Lo primero que debemos indicar es que no siempre la vivienda de los Muñoz estuvo en
donde lo conocimos la mayoría. Al parecer hubo un tiempo que Muñoz estaba en la zona
donde todos conocemos como Fonda Buelna. El Conde Mansilla le planteó al abuelo del actual
Muñoz, que quería hacer una fonda que ocuparía dos casas y le propuso a Domingo la
posibilidad de intercambiar las dos viviendas; así sucedía y por eso esa es la ubicación actual
del comercio. Pero vayamos a situarnos al principio.
Todo comienza con Domingo Muñoz Miera, abuelo de Ángel. Él, de niño vivía en
Torrelavega, estando al servicio de un familiar de José María Quijano, fundador de la fábrica de Los Corrales. Su función era la de proceder a la limpieza de la plata que existía en la casa, había que evitar que la plata se ennegreciese y para ello nada mejor que la limpieza frecuente.
Parece ser que en un momento dado solicitó al dueño de la casa donde trabajaba si podía
hablar con José María Quijano para que le diera trabajo en su fábrica y poder trasladarse a Los
Corrales.
En el año 1893 más o menos ya estaba en Los Corrales viviendo en una parte de la casa
que posteriormente formará parte de la Fonda Buelna. Vivía de alquiler, por una cantidad que
había que pagar cada seis meses.
Ya había contraído matrimonio con Carmen Muñoz Miera, coincidencia, tienen los
mismos apellidos, pero no son familia. Con el tiempo van a tener una familia de 5 hijos de los
cuales dos son mujeres y los restantes hijos.
Domingo parece ser que entró en la fábrica y se convirtió en un buen forjador de
hierro, pero tenía otras grandes cualidades como la de tener el deseo de adquirir
conocimientos.
Así arreglaba máquinas de coser, relojes de pared… En definitiva, todo lo que se
pusiera en su manos.
Con el tiempo, Domingo dejó la fábrica y puso una tienda de las típicas que existen en
los pueblos. Tiendas en las que se vende de todo, menos lo relacionado con alimentos. Se
vendían: máquinas de coser, mercería, puntas, cuerdas, etc. Todo lo que pudiera necesitar uno en casa, en un momento determinado.
Carmen su mujer cumplía, la función de sacar adelante la casa y a los hijos y al mismo
tiempo se dedicaba en su tiempo libre a la costura, o haciendo arreglos de ropa. Una de las
familias para las que ejercía su oficio era para los Quijanos.
El tiempo va pasando, los hijos se van haciendo mayores y deciden emigrar de Los
Corrales hasta Torrelavega, no olvidemos que su padre Domingo provenía de allí. Los hijos se
convirtieron en comerciantes de cierto prestigio centrados en la venta de electrodomésticos,
bicicletas, etc.
Solo uno de los hijos, Arturo Muñoz Muñoz se quedó en el pueblo, con el control del
negocio que había puesto en funcionamiento su padre. La dinámica es la misma, quizá con la
incorporación de nuevos elementos de venta como podían ser el calzado. Con el paso de los
años Arturo conoce a Rosa Fernández Fernández, natural de San Cristobal del municipio de
Arenas de Iguña. Arturo va a seguir trabajando en el negocio y Rosa, como era habitual en
aquella época, se ocupa de la casa, de los niños y ayuda en el negocio familiar. El matrimonio
tuvo dos hijos, uno Ángel Ramón y la otra Mª Carmen.
Arturo decide jubilarse y el negocio pasa a manos de su hijo Ángel, que en unión de su
esposa Isolina Vejo Vejo, se plantean la necesidad de dar una nueva orientación al negocio.
Así, en el año 1964, continúan con la venta productos de droguería y mercería, además de los
relacionados con los piensos para animales y la avicultura (quién no tiene recuerdos de cuando íbamos a la Cooperativa acompañando a nuestras madres, a medio camino nos
encontrábamos con un escaparate en el que se observaban un pequeño número de pollos
comiendo y saltando) y el reparto domiciliario de producto. Rosa e Isolina eran las encargadas
de atender el negocio. Ángel era el encargado de realizar la distribución de los pedidos por
todos los pueblos del municipio y así como en la zona de Cieza, San Felices e incluso hasta la
zona de Arenas de Iguña. De manera extraordinaria, podía hacer repartos un poco más lejanos
si le eran rentables. No podemos olvidar, que en los primeros momentos el medio de
transporte era una Vespa, en la que tenía que transportar dos sacos de pienso 40 o 50 kilos
cada uno.
Durante este periodo Ángel se centró en la distribución de piensos de BIONA, UFAC. El
año de 1975, Ángel toma la decisión de convertirse en distribuidor oficial para todo el valle y
zonas aledañas de Piensos NANTA fabricado por COVANA, provenientes de Valladolid. Esta
“asociación” se mantiene hasta el año de 1985.
Todo cambia en el año de 1985. Ángel y su esposa deciden dar un paso hacia adelante
en su negocio. Existe una mayor demanda y el local se había ido quedándose pequeño. De
hecho, hasta ese momento habían tenido un pequeño almacén en la zona del Corraleo. Así
deciden ampliar el negocio, sabiendo que no pueden hacerlo en la zona, por lo que compran
un bajo en la zona de la Calle Felisa Campuzano, en La Pontanilla. Allí van a establecer su base
de distribución de piensos y productos relacionados con el campo. Al mismo tiempo tomaron
otra decisión: abandonan la distribución de Piensos NANTA y se decantan por convertirse en
distribuidores oficiales en la zona de Cantábrica de Piensos, S.A., CANPISA asentada en
Requejada.
El trabajo se multiplica, ya no se puede hacer frente a todo éste, así que Isolina se centra en el establecimiento de la Avenida José María Quijano, mientras se Ángel se centró en la distribución de piensos. La distribución se complica, ya no es posible hacerla con la Vespa y
se adquiere una furgoneta de tipo Mercedes para la distribución. Por otro lado, ya no es
posible hacer frente uno solo a la distribución de los pedidos y atender el almacén, así que
deciden contratar un obrero que les ayuda a llevar a cabo la labor.
Los años pasan, llega la edad de la jubilación y, en enero de 2006, Ángel tiene la suerte
de poder alquilar el almacén de La Pontanilla. Pero, en cambio el comercio de la Avenida José
María Quijano, va a seguir funcionando durante un periodo un poco más largo, dado que
Isolina tenía que cumplir los años de cotización para percibir la jubilación.
Al final la Mercería Muñoz, que había tenido un gran peso en la vida de la Avenida,
desaparece. Ángel e Isolina han llegado a la edad de jubilación, es el momento de disfrutar de
la vida, han cumplido sus objetivos, su hija Olga se decantó por la enseñanza de idiomas, en el
mismo pueblo, concretamente en el Colegio de La Salle, donde muchos estudiamos durante
años.
Casa Muñoz, como otros comercios, cerró sus puertas. Y una parte de la “historia” de
nuestra calle se cerró.
1 comentario:
He aquí el artículo que yo esperaba, el dedicado a "casa Muñoz". Mi tienda preferida en esa avenida. Donde mi abuela compró unos pollos que serían, supongo, las gallinas que luego tuvimos en el gallinero.
Pero, alto, ¿me estás diciendo que ese establecimiento estuvo en activo hasta más acá del dos mil seis? Si yo creía que no llegó abierto al siglo veintiuno...
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