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08 diciembre 2020

CALLE CANTEROS DE BUELNA

Cuando nos desplazamos por el pueblo, nos encontramos con algo habitual en muchos de los pueblos actuales: la proliferación de edificios, donde conviven varios vecinos en pisos separados. Viven, o vivimos, en comunidades con una escalera de acceso y ascensor, pero ya en la casa nos encontramos con pequeño balcón y ventanas que permiten el acceso al exterior. También, en nuestro pueblo hay casas, construidas en los años 50 del siglo pasado, por la empresa de Trefilerías Quijano para sus obreros, y que en un primer momento tenían huerto, gallinero y árboles frutales; todo ello permitía una mejor economía doméstica. Con el paso del tiempo, todo fue cambiando las huertas se convirtieron en jardines y los gallineros en garajes para el coche y las bicicletas. 
Pero si nos desplazamos por distintos lugares del pueblo, ya no solo encontramos edificios hechos con ladrillo y cemento, sino con grandes casonas, en las que el material utilizado para su construcción es la piedra tallada, acompañada de la madera y el hierro forjado. Estas casas las podemos encontrar en La Rasilla, en el Corraleo, en la zona de la Aldea, en la Plaza Conde de Mansilla, en zonas de Lombera, sin olvidarnos de la zona de la Cuesta. Algunas son grandes casonas, con portalada de acceso con escudos heráldicos que nos informan de quien vive allí e incluso con una ermita para celebrar actos religiosos, sin tener que asistir a la iglesia del pueblo. Otras son casas menos señoriales, pero las paredes del edificio o del huerto o jardín están realizadas con piedras. 
La materia prima utilizada para la construcción de las casonas, es la piedra. Pero el trabajo de estas no se lleva a cabo mediante máquinas, sino por canteros que dieron lugar a casas que se mantienen con su esplendor en nuestros días. 
La calidad y el prestigio de los canteros del Valle de Buelna, integrado por los actuales municipios de los Corrales de Buelna y San Felices de Buelna, hizo que sus conocimientos fuesen requeridos por todo el país, para la participación en la construcción de todo tipo de edificios, iglesias, castillos, palacios o mansiones nobiliarias. Esta actividad, motivaba que todos los años, una vez terminadas las cosechas se desplazaran a trabajar como canteros allí donde eran requeridos. 
El número de canteros que existen actualmente en el municipio es escaso, ya no hay demanda de sus conocimientos, pero no ha sucedido así en épocas anteriores. Si nos adentramos en el Catastro de Ensenada a través de la mano del libro publicado por Felipe Lucio “Capeli, nos encontramos que una parte de los vecinos del municipio tenían, como medio de vida, el oficio de cantero. Así, por ejemplo en el pueblo de Coó, hay 10 personas a las que se les cita como oficiales de cantero, con edades comprendidas entre los 21 años, como es el caso de José Diez Velarde, hasta los 58 de Tomás González, aunque la mayoría fluctuaba entre los 24 y 40 años. Si nos fijamos en el pueblo de Somahoz, nos encontramos con 8 personas a las que se les cita como cantero u oficial de cantero. Un rasgo que les diferencia con los de Coo, es la edad, la mayor parte de ellos andan por encima de los 50 años, aunque también es cierto, que algunos están en los 20 años. Llama la atención, el hecho de que Tomás González Cavada, de 50 años, además de ejercer el oficio de cantero también lo hace de molinero. En San Mateo, el número de personas que ejercen el oficio de cantero, es bajo si lo comparamos con Coo y Somahoz, pero tienen la ventaja de que tienen un amplio futuro por delante. De hecho sólo se citan tres personas, que tienen el oficio de maestro cantero, siendo el de mayor edad, 34 años, Manuel Pérez de la Rasilla. Manuel de Campuzano tiene 23 años. 
Sí nos llama la atención el número de canteros que se registran en estos tres pueblos del municipio, también la escasez que de los mismos existe en el pueblo de Los Corrales y Barros. En este último pueblo, no hay ninguna referencia a personas que ejerzan este oficio, a lo que se dedican la mayoría de los vecinos del pueblo era a “labrador con un par de bueyes”, siendo un oficio frecuente el de carpintero, de hecho 10 vecinos de Barros lo desempeñan y no podemos olvidarnos el papel que juegan los carpinteros en la construcción de las casas y otras actividades vecinales. Es curioso, que muchos vecinos de Barros desempeñan en Madrid, el oficio de “alojero” que no era sino la venta de aloja, refresco de agua, miel y especias (canela o pimienta blanca). En fin, nada de canteros. 
En el pueblo de Los Corrales, solo hay dos referencias a vecinos que desempeñan el oficio de cantero. Se habla de Tomás Fernández de Arenas, con una edad de 50 años. Se habla de un cantero llamado Juan Manuel de la Riva Velarde que, al parecer, recibía un salario diario de 3 reales. 
Seguro que si nos adentramos en la historia de nuestro pueblo en épocas más antiguas, encontraremos más nombres de canteros. Pero si nos fijamos en referencias más cercanas, podemos saber que la Cruz que existe en el campo de la Iglesia de Los Corrales, saber el nombre del arquitecto de que la diseño, del ingeniero que la revisó u el nombre el maestro de obras que la llevó a cabo. También que hubo canteros que llevaron a cabo la obra trabajando la piedra, sabemos que eran de Buelna, pero ignoramos del nombre de los mismos. Si nos acercamos al pueblo de Somahoz, todos, en alguna ocasión nos hemos fijado en el monumento a Fleming, llevado a cabo con la financiación particular de Pedro Gutiérrez y por la mano del cantero Vicente Gutiérrez. Debió de ser éste un cantero de gran prestigio por cuando realizó varias obras en el municipio. Así, obra suya son las esferas del doble reloj existente en la Iglesia de Los Corrales, los escudos heráldicos de la capilla de San Juan, así como los que existen en la casa solariega de los Quijano. Parece ser que también es obra suya la pila bautismal que existe en la iglesia de San Ramón. 
Seguro que hay gente que todavía trabaja como cantero. En todo caso, fue uno de los oficios con más demanda. No sólo para las casas, sino que hay otras fuentes de trabajo. Ahora las fincas están separadas por alambrados, pero todos hemos conocido las paredes de piedra que separaban las distintas fincas. Estás también eran realizadas por los canteros. Dependiendo de las zonas o las comarcas de cada provincia, estas paredes cambian de forma. Todo ello motivado por lo enseñado por los maestros canteros de cada zona. Las construidas por canteros han pasado a ser algo poco frecuente. 
En fin, el cambio de las calles se ha producido pero, esperemos que no se olvide lo que supuso la División Azul, y la eficacia de nuestros canteros.


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