En la China de Mao, éste dijo un día que todos los chinos debían contribuir a la generación de acero, y en muchos sitios se hicieron hornos, precarios, en los que echaron todo tipo de metales inapropiados. La gente desatendió las cosechas, y con el invierno llegó la catástrofe y la muerte. En un reportaje sobre el tema, una mujer decía, a posteriori: "Parece irracional, pero todos participamos entusiasmados". En Cataluña, no sabemos si algún día habrá una toma de conciencia colectiva sobre el disparate de gastar en "embajadas" y tal, cuando el dinero es necesario para los servicios públicos. Pero, si parece que el ser humano no aprende ni de su propia historia, como para aprender de la historia de otros.
Adolfo Palacios González, para Cartas al Director, de El Diario Montañés.
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