Hay homosexuales que se sienten mal siendo así, pero sólo puede ser porque en su entorno encuentran rechazo, o pena, hacia lo que "han decidido ser", o hacia lo que "les pasa". Ellos creen que de algún modo eso es "la sociedad", lo definitivo. Me recuerda a cuando alguno aducía, para que los bebés no pudieran ser adoptados por dos mujeres, que eso iba a suponer una losa de escarnio para el crío, por parte de los otros; seguirle el juego a eso (en vez de concebir y optar por la otra posibilidad, afirmarse y hacerle frente) supone contribuir a consolidar ese tipo de valores. Se puede luchar por el derecho a la autenticidad, ¿por qué no todos consideran esa opción?, porque se parte, en el fondo, de que hay algo morboso, monstruoso, en ello. Pero en esta convicción se entra ni más ni menos que por la aceptación de la opinión social: es un círculo, del que hay que salir; un homosexual en un contexto de naturalidad no va a querer ser distinto. Y a todo esto, yo sigo sin saber qué tiene que ver la definición sexual con el mensaje de Cristo. Claro que ciertos colectivos gays también han contribuido, con el discurso de definir lo suyo como "una opción"; mal caracterizado, ya que no es cuestión de elegir, ni recae la responsabilidad del presunto vicio en la propia voluntad.
Adolfo Palacios González, en Cartas al Director, de El Diario Montañés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario