Las injusticias las entiende casi cualquiera, más difícil es entender cosas sobre, por ejemplo, el arte; se requiere sensibilidad, cultura, y un cierto ambiente (que en España, por cierto, escasea). Puede haber arte comprometido, claro, pero es un error pensar que siempre debe serlo; corremos el riesgo de arrojar a mucha gente, jóvenes en formación, a la creencia de que el arte se entiende siempre desde la política, y a la ignorancia sobre lo que es específico del arte: la inspiración, la belleza, la creatividad. "Todo es político" podemos decir, pero eso, en boca de quienes solo saben tener ojos para lo político, puede ser esterilizante; también habrá quien diga que todo es psicología, que todo es karma... Parafraseando a Letamendi digo yo ahora: quien solo sabe de política, ni de política sabe. Y, lo mismo que pasa con el arte, pasa también con el deporte, con la religión, con el amor, el erotismo, la gastronomía... No dejaría yo "la Revolución" en manos de militantes simplistas; no olvidemos que, persiguiendo coherencia, puede acabar devorando a sus hijos. La cuestión, ya lo siento, no tiene respuesta clara; lo vemos si estudiamos la vida de los grandes reformadores. Pero nada en lo que se juegue algo importante parece tener solución clara. Ejemplo: hace unos años, las mujeres maltratadas sacaron un mensaje: "Disculpen ustedes pero nos están matando", no era mal eslogan, se merecían ya ponerlas en el centro, pero con la mala suerte de que las causas graves se han multiplicado, ¿qué hacemos ahora?, ¿las apartamos por Gaza?
Adolfo Palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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