Ingresé en Valdecilla para ser sometido a una intervención quirúrgica en el estómago y, por error, han acabado trasplantándome un riñón. Recién llegado al quirófano fui testigo de la primera discrepancia médica, no compartiendo el mismo criterio el cirujano y el anestesista respecto a si debían suministrarme anestesia general o epidural.
Cuando, tras la operación, se detectó el error, pude comprobar cómo el cirujano echaba la culpa tanto al anestesista, como al de medicina interna y este al médico de familia. Las enfermeras, por su parte, aprovecharon la ocasión para reivindicar viejas aspiraciones laborales y profesionales que tenía pendientes.
Cuánto tienen que aprender los sanitarios de nuestros políticos, donde su profesionalidad está fuera de toda duda, actuado siempre como un equipo perfectamente sincronizado, remando todos al unísono en la misma dirección, tratando de conseguir el máximo beneficio para el pueblo, sacrificando, si es necesario, sus expectativas personales.
Lo expuesto hasta aquí es ciencia ficción por lo que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Quiero agradecer públicamente al Hospital de Valdecilla su gran labor humanitaria, profesionalidad y dedicación al paciente, que hace que los cántabros nos sintamos orgullosos de él, cosa que no puedo decir de nuestra clase política.
A. José Salas en Cartas al Director de El Diario Montañés.
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