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16 septiembre 2020

CALLE BATALLA DEL EBRO / CALLE ALTAMIRA

Esta calle durante mucho tiempo, tuvo una fuerte actividad comercial; actualmente poca actividad se observa. En todo caso va desde la zona de acceso a la ubicación del mercado semanal, hasta la zona donde antiguamente se situaba el Mercado municipal, ahora ocupado por el patio infantil en la Plaza Almudena Ruiz Pellón. 

Calle Batalla del Ebro
A lo largo de la Guerra Civil, hubo acontecimientos militares que dejaron una impronta muy grande en todos aquellos que participaron en los mismos o los sufrieron directamente. ¿Quién no se acuerda de haber oído de la toma de Badajoz, la resistencia del Alcázar de Toledo, del bombardeo de Guernica y, en menor medida del bombardeo de Cabra, en la provincia de Córdoba. Es evidente que todos dejaron una impronta en los que lo sufrieron. 
Pero la Batalla del Ebro, nombre que tenía la calle de nuestro pueblo, fue un acontecimiento transcendental en el devenir de la Guerra Civil. Antes del inicio de la batalla del Ebro, los objetivos de los dos contendientes eran distintos. 
El Presidente de la República, Juan Negrín, era consciente de la necesidad de prolongar la guerra, dado que la situación europea parecía que iba encaminada a un enfrentamiento entre Inglaterra y Francia contra Alemania, y esto supondría la ruptura de la neutralidad de las dos primeras, lo que favorecía los intereses de la República española. 
Por otro lado, el objetivo del general Franco, era acabar definitivamente con el ejército republicano. Posiblemente, si se el ejército nacional se hubiese centrado en la toma de Barcelona y no en la zona del Ebro, la guerra civil se hubiera acabado primero. Pero no fue así. 
Fue una batalla planificada y llevada a cabo por el ejército republicano, con el objetivo de frenar el avance de las tropas nacionalistas sobre la ciudad de Valencia. Parece que en un principio, los republicanos tuvieron buenos resultados, logrando atravesar el rio Ebro, pero poco a poco, las cosas fueron tomando un rumbo diferente, acabando con la derrota del ejército republicano. 
La batalla tuvo una duración de varios meses, desde el 25 de julio al 16 de noviembre de 1938, en el territorio comprendido entre las Tierras Altas de la provincia de Tarragona y la zona de Mequinenza en la provincia de Zaragoza. Al mando de ambos ejércitos, estuvo el General Vicente Rojo por parte de los republicanos y, el General Juan Yagüe, por parte de los nacionales. 
La guerra, al principio, fue favorable para los republicanos, pero las cosas fueron cambiando hasta llegar la derrota de los mismos. Muchos muertos, unos 30.000, muchos heridos, unos 60.000; muchos prisioneros y desaparecidos; la salida de las soldados extranjeros,…. En definitiva, las puertas abiertas para el triunfo de los nacionales. 
Este triunfo, y en recuerdo de los fallecidos, hizo que en muchas calles de España, y en nuestro pueblo tuvieran el nombre de esta batalla. 
Con la Ley de Memoria Histórica, este nombre se cambió. 

Calle Altamira
Este es el nombre que se colocó en la calle. Evidentemente, el nombre es más conocido que el de la Batalla del Ebro y también no tiene nada que ver con la guerra. Es un nombre, que tiene relación con una de las manifestaciones del arte llevado a cabo por los hombres. Altamira es, como todos aprendimos cuando éramos niños, en la escuela uno de los principales yacimientos de Arte paleolítico que existen en el mundo, y por supuesto el más importante dentro de España. 
La cueva fue descubierta por Modesto Cubillas, pero no se le dio importancia dada la cantidad de cuevas que existen en la zona. Hay que esperar al año 1876, cuando María acompañando a su padre Marcelino Sanz de Sautuola, descubre la sala de las pinturas. Fue un gran descubrimiento, pero la comunidad científica de la época, fundamentalmente la francesa, no lo considera como tal. Hay que decir, que si bien en España hubo defensores de Sautuola de la autenticidad de las obras, como es el caso de Juan Vilanova y Piera o Miguel Rodríguez Ferrer, otras instituciones españolas de gran prestigio no dan validez a dicha valoración. De hecho, los estudios llevados a cabo por la Institución Libre de Enseñanza y la Sociedad Española de Historia Natural, emitieron informes desfavorables de dichas obras como pertenecientes a los hombres prehistóricos. 
Habrá que esperar, a que en Francia comiencen a aparecer cuevas con pinturas y grabados, con las mismas técnicas y los mismos motivos pictóricos, para que se vaya consolidando la idea de lo defendido por Marcelino de Sautuola. Hay que resaltar, el trabajo de investigación realizado por el Abate Henri Breuil, que dejó fuera de toda duda que las figuras pintadas y grabadas que aparecían en las cuevas de España y Francia, habían sido realizadas en la época prehistórica. La controversia que había mantenido con respecto a las pinturas de Altamira, desaparece cuando, en 1902 Émile Cartailhac, uno de los grandes opositores al carácter prehistórico de tales pinturas, publica el artículo “La Cueva de Altamira: Mea Culpa de un escéptico”. 
Marcelino Sanz de Sautuola, no lo vio en vida. Pero nos dejó de un legado, por el que luchó desde el momento que tuvo acceso a él. Miles de personas han pasado por sus salas para descubrir de lo que eran capaces los hombres prehistóricos. Actualmente, las pinturas originales tienen difícil acceso, problemas de contaminación, pero ahí está la réplica que nos acerca a la realidad. Y si no se ha tenido la suerte de verlas al natural, muy cerquita nuestro de pueblo está la Cueva de Hornos de la Peña. 
En cualquier caso buena idea de la Corporación municipal del establecer una calle con el nombre de Altamira. Solo un pero, la placa del nombre de la calle se podría haber puesto de manera que se viera mejor, no atravesada por un canalón.


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