El Tiempo en Corrales de Buelna,Los

16 marzo 2020

SEGUNDO DÍA DE CONFINAMIENTO


1 comentario:

Adolfo Palacios Glez. dijo...

Desde hace décadas nos hemos ido acostumbrando a una vida cada vez más ocupada y más acelerada, sobre todo desde que la entrada de las cadenas televisivas estadounidenses, en inglés, y luego las privadas en español, nos infundieron un ritmo que antes no teníamos, en este país que provenía de una posguerra tercermundista. Normalmente, al menos las personas que tenemos trabajo, ahora procuramos que las cosas que hacemos duren lo menos posible; porque luego hay que hacer otras cosas. Muchos han olvidado, o ni siquiera ya saben, que antaño los niños por ejemplo se podían tirar una tarde de bolos sentados bajo los plátanos de Indias, con sus mayores, sin más que hacer que mirar, oír, y quizá mascar un chicle o barajar unos cromos. ¿Por qué era posible eso?: Porque, después, no había nada; sabíamos que después, en casa, o donde fuera, no iba a ocurrir nada más. Así que la partida de bolos, lo que hoy es un tostón (incluso para mucha gente mayor), era toda una celebración, un regocijo. Si lo era realmente o no, queda a la subjetividad de la percepción humana. Bien, pues, ahora, con la reclusión por el coronavirus, si tienes poco que hacer en casa puedes hacer un descubrimiento antropológico; y es cómo, en las tribus y sociedades preindustriales, durante milenios, la gente se afanó, no por que las actividades durasen lo menos posible, no por "ventilarlas" ya y justo, sino lo contrario, por que durasen... lo más posible. Y esa extensión, "artificiosa", de las actividades, creo que es lo que propició (junto a la inspiración artística, el amor a los hijos y otras cosas) por ejemplo la artesanía y el "gran arte", generó el desarrollo una cultura tan primorosa, con tantos sustratos, con tanta riqueza.