El Tiempo en Corrales de Buelna,Los

24 septiembre 2009

HOMENAJE A AQUELLAS MUJERES ......

MILES DE HOMENAJES
Cantabria de siempre fue considerada una región ganadera donde sus habitantes ejrcían tradicionalmente una doble actividad, el trabajo de 'fijo' en la fábrica y el cuidado del ganado y el campo en casa. Esta compatibilidad de ocupaciones para mejorar la economía familiar necesitaba la presencia de una persona que sustituyera la ausencia del hombre en el 'día a día'. Estas tareas las asumieron las mujeres, el auténtico pilar en el que sustentaba y aún se siguen sustentando, aunque cada vez sean menos, estas pequeñas explotaciones familiares. A veces para ser feliz hay que volver a ser niño y a mi aún me parece oír el sonido que hacía el 'Tío' -mí tío Manuel, un 'obrero mixto' que compaginaba la carpintería con una pequeña explotación agro-ganadera- cuando 'picaba' el dalle. Aquel golpeteo de la 'pica' era el preludio de un día fascinante. En el prao sacaba de la 'colodra' la pizarra volvía a afilar y comenzaba a segar dejando tras de sí los 'lombios' de verde que yo intentaba 'atropar' y cargar en el carro. ¡El regreso me parecía triunfal! A la hora de ordeñar se sentaba en un taburete debajo de las ubres de las vacas con un caldero entre las piernas. En aquella labor diaria mi aportación -que creía imprescindible-, era colocar en fila de a 'uno' las ollas de la leche. Lo mágico comenzaba cuando el chorro de leche golpeaba contra el fondo de zinc. ¿De dónde salía tanta leche? Cuando me 'asomaba' para ver cómo iba el caldero, mí tío, que adivinaba la proximidad me 'enchufaba' con la teta de la vaca. En aquella lucha por lo básico hay que destacar a las mujeres. A todas ellas habría que rendirlas 'miles' de homenajes. En la mies aún creo ver a la 'Tía' -mi tía María- 'despuntando' el maíz, haciendo 'brazaos' de puntas verdes que ataba con las hojas y los transformaba en 'coloños' para las vacas. 'Iba' a la hierba, esparcía el abono, recogía las alubias, las patatas. Segaba, ordeñaba... y 'sacaba' tiempo para que siempre hubiera rosas en la entrada de la casa. Aquello que desde mi ingenua visión infantil me parecía un 'taller' de naturaleza, con el tiempo me di cuenta que era puro trabajo. Trabajo diario, duro, y necesario por pura 'necesidad'. Fui feliz, y me hicieron feliz...y hoy que escribo estas líneas también he vuelto a ser feliz.
Fuente: El Diario Montañés

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