La Vijanera se vistió hoy con su mejor traje para encandilar a los miles de personas que se acercaron a Silió (Molledo) para celebrar una veterana Fiesta de Interés Turístico Nacional que se estrenaba como Bien de Interés Cultural Etnográfico Inmaterial, una decisión tomada en 2021 que por fin se pudo sacar a la calle este domingo.
Una celebración enraizada en los ritos ancestrales de Cantabria organizada por la Asociación Cultural de Amigos de La Vijanera, que quería regresar en esta edición ofreciendo una imagen renovada, fruto de los años de reposo que han servido para ahondar en su historia, y el resultado no decepcionó a nadie, como ratificaron tanto quienes se estrenaron en la mascarada de Silió como los más habituales, que se dejaron sorprender por más personajes que nunca, más trajes, más máscaras y una apuesta decidida por acercarse cada vez más y mejor al origen de la fiesta.
El día comenzó feo y las previsiones meteorológicas no acompañaban, pero a medida que el tiempo mejoraba los aparcamientos se iban llenando. Al final, como se esperaba, fue un atracón de público, calles, plazas, rincones abarrotados. Los augurios lo habían avanzado y se esperaba una Vijanera multitudinaria como así fue. Miles de personas colapsaban las calles de Silió ya antes de partir la comitiva y luego, en su afán por seguirla, dejaban poco margen para atisbar, siquiera de lejos, los movimientos de los 160 integrantes del desfile, más de 80 trajes distintos, 50 zarramacos de todas las edades, 500 campanos sobre el terreno. Son los números de una fiesta que fue seguida muy de cerca por expertos en turismo y en mascaradas de toda la península Ibérica, interesados en vivir, saborear la Vijanera, comprobar el porqué del prestigio de una celebración que ya se conoce en todo el mundo.
Una celebración enraizada en los ritos ancestrales de Cantabria organizada por la Asociación Cultural de Amigos de La Vijanera, que quería regresar en esta edición ofreciendo una imagen renovada, fruto de los años de reposo que han servido para ahondar en su historia, y el resultado no decepcionó a nadie, como ratificaron tanto quienes se estrenaron en la mascarada de Silió como los más habituales, que se dejaron sorprender por más personajes que nunca, más trajes, más máscaras y una apuesta decidida por acercarse cada vez más y mejor al origen de la fiesta.
El día comenzó feo y las previsiones meteorológicas no acompañaban, pero a medida que el tiempo mejoraba los aparcamientos se iban llenando. Al final, como se esperaba, fue un atracón de público, calles, plazas, rincones abarrotados. Los augurios lo habían avanzado y se esperaba una Vijanera multitudinaria como así fue. Miles de personas colapsaban las calles de Silió ya antes de partir la comitiva y luego, en su afán por seguirla, dejaban poco margen para atisbar, siquiera de lejos, los movimientos de los 160 integrantes del desfile, más de 80 trajes distintos, 50 zarramacos de todas las edades, 500 campanos sobre el terreno. Son los números de una fiesta que fue seguida muy de cerca por expertos en turismo y en mascaradas de toda la península Ibérica, interesados en vivir, saborear la Vijanera, comprobar el porqué del prestigio de una celebración que ya se conoce en todo el mundo.
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