Durante mi viaje ferroviario he conocido a numerosas personas que me han dejado huella. No voy a nombrarlas aquí, pero sí quiero describir —¡ojo!, todo seguido, sin puntos ni comas— aquello que tenían en común.
Han sido personas de cualquier condición cuya vida transcurre aparentemente sin ruido ni aspaviento aunque es imposible que todo su saber hacer pase desapercibido porque estas personas ejercen la responsabilidad con todos y cada uno de sus gestos y proclaman a los cuatro vientos su liderazgo en cualquier escenario que adquiere especial relevancia en el de las personas a las que animan a trabajar «con» ellas y nunca «para» ellas y a las que no vencen sino convencen haciéndolas más que miembros de un equipo cómplices en la búsqueda de los mejores logros y también tienen sueños inquietudes y emociones que buscan promueven y sienten sin apenas notarse porque saben escuchar y también ilusionar y aprender y avanzar y rectificar y volver a avanzar y son inteligentes innovadoras honestas cabales tenaces perseverantes y altruistas porque estas personas son grandes personas y todo seguido sin puntos ni comas.
Me encantaría que mi huella ferroviaria —con puntos, comas y algún punto y coma, incluso— pudiera parecerse a esa, pero yo, para bien o para mal, ya la tengo prácticamente construida.
Tú, sin embargo, aún tienes tiempo para reforzar o rediseñar la tuya. De ti depende.
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