El material de guerra que se fabricará en Los Corrales son las bombas, pero no es algo sencillo, ni tampoco se tiene experiencia en este tipo de trabajo.
El 14 de junio de 1934, el Vocal del Comité, Primitivo González, comunica que las pruebas que se llevan realizadas para la producción de proyectiles, han supuesto un enorme gasto, pero no se han conseguido resultados positivos. Si esta situación se sigue manteniendo, sería conveniente ponerse en contacto con los compañeros de Reinosa para ver si pueden prestar ayuda.
Se fueron encontrando soluciones, pero no conseguirían aumentar la producción. Así el 30 de junio de 1937, el Comité es consciente que la fábrica no puede fabricar más proyectiles de los que se están facturando hasta el momento. Esta situación es necesario ponerla en conocimiento de los organismos oficiales.
Como siempre, desconocemos el resultado de dicha comunicación, pero lo cierto es que, los proyectiles se siguen produciendo en la fábrica. Así el 7 de julio de 1937 el Comité, informa que ha construido un total de 669 proyectiles, con un peso total de 5.460 Kg. Por otro lado, el vocal del Comité, informa que la Comisión que visitó la fábrica, se interesó por saber que si desde aquí se distribuían los proyectiles, a la que se informó que dichos proyectiles son enviados a la Comisaría de Armamentos y Municiones.
El 9 de julio, tenemos noticias de una reunión de Primitivo González con Juan Gómez y Manuel Ruiz, con el objetivo de tratar de ver la posibilidad de aumentar la producción de proyectiles. Piensan, que con los medios que se poseen no es posible producir más de 150 unidades. Pero con tres tornos más, se podrían fabricar unas 200. Pero si dispone de más personal y con las cajas que pueda proporcionar Nueva Montaña, se podría rebasar la cantidad de 400 proyectiles.
Desconocemos si se tuvieron en cuenta las indicaciones de los reunidos, pero en todo caso, quedaba muy poco tiempo, para que el pueblo pasase a manos de los nacionales.
La fábrica no sólo surtía a la República de proyectiles, sino también de otros productos más para el frente. Así es frecuente, el envío de picachones, utilizado por los militares para cavar trincheras o establecer alambradas, como medio de frenar los avances de las tropas enemigas. Pero la fábrica no sólo nutre a los republicanos de armas para bloquear a los nacionales, sino que también fábrica camas para los hospitales para la atención de los heridos. Así el 30 de junio de 1937, el Comité decide no servir más pedidos de camas a los batallones del ejército, hasta que se haya cumplimentado en su totalidad, el pedido de 2000 camas para el Hospital de Sangre.
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