La verdad es que cuesta trabajo entenderlo. Nos suben las tarifas eléctricas y se nos aconseja que seamos cautos en el consumo energético. Para darnos ejemplo apagan, peligrosamente, las necesarias luces que iluminan las entradas y salidas de la autovía y luego paradójicamente, nos encienden cada vez antes las menos necesarias luces del alumbrado navideño.
Tampoco se nos pasa desapercibido que, para descongestionar el tráfico en el centro de las ciudades, los aparcamientos debían hacerse en el exterior de las mismas. Luego, mediante un transporte público ágil trasladar a los pasajeros al interior, ya que de lo contrario, estamos obligando a todos los vehículos a dirigirse al corazón de la urbe y por lo tanto nosotros mismos nos encargamos de colapsarlo.
Éramos muchos los que nos planteábamos el que se diesen este tipo de incongruencias, pero nos hemos dado cuenta que todas estas medidas, llevadas a cabo por todos los ayuntamientos, tienen como denominador común favorecer sutilmente el consumismo y a la vez beneficiar a los comerciantes del centro de las ciudades.
Se encienden unas luces que favorecen e invitan a comprar, a la vez que se facilita a los consumidores el que puedan acceder con sus vehículos hasta casi la puerta misma del establecimiento.
Aunque algunos establecimientos se costean ellos el alumbrado, lo que si es cierto es que esta iluminación conllevan motivos, cada vez menos festivo-religiosos-navideños y más meramente económicos y consumistas, pero nunca pensábamos en la implicación y complicidad de los ayuntamientos para tales fines.
Tampoco se nos pasa desapercibido que, para descongestionar el tráfico en el centro de las ciudades, los aparcamientos debían hacerse en el exterior de las mismas. Luego, mediante un transporte público ágil trasladar a los pasajeros al interior, ya que de lo contrario, estamos obligando a todos los vehículos a dirigirse al corazón de la urbe y por lo tanto nosotros mismos nos encargamos de colapsarlo.
Éramos muchos los que nos planteábamos el que se diesen este tipo de incongruencias, pero nos hemos dado cuenta que todas estas medidas, llevadas a cabo por todos los ayuntamientos, tienen como denominador común favorecer sutilmente el consumismo y a la vez beneficiar a los comerciantes del centro de las ciudades.
Se encienden unas luces que favorecen e invitan a comprar, a la vez que se facilita a los consumidores el que puedan acceder con sus vehículos hasta casi la puerta misma del establecimiento.
Aunque algunos establecimientos se costean ellos el alumbrado, lo que si es cierto es que esta iluminación conllevan motivos, cada vez menos festivo-religiosos-navideños y más meramente económicos y consumistas, pero nunca pensábamos en la implicación y complicidad de los ayuntamientos para tales fines.
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