A partir del momento en que el local queda libre, la organización sindical CC.OO se plantea la posibilidad de trasladarse de su local situado en la Calle Almirante Pero Niño, cerca del Gimnasio de Taladrid y encima de la sastrería Álvarez. La dirección de CC.OO valora positivamente hacerse con la propiedad del local y así sucede. ¿Año en el que se produjo la compra y traslado? No he sido capaz de saberlo, pero lo cierto que allí sigue.
Lógicamente, toda su actividad se ha centrado en la actividad sindical, muchas personas son
las que han trabajado en la sede, pero cuando hablas con la gente o lees, hay personas que
parece que tuvieron y tienen un fuerte peso en el sindicato. Una de ellas, con la que nunca he
hablado, pero siempre he leído las cartas que con frecuencia enviaba a los periódicos, ha sido
Reinaldo Díaz Lobeto, relacionadas con acontecimientos del pueblo; aunque hay que decir,
que eran frecuentes sus escritos en los programas de fiestas, pero con proyección literaria.
Reinaldo nació en Coó, de hecho estudió allí y creo que escribió un libro sobre sus vivencias de
niño en dicho pueblo; posteriormente, como muchos jóvenes del valle, pasó a trabajar en la
fábrica de Quijano, y posteriormente tomó las riendas del sindicato, con el que estaba
identificado. No siempre coincidí con las ideas de sus escritos, pero me han enseñado a valorar
todo lo que cada uno piensa y expresa. Creo que el sindicato CC.OO está agradecido a Reinaldo
y lo mismo todo el movimiento obrero.
Hay más personas, por ejemplo Roli, Críspulo… Pero para mí, una de las personas que
más me ha marcado ha sido Angelín, amigo de mi familia, siempre con mi padre, con mi
hermano, y yo tuve la suerte de hablar muchas veces con él. Siempre con ideas políticas claras,
y con una coherente conciencia obrera. Muy involucrado con sus ideas, dispuesto a estar en
donde debía estar, si había que ir a Madrid allí estaba Angelín, defendiendo sus ideas, pero con
una enorme capacidad de hacer valoraciones teniendo una mente abierta a todo lo que
opinasen los demás. Muchas veces, hablamos de cómo había pasado la guerra, estuvo en el
bando de los perdedores; su padre prisionero en el Cine Hispania, fue apaleado en el “prao” de
la Condesa; su madre creo que estuvo prisionera en Torrelavega y él, con pocos años, tenía
que desplazarse a Reinosa y a otros pueblo del sur a conseguir dinero para vivir. Con todo lo
que sufrió, nunca perdió su objetividad y me indicaba: “José, tú has estudiado Historia, pero yo
la he vivido y te puedo decir que todos cometieron barbaridades, todos sufrimos y, así todo,
hemos conseguido salir adelante”. A partir de aquí, dejé de explicar la Guerra Civil a mis
alumnos, les pedí que hablaran con sus abuelos, que vieran como pasaron la guerra. Poco a
poco, vieron que en muchos casos, sus abuelos habían estado en bandos distintos y todos
habían sufrido. Una vez que habían tenido un acercamiento a la guerra a través de la visión de
sus familiares, ya me podía centrar en profundizar en la Guerra Civil.
Ésto se lo debo a Angelín, que creía que se podían tener ideas diferentes, pero eso no
debía significar el alejamiento de los mismos. Creo que era una persona impresionante.
Quizás me he alejado de nuestro objetivo de la Avenida José María Quijano, pero
Angelín, fue una persona que me contó muchas cosas, que me hizo ver las cosas de manera
diferente y algunas veces me propuso escribir sobre lo que él me contaba. Pero eso es otro
tema. Gracias Angelín.
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