Pasando la Joyería González, y antes de llegar a la entrada de la fábrica, nos encontramos con la casa de Augusto San Juan y su esposa Pilar Salas. Familia que se componía además de 7 hijos. No sé por qué razón el Señor San Juan, siempre tuvo para mí un aire de cierta distancia y al mismo tiempo me llamaba la atención.
A medida que me he ido acercando a su persona a través de sus escritos y lo que me han informado quienes estaban cerca de él, más me ha llamado la atención.
Al parecer era una persona, que natural de Comillas, y que tenía familia, un tío, en Somahoz, al que en ocasiones visitaba. Es durante la Guerra Civil, cuando San Juan se instala en el pueblo de Los Corrales.
San Juan, va adquiriendo un fuerte prestigio en el pueblo, pues llegó a ocupar durante cuatro años el puesto de Alcalde del municipio, siendo él quien voluntariamente cesa en el cargo. De hecho, accedió al cargo en el año 1941 y siguió ejerciendo sus funciones de alcalde hasta el 21 de agosto de 1946.
Hemos visto, que San Juan jugó un papel importante, tanto en la fábrica como en el Ayuntamiento y también desde otros puntos de vista. Así, si nos fijamos durante varios años, colaboró en los programas de fiestas del pueblo. He tenido la suerte de que mi padre Jesús guardara muchos de los programas de las fiestas del pueblo y del Municipio. A partir de aquí, he podido consultar cuatro programas de las Fiestas de Ntra. Sra. de la Cuesta. Agosto. En concreto los años 1968, 1969, 1970, 1971. En todas ellas aparecen los escritos de San Juan, relacionados con la poesía u otros temas. En los tres últimos años además de escribir actúa como “colaborador” del programa.
También en el programa de Fiestas de San Juan. 1973, tiene unas aportaciones de poesía y otros escritos. A partir de este año, no hay más referencias en los programas de fiestas.
Por último, no podemos olvidarnos de algunas otras cosas del San Juan que le hacían singular. Por un lado, el temple y refinamiento que mostraba en el juego de billar, como ya hemos hablado anteriormente en el Casino. También jugaba muy bien al ajedrez, aunque no puede presenciarlo. Igualmente, tenía un perro que, a algunos como a mí, nos daba miedo, pero lo cierto es que nunca le vimos ser agresivo con nadie. Y su dueño le tenía mucho aprecio, y era consciente de la bondad de dicho animal, pues no duda en escribir y publicar un poema titulado “Mi perro", a quien define como un boxer sin pedigrí, de nombre Bull y de características muy pacífica.
Como vemos San Juan, era una persona que llamaba la atención, por muchas cosas muy positivas, aunque también hay que decir que en ocasiones era un poco distraído, cuentan que en una ocasión salió de su casa en busca del periódico y después de comprarlo se montó en el tren y se fue hasta Santander, cuando llegó, se dio cuenta que estaba en Santander y que no tenía nada que hacer, así que no le quedó más remedio que volver a coger el tren para regresar a casa. No pasa nada, todos tenemos un día equivocado.
No podemos olvidarnos de que las cuatro casas que hay en esta zona, de construcción muy similar y con amplio jardín pertenecían a la fábrica. Cuando ésta decide ponerla en venta, en el año 1976, la señora Mª Pilar Salas procede a su compra. Con el paso del tiempo, la casa fue comprada a la entonces propietaria, por Fidel Guitian y su esposa Yolanda Lahera en el año de 1995. Los nuevos propietarios introdujeron algunas innovaciones, pero manteniendo las características del edificio. Es curioso que esta calle, cuyo nombre fue desde hace mucho tiempo Avenida Calvo Sotelo, pero a partir de la aplicación de la Ley de Memoria Histórica ha pasado a denominarse Calle Fundidores, hay cuatro casas de las mismas características, que en su tiempo pertenecieron a la fábrica, y que actualmente tres de ellas fueron compradas por los hermanos Guitian. Familia de 4 hermanos, dos mujeres y dos hombres, tres de los mismos residen en el pueblo, y la hermana mayor en Madrid. Familia muy conocida y apreciada, que se dedican a distintos trabajos y al mismo tiempo tienen negocios comunes de gran prestigio dentro de la hostelería.
1 comentario:
No es que no tuviera nada que hacer en Santander, es que llegó y no se acordaba de a qué había ido, por eso se volvió. Era, no obstante, un hombre de gran inteligencia, según tengo entendido.
Otro síntoma de despiste, según me contó mi padre, Jesús Palacios, es que una vez en un cine, al cambiar de zona de butacas y pasar por el pasillo, se arrodilló y se persignó en dirección a la pantalla. Supongo que fue verdad, aunque no sé yo cuánto se inventaba mi padre, porque yo a veces me he inventado cosas con mis alumnos, a lo mejor lo saco de él.
Espero que este par de detalles no molesten a sus hijos, en concreto a Abel, que fue amigo mío cuando éramos pequeños y que, la última vez que supe de él, trabajaba de médico en Valdecilla. Recuerdos para él si lee esto.
Decir también que conservo una foto de mi padre andando por esa calle en bicicleta (como por enfrente de la "joyería González"), creo que al comienzo de los años cincuenta, y se aprecia un árbol de gran porte entre la esquina de la casa de Augusto San Juan y la portería de la fábrica, digamos justo en medio de donde ahora desemboca la calle que viene desde el antiguo ambulatorio y el "campo Silos". Ese árbol debía de estorbar mucho, o quizá esa calle no era como la hemos conocido después. ¿Existía acaso, esa calle?
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