Estaba casada con Cándido González y vivieron en la última fila, en la casa nº 59. La vida les iba bien, como al resto de los vecinos del barrio, tenían casa, dos hijos y el trabajo les permitía hacer frente a los gastos de la casa. Pero las cosas cambiaron radicalmente cuando Cándido murió de repente.
Las cosas se pusieron difíciles, una casa por pagar, dos hijos y una pensión de viudedad. Pilar se le vino el mundo encima, pero decidió tomar las riendas del problema y comenzó a buscar trabajo. Y lo encontró.
En un primer momento, estuvo trabajando en el Mesón Riojano. Muchos ratos pasamos en dicho mesón, en nuestra infancia, acompañando a nuestros padres y posteriormente en nuestra juventud. Era un mesón, situado en el edificio donde hoy está Lupa, a la altura de la actual Sastrería Álvarez. En un primer momento, el bar estuvo en manos de un matrimonio formado por Manuel y su esposa, que tenía un pequeño caniche de pelo negro que era la atracción de los niños pequeños. Creo recordar que su nombre era “Litri”. Posteriormente el local fue alquilado por Juan y Josefa. Cuando Juan falleció todo el peso del mesón quedó en manos de su esposa Josefa, aunque también es cierto que contó con el apoyo de sus cuatro hijas: Esperanza, 12 años; Consuelo, “Chelín”, 11 años; Josefina, 8 años e Ignacia, 5 años.
Este es el primer lugar, donde Pilar trabajó. Era un trabajo que llevaba mucho tiempo, muy laborioso, y además después había que atender la casa y los estudios de los hijos. Así que Pilar, decidió buscar un nuevo trabajo y efectivamente lo consiguió. Estaba ligado al trabajo doméstico, pero más tranquilo y llevadero, a pesar de la responsabilidad que eso implicaba. Comenzó a trabajar en la casa de Maruja Méndez y su esposo. Ellos vivían en La Aldea, en una preciosa casa, que últimamente está muy deteriorada pues lleva tiempo deshabitada, ni nadie se preocupa por ella.
El marido era maestro y Maruja tenía un gran prestigio en el pueblo. De hecho, puso en funcionamiento la revista orientación cristiana “Comunidad en marcha”, que tuvo una enorme aceptación en el pueblo. Era una revista, en la que se informaba de todo lo que sucedía en el pueblo y en la que participaban muchos jóvenes del mismo.
En este ambiente trabajaba Pilar, un ambiente ligado a la cultura. Ella trabajaba para que el matrimonio se dedicara a sus quehaceres ligados al pueblo.
Pero decidió dejarlo y fue contratada, para cuidar de la madre de los hermanos Varela. No olvidemos que uno de los Varela, dejó el pueblo y se trasladó a Madrid, donde triunfó en el mundo de los materiales de la construcción y se construyó una bonita casa en la subida a Lobado (Ahora decimos Lobao, pero en las Actas municipales y otros documentos de épocas pasadas, se llama Lobado). La función de Pilar, era conseguir que dicha señora estuviese bien atendida y que pasase el tiempo lo más tranquila posible.
En todo caso Pilar había conseguido su objetivo, sacar a sus hijos adelante, mantener la casa y que la familia siguiera funcionando como si el cabeza de familia, Cándido, no hubiese desaparecido.
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