14 junio 2023

MARCELINA DÍAZ ZUNZUNEGUI

Estaba casada con Máximino, conocido por todos como “Moreno” y vivían en la casa nº 4, pegada a la casa de María y Victoriano. Era una familia numerosa con 8 hijos, lo que implicaba hacer frente a los gastos que originaba la compra de la casa, así como alimentar y vestir a toda la familia. Esto hizo que Marcelina, durante mucho tiempo ayudara a Pili, la carnicera, que iba semanalmente al matadero, para sacrificar las tres o cuatro reses que se venderían en su carnicería. Esto significaba que había que limpiar todos los componentes de la matanza y también el vientre de las reses sacrificadas. Para la limpieza de las tripas lo mejor las aguas del rio Besaya, que estaba al lado del matadero. En compensación por la ayuda prestada, Pili daba a Marcelina uno de los vientres de los animales muertos y la correspondiente sangre. Esto es lo que le permitía a Marcelina el hacer morcillas.
Pero no solo se elaboraban las morcillas, era normal que además se elaboraran callos. Todo era para el consumo interno de la familia, aunque se vendían a las vecinas, con las que se tenía más confianza o amistad. Mi madre, Teresa, en ocasiones preguntaba a Marcelina, si le quedaba alguna morcilla, si era que sí, se la compraba y sino no quedaba ninguna de sobra, pues para casa. Otra vez sería.


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