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19 agosto 2019

LA NUEVA CAJA DE AHORROS


Si seguimos desplazándonos por la calle en dirección a la vía, antes de llegar al Casino, nos encontramos con un alto edificio, que todos conocemos, en el que se encuentran una planta baja donde se situaba la nueva Caja de Ahorros, encima se halla el Hogar del Jubilado Montañés, que ocupa la toda la segunda planta, y con tres nuevas plantas en la que encontramos 12 viviendas. El acceso a la Caja de Ahorros, al Hogar del Jubilado Montañés y a seis de las viviendas se lleva a cabo por la Avenida José María Quijano. El acceso a las restantes seis viviendas la encontramos en la Travesía de Santa Ana, enfrente de la portalada de acceso al Casino Buelna.
Todo este edificio va a ponerse en funcionamiento a partir del 3 de Junio de 1968. Fue D. Emilio Yllera, director de la antigua Caja de Ahorros, quien procedió a la compra de los terrenos donde se va a llevar a cabo construcción de dicho edificio, siguiendo las indicaciones de la Oficina Central de Santander. La anterior Caja de Ahorros se había quedado pequeña y por otro lado no permitía introducir los cambios que necesitaba la nueva gestión. El cambio provocado por el nuevo edificio no solo se manifestó en el interior del mismo, sino fundamentalmente supuso un contraste total con respecto a lo que había sido toda la zona: casas montañesas, casas de pueblo y ahora nos encontramos con un edificio que rompe toda la estética de la zona: altura, predominio de los cristales, aluminio, persianas y piedras pulidas. En definitiva, ruptura total con lo que había en la zona; una visión arquitectónica innovadora y rupturista.
El interior de la Caja, también ha cambiado, con lo que habíamos observado en la antigua oficina. Es más amplia, toda ella llena de luz motivada por las amplias fachadas acristaladas que permiten ver lo que sucede en el interior y exterior de la oficina. Por otro lado, un espacio dividido en dos zonas por medio de un mostrador que dividía a la oficina al poco de entrar: a la izquierda estaban la zona donde se situaban los empleados que atendían a los clientes y en la parte de la derecha, las filas donde se agrupaban los clientes.
Con el tiempo, se produjo el cierre de la oficina, que se desplazó al centro del pueblo, primero al lado del Ayuntamiento y, cuando éste se trasladó, al lado del Centro Cultural. En la zona de la Avenida la Caja quedó cerrada, aunque manteniendo un cajero automático para resolver necesidades de dinero para los que por allí viven o circulan.
Bien, tenemos muy claro el surgimiento de la nueva Caja de Ahorros, que se construyó en la Avenida José María Quijano, pero ¿qué había en esas zona antes que D. Emiliano Yllera procediese a la compra del terreno donde se construyó dicho edificio? Vamos a ello. Básicamente el espacio ocupado por la nueva Caja de Ahorros, anteriormente estaba formado por varias casas, huertas, almacén o cuadra.
Bar Angelín
De hecho, pegado a la Avenida y en frente a la botica de “Pepito” Pereda, nos encontrábamos con una casa de dos alturas. En ella había un bar y tienda de ultramarinos típicos de la época, que existían en todos los pueblos, y que se han mantenido hasta hace poco tiempo. Era el bar de D. Francisco Camarena, persona con una fuerte lesión en la cara, fruto de las quemaduras producidas por una caída de agua caliente en el bar. Posteriormente, esta persona se trasladó a trabajar a Solvay y el negocio quedó en manos de D. Ángel, conocido en el pueblo por “Angelín”, y su hermano Lipe. Seguía siendo un local en el que se encontraban todas las cosas que en algún momento eran necesarias en las casas y, por otro lado, era el lugar donde los hombres, acabadas sus labores se pasaban por la tasca a tomar un café, una copa o un vino, según la hora, jugaban a las cartas y se relacionaban con los vecinos.
En la parte superior parece ser, que durante un período allí ejercían su profesión dos médicos que atendían a los vecinos del pueblo. Uno era un dentista, llamado D. Manuel Diego Soto y que venía de Santander. Igualmente, aquí tuvo también consulta el doctor D. Pedro Vega, médico del pueblo por cuyas manos pasamos muchos de nosotros, creo recordar que se marchó ya muy anciano y con problemas de salud. Era curioso que en muchas ocasiones una vez terminada su labor sanitaria, se pasaba por la cocina de las casas para probar lo que había de comida. No es mentira, muchas veces lo observé en mi casa y otros lo confirman. Era D. Pedro.
Aquí hay alguna discrepancia con respecto a la zona donde residían los médicos. Hay personas que dicen que en el bar de Angelín, en la parte superior estaba la vivienda de D. Angelín y familia. Por tanto, otros dicen que los médicos vivían en la parte superior de una casa adosada a la de D. Angelín. Cuando los médicos se desplazaron, aquella vivienda pasó ser una casa de comidas que tenía el nombre de Felipa, que era quien la dirigía.
Parece ser que también en esta casa existió durante un tiempo una central de teléfono, que era regentada o atendida por Dª Carmina Varela.
También se habla de que después de terminada la guerra, la parte de debajo de la casa se utilizó para emplazar el Auxilio Social, que trató, en la medida de lo posible, de hacer frente a las carencias que había entre los vecinos.
Casa de D. César Varela y Dª Isabel Peña
Además hay una segunda casa, situada en paralelo a la pared del Casino que da a la Travesía de Santa Ana. Esta casa presenta una huerta importante y después una vivienda. Todo ello era propiedad del matrimonio formado por D. César Varela y Dª Isabel Peña. La madre de Dª Isabel, Tecla para los vecinos de la época, era una persona que se había dedicado a trabajar como cocinera para los Sres. Quijano. Por otro lado, su hija, Dª Isabel era costurera, con lo que incorporaba unas “perras” a la casa y resolvía problemas a las vecinas que no estaban muy ejercitadas en estas funciones. Hay que señalar, que D. Francisco Camarena del que hemos hablado anteriormente, era hermanastro de Dª Isabel. D. César, trabajaba en la fábrica, pero sus opiniones políticas no eran muy aceptadas por la dirección de la fábrica, que no duda en expulsarle de la misma. Durante la guerra, tuvo que permanecer mucho tiempo viviendo recluido en el desván de su casa, lo que hizo que su salud se resintiera y falleciera pronto. Ante esta situación, Dª Isabel, tomas las riendas y además de seguir ejerciendo de costurera, pasa a utilizar la casa como hospedería, de hecho llegó en ocasiones a tener doce o catorce huéspedes en la casa. Aunque la buena de Dª Isabel no dudaba en poner unos precios de acuerdo a las necesidades de cada uno de los huéspedes. Llama la atención, que por el pueblo existía un mendigo al que se conocía como “Madrugas”, persona que no se metía con nadie, que vivía de lo que le daban y que era aceptado por todos. Pues bien, en muchas ocasiones “Madrugas”, encontró el apoyo de Dª Isabel, que le permitía pernoctar en la zona del pajar y le daba comida. Es curioso cómo, también en ocasiones, el bueno de “Madrugas” cuando tenía dinero llegaba a la casa de Dª Isabel y le llevaba una “cajita” de galletas o de bombones.
En todo caso Dª Isabel, consiguió sacar adelante a sus hijos, su esfuerzo se vio recompensando.
La huerta era un elemento muy importante en la economía familiar, pues permitía obtener alimentos que no estaban al alcance de todos. Y al mismo tiempo, servía para ocupar el tiempo y olvidarse de los problemas.
Almacén de vinos
Por la parte de atrás y pegado a la casa de la familia, había un pequeño almacén donde el padre de D. Miguel Ángel Bustos, utilizaba para colocar los garrafones de vinos y demás que abastecían a los bares del pueblo. No debemos olvidar que su hijo continuó también la labor de su padre a lo largo de mucho tiempo.
Lavadero
En este espacio había un lavadero al que iban las personas a lavar sus utensilios o lo que fuese necesario. En todo caso, este lavadero posteriormente fue trasladado al chalet que se construyó el Sr. Varela en la subida a Lobado.
Pegado a la casa y la huerta había una cuadra, y después estaba la casa de Sr. Urreta y su esposa.


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