14 junio 2023

ROMÁN QUEVEDO

Trabajaba en la fábrica como oficinista. En determinado momento, decidió ocupar el tiempo libre, para sacar unas pesetas para la economía familiar. La oportunidad se le presentó, cuando Frutos, hijo de Julián y Cesárea, decidió dejar el taxi y la licencia se la compró Román, que tenía coche y carnet de primera, necesario para desempeñar la actividad de taxista.
La actividad de Román, tenía que acomodar su trabajo de taxista al horario en la fábrica.
La parada de taxi, en aquellos momentos, estaba situada en la Avenida José María Quijano, pasando la vía del tren, al lado del quiosco de prensa y enfrente del bar Angelín. Allí se colocaban por orden de llegada, de tal forma, que el primero se situaba entre el quiosco y la pared que separaba la vía del tren, lugar en el que estaba el teléfono que permitía recibir llamadas a los taxistas.
Me cuenta Aquilino, el yerno de Román, que en aquellos momentos los días de mayor trabajo eran los sábados y domingos. En los años 70 era habitual el desplazamiento de las cuadrillas de jóvenes en la dirección Norte y Sur. Los chicos de los barrios de Santander se desplazaban hasta Torrelavega. Estos hasta Los Corrales y los del pueblo se dirigían, bien hacia Reinosa, bien hacia Aguilar de Campo.
Los taxistas del pueblo, entre ellos Román, tenían que llevar a los jóvenes desde el pueblo hasta Reinosa e incluso a Aguilar. Esto suponía un viaje de ida y vuelta, por una carreta como la N-611, estrecha, con muchas curvas, que hacían peligroso y largo el viaje. En ocasiones, Román quedaba con los que había llevado, para volver a buscarlos a altas hora de la madrugada. Es decir que, Román, como otros taxistas, en ocasiones se veía obligado a realizar cuatro viajes, dos de ida y dos de vuelta.
Pero las cosas van cambiando, el taxi da dinero, pero cada vez hay más presión en la familia, para que Román no esté los ratos libres de la fábrica en la carretera, que los sábados y domingos, días de descanso, se los pase conduciendo y la familia no poder disfrutar de su compañía. Todo esto y la nueva normativa municipal que establece, que todos los sábados y domingos tenían que haber dos taxistas de servicio en la parada de taxis. Ahora es obligatorio estar de servicio el día que toca. Todo esto y la reflexión personal de Román, le hace tomar la decisión de abandonar el taxi y dedicar más tiempo a la familia y al descanso.


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