Los fallecidos por terrorismo (y, por tanto, sus imágenes) no pertenecen a nadie en concreto, han pasado a formar parte del imaginario colectivo, ocurre como con figuras históricas: Jesucristo, la Virgen, Mahoma, nadie puede apropiárselos. Son personajes públicos y su exhibición será buena o mala según intenciones y consecuencias que tendrá que escrutar un juez. Y no solo hay disparidad de criterio político entre los descendientes de fallecidos por terrorismo, como es natural que haya, sino que tampoco sabemos si los fallecidos por ETA aprobarían, o no, las ideas y procederes de sus descendientes, que solo hasta cierto punto representan a sus muertos. Mostrar retratos de fallecidos por terrorismo puede ser "carroñerismo", utilizar muertos políticamente, pero también (y ¿tanto cuesta comprenderlo?) puede ser reivindicar a ciudadanos que nos pertenecen a todos, cuya muerte no tendría que haber sido en vano. Si alguien cree que puede haber monopolio de las víctimas, se equivoca.
Adolfo Palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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