14 junio 2023

CONSTANCIA “LA CHURRERA

Fue una persona, nacida en el Valle y que se casó con Tomás Donaire. Vivieron en distintas zonas del municipio, pero en un momento determinado se desplazaron a vivir a Madrid. Allí permanecieron un tiempo, pero nuevamente decidieron volver al pueblo e iniciar una nueva vida, y se dedicaron a la venta de churros, convirtiéndose con el tiempo, en un punto de referencia en las fiestas patronales de los pueblos.
Decidieron comprar un puesto de churros que había en la zona de la estación. No tenían ningún conocimiento sobre la materia, pero las pequeñas enseñanzas del antiguo propietario y fundamentalmente el esfuerzo y la experiencia, que poco a poco fueron adquiriendo Constancia y su esposo Tomás, los convirtieron en unos grandes profesionales del tema.
En todo caso los comienzos fueron duros. Había que partir de cero y asistir a todas las fiestas de los valles de los alrededores y eso implicaba cargar todo el material en un carro, tirado por un burro y desplazarse a pueblos del municipio de Los Corrales de Buelna, de San Felices, Cieza y sin olvidar los del Valle de Iguña. Un día antes o en el mismo día del inicio de las fiestas, se cargaba el carro con el mostrador de venta y elaboración, el toldo y los pilares de madera que sostendrían el toldo, a lo que habría que añadir todo el material necesario para la elaboración de los churros: aceite, agua, sal, harina, sin olvidar el azúcar que se echaba en el momento de la venta. Una vez llegado al campo de la romería, había que buscar el lugar asignado y comenzar el proceso de montar el puesto, asegurando su buena sujeción al suelo.
Cuando estaba todo preparado, ya solo quedaba esperar al inicio de la romería. Lo normal era que todo saliera bien, pero había momentos en que todo iba de cabeza. Eran los días en que la climatología era adversa. Lluvia, viento, entonces había que actuar rápidamente para evitar que el viento desmantelara el toldo, los postes, la luz, en definitiva, todo el puesto de churros. Era habitual que todo terminara a altas horas de la noche, cuando los músicos daban por finalizada su actuación. En ese momento se recogía todo en el carro y de vuelta para casa. Esa vuelta no era en ocasiones nada agradable, pues se circulaba por carreteras estrechas y con frecuentes baches Y en ocasiones con agua, vientos e incluso nieve. Y todo acompañado de cansancio, sueño y, al día siguiente, nuevamente lo mismo.
Pero no eran solo las salidas a las fiestas, que se producían a lo largo del año en los pueblos de los valles, también era frecuente ver a Esperanza ir por los barrios del pueblo de Los Corrales vendiendo sus churros. Me cuentan algunos vecinos de nuestro barrio, que frecuente figura de Constancia con un cesto de mimbre, lleno de ruedas de churros que los vecinos salían a comprar. Y sus hijos Tomás, Roberto, Luci y Marisol, fundamentalmente los tres mayores, desde muy pequeños tuvieron que adentrarse en el mundo de los churros. Hemos visto que muchos de los jóvenes del pueblo desde los catorce años comenzaban a trabajar en la fábrica y previamente habían pasado por la escuela. Me contaba Tomás, que él no fue nunca fue a la escuela. Desde muy joven estuvo cuidando ganado por el monte, también cortaba madera para después vendérsela a las panaderías e incluso comentaba que en muchas ocasiones, se vio obligado por la necesidad de ayudar a sus padres, el tener que desplazarse por los pueblos de la zona para vender los churros que fabricaba su madre Constancia. En ocasiones, cuando se desplazaba a Cieza con un cesto de churros, tenía la suerte de encontrarse con la línea de los obreros y conseguía que el chofer le permitiera subir.
Con el tiempo Constancia, pasó a estar más cerca de nosotros, en nuestro barrio. Ella se había quedado viuda, sus dos hijos mayores Tomás y Roberto, ya seguían su camino en el mundo de los churros y a su cargo estaban sus hijas pequeñas Luci y Marisol. Y Constancia decidió casarse con su primo carnal Angelín, conocido por todos como “El pájaro". A partir de ese momento Constancia vivió en el barrio, nosotros tuvimos un nuevo lugar donde escondernos cuando jugábamos y, cosas de la vida, tuvimos las primera Dama de Honor en las Fiestas de San Juan, que vivía en nuestro barrio. Marisol Donaire Fernández fue nombra Dama de Honor en el año 1972.
Muchas son las cosas que nos podrían comentar los Donaires sobre el mundo de los churros y como, poco a poco se convirtieron en un referente en todas las fiestas regionales y también en el Principado de Asturias, concretamente en la ciudad de Oviedo. Pero Tomás y Constancia no solo estarían orgullos de sus hijos por la forma que aplicaron los conocimientos de sus padres en el mundo de los churros, sino `posiblemente el camino que han seguido sus nietos, manteniendo los conocimientos que ellos adquirieron y desarrollaron para sacar adelante a sus hijos.


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