Algunas calles de Santander amanecen horrendas tras las celebraciones festivas, y surge entonces el concepto de disolución de la responsabilidad. Ya sabemos, y experimentos de décadas lo confirman, que no nos comportamos igual en grupo que solos; pero reaccionar arguyendo eso, no me parece científico. El individuo se plegará a la mayoría (y lo hará más, o menos, según la cultura local), pero la dirección general dependerá de la ética dominante en una masa crítica o carismática. No siempre que hay grupo, los resultados son como aquí estamos viendo. Y además, por estos mismos lares, hemos vivido tiempos en que los efectos eran otros. Estudiar por qué la dirección tomada acaba siendo esa, y por qué en estos tiempos tiene, para muchos, más sentido manchar la calle que respetarla, debería ser el objeto de estudio. A veces los profesionales del comportamiento, por querer explicar los fenómenos, se convierten en justificadores; deberían aplicarse a estudiar el porqué del declive de ciertos valores, y a cómo potenciar el poder de la voluntad. Y, por cierto, no es éste el único ámbito donde el incivismo se manifiesta, aunque sea el más aireado.
Adolfo Palacios para Cartas al Director, de El Diario Montañés
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