El Tiempo en Corrales de Buelna,Los

13 diciembre 2022

LA TIENDA DE ANGELÍN Y VIRGINIA

Es cierto que, en el barrio propiamente dicho, solo existieron dos tiendas. Pero también es cierto que, a la entrada del barrio, hubo durante mucho tiempo una tienda que surtía las necesidades de los vecinos. La tienda, que más tarde entró en funcionamiento y también la última que se cerró. Era la tienda de Angelín y su esposa Virgina. Tuvieron dos hijos, Ángel, del que hablaremos en otro apartado, y Pedro. Con el tiempo, la tienda paso ser propiedad de Ángel, que contó con la ayuda de su padre y de su mujer Carmen.
Antes de entrar a hablar de la tienda ¿quién era Angelín? Era una persona, con una amplia trayectoria de vendedor. De hecho, él vivió en la zona de la antigua Caja de Ahorros, situada en la Rasilla. Vivía en una casa que alquilaba habitaciones con derecho a cocina, la famosa cocina económica. Allí, tuvo la primera tienda de venta de productos alimenticios, pero también vendía otros productos como máquinas de coser. Además, había una mujer que enseñaba a las chicas a tejer con la máquina.
También estuvo trabajando en La Aldea, enfrente del ambulatorio, donde actualmente se sitúa el Centro de Desarrollo Local. Aquello no era una tienda, era un ultramarino, en el que se podía encontrar de todo y si no lo había, se hacían con ello. Allí tenías alimentos, tenías alfombras, macetas, pienso, alpargatas, vajillas, cubiertos, prendas deportivas e incluso bicicletas que se iban a buscar a Torrelavega, para vendérselas a los interesados. Muchas cosas podías comprar allí, pero yo me acuerdo, que durante varios meses que tuve que ir al ambulatorio a ponerme inyecciones, bien a manos de Peña o Rey. Después del pinchazo, sabía que venía el momento de la compensación. Mi madre, me llevaban a la tienda de Angelín y allí podía elegir la figurita que quisiera para el Belén de Navidad. Un pastor, una lavandera, una oveja, un pozo o una palmera. Cualquiera de las figuras elegidas, compensaba el miedo que se pasaba al bajarte el pantalón, ver como se esterilizaba la aguja, ver al practicante manejando los utensilios y, para finalizar, el dolor del pinchazo. Todo ello compensado por aquella figura que Angelín, me envolvía en papel con mucho cuidado para que no se rompiera. La figura pasaría a engrosar, las que componían el maravilloso Belén que todos los primos construíamos en las navidades en casa de los abuelos Doroteo y Antonia.
El edificio, es diferente a las casas que existían en el barrio. Es un edificio de dos plantas. La de arriba, destinada a vivienda, la de abajo dedicada a tienda y almacén. La zona Norte y Oeste de la planta de abajo, tenían dos entradas, en el centro la puerta de acceso de los clientes a la tienda y a la zona del almacén. En la fachada del Norte, en el centro estaba la puerta de entrada a la tienda, y a ambos lados de dicha puerta se encontraban dos escaparates, con sus correspondientes persianas metálicas, que bajaban cuando se cerraba la tienda. En la fachada del Oeste nos encontrábamos lo mismo, aunque con la diferencia de que la puerta no era de acceso a la tienda, sino por donde entraban los proveedores a dejar las mercancías.
Una vez se entraba en la tienda, nos encontrábamos con un mostrador al frente y otro a la izquierda. En la pared del frente, estaban estanterías, donde se colocaban botellas de distinto contenido. Cerca del mostrador, estaban otro tipo de productos, como frutas y verduras, que permitían ser valorados por los compradores.
Había algo que diferenciaba a la tienda de Angelín, de las tiendas de Jara y Cobo. Las dos primeras, hemos visto, que actuaban como tiendas de comestibles, así como bar, en la que los vecinos pasaban la tarde tomando unos vinos mientras jugaban a las cartas o al dominó; además contaban con una bolera, que era el centro de reunión de los vecinos del barrio donde se divertían jugando a los bolos, y donde nosotros los pequeños nos acercábamos a observar. Bien, la tienda de Angelín, no era un bar ni tenía bolera. Era una tienda de ultramarino de barrio, en la que se podía comprar todo lo que se necesitaba.
Por otro, lado finca de Angelín y su esposa no estaba separada del resto por alambres de espinos como sucedía en las casas del barrio, sino que separaba de la casa de Martinón, y de la finca donde estaba el garaje Nisio por paredes de piedra. Tampoco recuerdo de si había huerta y árboles frutales. Aunque si me acuerdo del “prao” o jardín en el que correteaban conejos sueltos y que llamaban atención a los niños que paseaban con sus padres, por la carretera general.
Los productos que se vendían en la tienda, era básicamente lo que necesitan las familias, sin tener que alejarse para hacer la compra, de aquello que se te había olvidado o que se había acabado y necesitabas. También qué necesidad de ir a comprar al pueblo, cuando tenías todo lo que necesitabas, los precios y la calidad no variaban mucho y además, tenías la oportunidad de hablar con las vecinas que había en la tienda y resolver los problemas del barrio. Los maridos los resolvían jugando a las cartas o tomando unos vinos.
Otra cosa, que también se hacía en la tienda de Angelín, era fiar a los vecinos lo que compraban, permitiéndoles pagar al final de mes cuando recibían su paga de la fábrica. El sistema ya sabemos cómo era, se apuntaba en la libreta del vecino lo que había comprado y el coste de ello. Y lo mismo se hacía anotándolo en el libro de la tienda. Aunque también es cierto que esta práctica se fue abandonando.
La tienda estaba pensada como medio de trabajo de Ángel, el hijo mayor de Angelín y Virginia. Pero con el tiempo, Ángel entró a trabajar en la fábrica, y por tanto pasó a ser atendida por Angelín y por Carmen, esposa de Ángel. La tienda siguió cumpliendo su función para los vecinos del barrio, pero las cosas van cambiando. El barrio ya tiene una nueva salida hacia el centro del pueblo, a través de la finca de la Condesa, Ángel nos abandona, Angelín ya tiene muchos años y Carmen, esposa y nuera, ya no tiene fuerzas para seguir con la tienda. Todo ello trae consigo el cierre definitivo.
Estas fueron las tres tiendas que hubo en el barrio, pero en nuestro barrio hubo otro tipo de actividades económicas que atraían a los vecinos del pueblo. Veamos cuales fueron.
Con el paso del tiempo, hubo otra actividad comercial en el barrio. De hecho, en la finca de Julián y Cesárea, se construyó un pequeño edificio que tuvo diversas actividades comerciales, pero que por unas u otras causas no funcionaron y al poco tiempo los negocios cerraron. Creo recordar que fueron un negocio de Video Club, posiblemente otro de golosinas y también, otro relacionado con prendas de vestir. Pero en todo caso no tuvieron gran aceptación en los vecinos del barrio.


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