Esta calle está situada al final de la Calle Condesa Forjas de Buelna, girando a la izquierda, nos encontramos a mano derecha con una calle corta, que surge entre bloques de edificios de distinta arquitectura, construidos por Trefilerías Quijano para sus obreros. A mano derecha, nos encontramos con dos bloques de edificios cada uno de los cuales contiene cuatro viviendas, en su momento con sus correspondientes huertas y gallineros, posteriormente, transformados en jardines y garajes. A la mano izquierda, nos encontramos un alargado edificio con casas de dos alturas. Al final la calle termina sin salida, frente a uno de los muros de la fábrica de Trefilerías Quijano.
A lo largo de su existencia ha tenido dos nombres: General Díaz de Villegas y Monte Fresneda.
• Calle General Díaz de Villegas.
José Díaz de Villegas y Campuzano, nace en marzo de 1894, en el pueblo de Corvera de Toranzo, en Cantabria. Pertenece a una familia acomodada, con familiares dentro de la vida militar. De esto hace que se decante por ella como forma de vida. Aunque, también es cierto, que termina la carrera de Derecho en la Universidad de Oviedo.
Posteriormente, ingresa en la Academia de Infantería de Toledo, donde termina con el número 1. La misma calificación obtendrá cuando, posteriormente, se graduó en la Escuela del Estado Mayor.
Al estallar la guerra del Rif, Marruecos, José Díaz de Villegas es trasladado allí donde va a entrar en contacto con el mundo colonial de España en el continente africano.
Cuando se proclama la Republica, jura fidelidad al nuevo régimen y 1931 es nombrado profesor de la Escuela Superior de Guerra. Poco a poco, se fue distanciando de la República, acercándose a las ideas de los que conspiran contra el nuevo régimen. De hecho, cuando estalla el golpe de Estado, se manifiesta a favor de las ideas de los nacionales, y sin poder hacer nada a favor de los nacionales en Madrid y sin posibilidad de desplazarse a la zona sublevada, busca refugio en las embajadas que existían en la capital, en caso contrario, parece ser que hubiese tenido pocas posibilidades de sobrevivir, era un objetivo de los republicanos.
Terminada la Guerra Civil, tiene un cierto peso dentro de los que controlan el gobierno, pero hay una “pequeña mancha” en su historial militar, no ha participado en la guerra, la ha pasado aislado en Madrid. De aquí que su objetivo será participar en la División Azul que va a luchar con los alemanes en el frente ruso. Fue destinado, a principio de 1943, a la División Azul como Jefe del Estado Mayor en el frente de Leningrado.
Posteriormente, cuando las cosas van cambiando, regresa a España, donde va a tener una estrecha relación con Carrero Blanco, mano derecha de Franco y con enorme poder dentro del Régimen. No podemos olvidar, que ambos nacieron en la misma tierra, Cantabria.
Su carrera militar fue creciendo, pero Díaz Villegas fue algo más que militar. Fue una persona enamorada de la historia y de la geografía desde el punto de vista militar; fue un impulsor de la propaganda del papel de España en África. No debemos olvidar, que en aquellos años, a España ya no le quedaba nada de su amplio imperio colonial, que había tenido desde 1492, con el descubrimiento de América, hasta 1898 con la pérdida de Cuba y Filipinas. Ahora solo quedaban las pequeñas posesiones del Protectorado de Marruecos, Fernando Poo, Rio Muni, Ifni y el Sahara español. José Díaz Villegas un militar, al que se va a poner al frente de la política colonial del franquismo. De hecho en 1944, va ser nombrado Director General de Marruecos y Colonias.
Además de su trabajo con las colonias, José Díaz Villegas, dedicó parte de su tiempo a la publicación de libros, a dar conferencias, o publicar artículos en la prensa de la época. En la mayoría de las ocasiones relacionadas con la política colonial. En todo caso, el año de 1968 el entonces General José Díaz de Villegas, fallece.
La Corporación municipal de Los Corrales de Buelna, considera oportuno dar el nombre del General Diaz de Villegas a dicha calle.
• Calle Monte Fresneda
En su momento, la Corporación municipal, decide cambiar el nombre de dicha calle para denominarla Monte Fresneda. Ya hemos visto, que dicho General no participó en la guerra, pero fue un firme defensor de las ideas del nuevo gobierno surgido después de la misma. Desconozco si la Corporación se ciñó a la Ley de Memoria Histórica, o simplemente decidió cambiar de nombre a la calle.
En todo caso, ahora la calle recibe el nombre de Monte Fresneda. Este es un nombre que tiene muchos recuerdos para la gente que habitaba en el pueblo, pero sin lugar a dudas, para los que vivíamos en el Barrio de Los Millonarios, tiene un significado especial. Allí nace el río Muriago, río al que íbamos a bañarnos, increíble ¿verdad? pero cierto; allí íbamos a pescar y pescábamos todo lo que podíamos y sabíamos, pero nunca faltaban, peces, truchas, anguilas o cangrejos. Eso ya pasó a la historia, pero es cierto. ¿Quién no se acuerda de aquellas caminatas que al final acababan bebiendo agua en las corrientes del río?
Por aquella zona estaba la Cueva del Moro, a la que no todos nos atrevíamos a entrar, pero era de obligado cumplimiento, para estar a la altura de los demás. También creo recordar que estaba el “prao” de Camisón, que había que pasarlo rápidamente, para evitar encontrarnos con dicho señor.
El monte de Fresneda, era un lugar fundamental para el sostenimiento de las familias del barrio. Era habitual cada cierto tiempo, que caravanas de mujeres del barrio se trasladasen al monte cuando había “cortas” para recoger leñas para el invierno. Aquellas mujeres, también hombres y niños, limpiaban las ramas de los troncos abandonados y después bajaban en fila india con los “coloños” de leña sobre el hombro o la cabeza; ya llegaría el momento de cortarlos en tacos para la lumbre. No había gas y el carbón había que pagarlo.
Y qué decir, de las salidas al monte, en los meses de septiembre u octubre para la recogida de castañas que había por el monte de Fresneda. Todos participaban en la recolección, con su pequeño saco y las “mordazas” de madera para abrir los erizos. Una buena tarde, saco lleno y regreso a casa para comerlas crudas, asadas o cocidas, dependía del gusto de cada uno. Buenos tiempos aquellos.
Con el paso del tiempo, el monte de Fresneda, nos dio una alegría que nadie esperábamos. Un camino que utilizaban los vecinos de Collado para trasladarse a Los Corrales, en realidad era una vía romana, que fue convirtiéndose en un lugar de atracción para los amantes de la arqueología y de los paseos por el monte. Ahora parece que hay dudas de que sea una calzada romana o simplemente un camino medieval. Da igual, cuando éramos jóvenes disfrutaban del lugar, no de quién lo hizo.
En fin, una calle con gratos recuerdos para muchos.
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