer, no tienen problema en afirmar que el objeto que han hecho es arte (o humor, o espectáculo) y que eso les autoriza a cualquier cosa. No defiendo la censura, pero si, por ejemplo, hago viñetas que pueden ver los niños, no puedo pintar a un crío que tiene colocaditos a sus muñecos tomando apaciblemente el té y que a renglón seguido se los lleva por delante al grito de "¡Y entonces irrumpe un comando terrorista!"; eso puede tener su gracia, pero sería contribuir a banalizar el terrorismo. El arte debe medir sus consecuencias en la educación y en la consideración que la sociedad tiene hacia las instituciones, como cuando se expuso en una glorieta de Santander aquella señal de "Mucha policía, poca diversión". Censura sería negar que alguien pueda quejarse nada más que porque tú dices que lo que has hecho es arte. 

Adolfo Palacios en Cartas al Director de El Diario Montañés.