La tienda de Cobo, tuvo a su lado un punto de referencia para muchos de los niños del barrio y de otras zonas del pueblo. María y Victoriano deseaban que sus hijas tuvieran estudios. Sus hijos se habían decantado por el trabajo, sus hijas debían de ser independientes a través del estudio. De hecho Mariuca y Loli, obtuvieron el título de maestras, comenzando a ejercer la docencia en casa de sus padres. Loli aprobó la carrera, no se preocupó de recoger el título. De hecho, con el paso del tiempo y por presión de María, su madre, se planteó obtener el título lo que únicamente tenía que solicitarlo en la Normal de Santander y pagar una cantidad de dinero. Loli se puso en contacto con Toñi, mi hermana, que en aquellos momentos estudiaba Magisterio en Santander, para que se lo trajera, cosa que así hizo. Loli tuvo ya el título.
La zona de las clases estaba situada en el balcón que fue cerrada y allí se impartían las clases. En un primer momento fue Mariuca la que estuvo al frente de las clases, pero cuando se trasladó a vivir a Santander, las clases pasaron a manos de Loli, que quizás fue la que tuvo mayor influencia entre los jóvenes del pueblo.
Cuenta Loli, que hubo momentos de que tuvieron hasta 30 alumnos a lo largo del día. Los espacios en los que daba las clases eran por un lado la zona del balcón, en el que había tres mesas con cuatro sillas, y por otro en la zona de la cocina-comedor había otra mesa con un mayor número de sillas.
Como decimos fueron muchas las personas que por allí pasaron niños y niñas del barrio, pero también otras zonas como de Lobao, el Matadero y otras zonas. Algunos de ellos fueron Agustín, el hijo de Agustín y Luci, Nando, el del bar Kronen, que vivía en la zona de Novalejas y que utilizaba la cambera para llegar a la clase. Eran también habituales personas como Gloria, la hija de Román y Chus; Ana, hija de Félix y Esterín. Una de las personas que asistieron a las clases fue Rosi, hija de Casimiro e Hilaria, alumna aventajada que, con el tiempo, se convirtió en un apoyo para Loli en las clases. Por allí pasaron José Salas, vecino del barrio, y también los hijos de Herrera, perito de la fábrica. El mayor de ellos con el tiempo estudió Medicina, ejerciendo posteriormente en Santander.
Loli se encargaba de elaborar los temas a estudiar, los ejercicios a realizar, matemáticas, geografía, todas las asignaturas. Rosi, la que se los distribuía a los alumnos y posteriormente los recogía, siendo Loli quien revisaba lo que habían hecho cada uno.
Con el tiempo, el espacio se fue quedando pequeño y Loli se trasladó a dar las clases a los bajos de la casa de Felipe “El Mancebo”, aquel que trabajaba en farmacia de Pepito Pereda.
Felipe murió joven de manera repentina. Dejó viuda y varios hijos. La viuda le dejó el local de manera gratuita, a cambio de que diese clase a los hijos mayores, Felipe, Ana, Eva y Sofía. Me contaron una anécdota, con respecto a la mujer de Felipe. Al parecer éste había llegado a un acuerdo con Pepe, “El rubio”, para cavar la huerta de la finca. Al pasar unos días de la defunción, Pepe se presentó en la casa a seguir cavando la huerta. La viuda cuando lo vio, le dijo que no podía hacer frente al pago acordado por su marido. Pero Pepe, no dio marcha atrás, le dijo que había quedado en hacer el trabajo y que no importaba nada el dinero. Uno y otro insistían en sus posturas, no puedo pagar, no importa lo hago en recuerdo de Felipe. Pepe, ya cansado de no poder cavando la huerta, le dijo: “Bueno, pues mira, me pagas con dos cajas de Ducados”, y siguió trabajando. Varios días después, una noche, llamaron en la puerta de Pepe. Abrió la puerta Irene, la esposa de Pepe, y allí estaba la viuda de Felipe, con dos cajas de Ducados. Esta era la gente de nuestro barrio.
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