El Tiempo en Corrales de Buelna,Los

13 noviembre 2019

SANTANDER - VALLADOLID

Estoy pensando en irme a vivir a Valladolid, cuando me jubile, que espero sea dentro de dos años. Últimamente he ido algunas veces a esa ciudad; ahora viajo más, desde que no está mi madre.
En Valladolid el clima es más seco, cosa que me gusta. Ayer hablé allí con un chino que lleva allí un restaurante y me dijo que en los últimos años Valladolid se ha vuelto un poco más húmedo, cosa que le gusta, porque antes era demasiado seco para su salud. Por otra parte, yo no echo en falta el mar. Tal vez por haberme criado en Corrales, me gustan los sitios de interior, preferiblemente sitios planos, amplios, en los que puedas andar bien en bicicleta, y "respirar" desahogado sin temer encontrarte con alguna cuesta terrible -sobre todo ahora que me voy haciendo mayor.
Al mismo tiempo es importante para mí que sea una ciudad con todos sus servicios, no un pueblo; pero no demasiado grande. Y que tenga edificios y construcciones de piedra, al estilo del Colegio de Santa Cruz, o mismamente la catedral que posee Valladolid; los edificios de piedra labrada, sobre todo en verano, me dan mucha "compañía", no concibo una vida urbana sin ellos, como también de ellos pude disfrutar en los dos años que viví en Sevilla. Además no vale cualquier piedra, las hay de un color más cálido, más acogedor, como la que podemos observar en la academia de Caballería.
La primera vez -de esta última serie- que fui a Valladolid, le comenté a mi vecino de Santander que iba a ir, y me dijo "¡la ciudad de la cultura!"; y confieso que no sabía por qué lo decía; pero luego he visto que es una ciudad con bastante más cultura que Santander. Basta con ver las exposiciones, temporales, que están anunciadas en carteles, colgantes, por la calle Santiago. Pero también bastaría con recordar la universidad, y la vida universitaria, que tradicionalmente ha tenido esa ciudad. Por la calle he visto ayer tunos, con sus instrumentos de cuerda y cantando, que es algo que, si vives en Santander, fácilmente podrías llegar a creer que ya no existía, o incluso a despreciarlo, como sin duda hacen algunos. En Valladolid puedes ver, los fines de semana por la tarde, a gente bailando bailes de salón en el paseo del parque (y menudo parque, con distintos animales, no como en Santander, que ya no tenemos ni patos, ni jardines). También puedes ver en alguna plaza a grupos de jóvenes jugando -serían boy-scouts, supongo por la banda colorida que llevaban al cuello- a juegos organizados delante de todo el mundo, con naturalidad; no tanto roce amorfo y tanto botellón como en Santander.
Luego están, claro, los buenos museos que hay en Valladolid, yo diría que todos ellos ligados a algún aspecto de la historia o la vida actual de la ciudad (aquí seguimos tirándonos a la cabeza con el MUPAC) como el inolvidable Museo Oriental de los agustinos filipinos, o por supuesto el museo de escultura, con sus exhibiciones de virtuosismo en madera policromada, y su belén napolitano.
La gente es distinta, en Valladolid que en Santander. Creo que me gusta más la de Valladolid. Encuentro que es más natural, diría que más inteligente, o culta, y desde luego más amable o de mejor humor. Es impensable que tantos guardias urbanos y tantos viandantes, a mí que me gusta preguntar direcciones, te respondan en Santander con el estilo, la objetividad y la prolijidad con que te responden en Valladolid. Diría otra virtud de los vallisoletanos, a juzgar desde mi corta experiencia, y es por la que he dicho que son más inteligentes: los encuentro más conscientes del prójimo, con más sentido social, más capaces de imaginarse lo que esperas y lo que estas sintiendo. Llamadlo civismo, o empatía como se dice ahora. Será lo que se dijo siempre del carácter "castellano". (El caso es que tengo un pariente en Valladolid a quien no le gusta la gente de allí; claro que, de la gente de Santander no me ha dicho nada).
Tengo dos amigos que son listos y han viajado bastante, y me han comentado que en Santander la gente lleva la boca de una forma rara. Sí es cierto que encuentro a la gente en Santander más apagada y como más simple o bruta. Menos amigable y como con menos ilusión o más desengañada.
La vida nocturna, por supuesto, no tiene comparación la de Valladolid con la de Santander.
Recuerdo que, cuando yo tenía quince años, uno de los hermanos Campuzano (supongo que sería Pey) me hizo oír, en casa de Pedrito y Toñuca -vecinos de mis abuelos-, el primer disco que conocí de Walter Carlos (creo que era Walter Carlos, aunque también podría ser Rick Wakeman). Hablamos un poco de música, y a propósito de todo ello el joven Campuzano se interesó también por mi vida sentimental, que qué tal me iba con "las chavalas", recuerdo que dijo; sin duda intuyó que mi vida andaba algo coja en ese sentido, y así sigue siendo. Y al final, estando allí presente mi padre, Campuzano le dijo que era un poco de lástima que yo viviera en la provincia de Santander, que para mí iría mejor un sitio como Valladolid. Entonces no supe entenderlo ("¿pues por qué Valladolid?", pensé); tardé bastantes años. Lo mismo que tardé bastantes años, cuando me llegó el momento de ir a trabajar a Andalucía, que Sevilla era la reina, y no Granada, Córdoba, ni Cádiz. Y ahora, por fin, creo que entiendo lo de Valladolid. Me llega un poco tarde; seguramente el Santander de ahora no es, claro, el que teníamos in mente entonces, ni el Valladolid de ahora es el que teníamos entonces in mente; pero creo que ahora por fin lo entiendo. Y eso que me amigo Payno, que estudió la carrera en Valladolid, me paseó por aquella ciudad algunas veces (bueno, Valladolid ha mejorado urbanísticamente en los últimos años, todo hay que decirlo), en compañía de algunos vallisoletanos, en nuestros años mozos. De aquello hace ya treinta y tres años.
Valladolid es la capital de Castilla y León. Castilla y León se queja de que está menguando a costa de crecer Valladolid, que, como capital, se lo lleva todo. Castilla y León es la comunidad autónoma que mejor parada sale en los informes comparativos de resultados educativos. Aunque hay quien dice que es Valladolid capital quien catapulta para arriba la media de esos resultados. No está mal, de todas formas, que en un sitio la gente estudie, y que en un sitio la gente enseñe bien, y que en un sitio las familias se preocupen de que sus hijos aprueben y miren al futuro. No es lo que acostumbro a ver, en mi vida de maestro.
Valladolid, en fin, me da la impresión de acercarse a lo que yo, cuando era joven, pensaba que sería la España de 2020 para estas alturas. La mayor parte de España me ha decepcionado en ese sentido, no sé por culpa de quién exactamente, aunque tengo claro que en buena medida por culpa de los propios españoles (y no por mi culpa, eso también lo tengo claro, que yo he hecho todo lo que he podido para llevar este país a buen puerto y dar el fruto de la siembra que las generaciones anteriores, "sociedad civil" e instituciones, familia incluida, pusieron en mí). Tal vez tengo idealizada a Valladolid, tal vez haya otras ciudades -que no conozco- que se acerquen aún más a mi España soñada; tal vez, mi España soñada merezca ya no otra cosa que el "sueño de los justos", después de tanta reconversión industrial, tanta "casta " política y tanto mercado digital... Pero éste es mi estado de opinión, actual, sobre Valladolid, sobre Santander, y sobre mi propia vida. Pues como decían los románticos, "el alma está en el paisaje, y el paisaje está en el alma".
Adolfo Palacios González

2 comentarios:

Pey Campuzano dijo...

Por alusiones,

Puesto que... nací en LCdB (La Aldea); llevo residiendo en Valladolid desde 1970; se me cita en ese artículo; fui vecino de la familia Palacios, familia estupenda y muy querida por nosotros y especialmente por mí, dado que fui muy amigo del genial Jesús Palacios (de quien tanto aprendí y tan bien me lo pasé a su lado en el Servicio Eléctrico de la Aldea-NMQSA y en nuestros ratos artísticos y Musicales, ya que era el Ingeniero de Sonido de nuestro Grupo The Boys) y de su encantadora y simpática esposa, Mari Carmen (íntima amiga de mis hermanas mayores)... pues, por todo ello y algo más, me permito estos comentarios...

- Valladolid, en efecto, es una grande y estupenda Ciudad, ya que tiene todas las ventajas de las grandes ciudades del mundo, al tiempo que carece de los inconvenientes de tales grandes ciudades.

- Valladolid, Pucela para los nativos, es hermosa y un excelente lugar para vivir... y morir. Ya que aquí ha fallecido mi querido Tío Pedrito Campuzano Gutiérrez (un gran colega profesional y muy amigo de Jesús Palacios, Padre del autor del artículo) después de una muy feliz vida con su familia y amigos vallisoletanos.

- Como Corraliego, enamorado y necesitado del Río Besaya y de nuestro Mar Cantábrico, echo mucho en falta el Mar... y es lo que peor llevo de vivir en Pucela. Siempre soñé con regresar a mi puebluco y tierruca Santanderina (prefiero más llamarla así que Cantabria, dado que Cantabria es una cosa... y mi Provincia de Santander, para mí, es algo más entrañable) una vez jubilado, para pasar el dulce jubileo en mi pueblo y ciudad... Pero la vida nos marca destinos y nos somete a sus caprichos...

- A Dios gracias y a la Autovía de la Meseta, ya tengo el Mar muy cerca (Suances a poco más de un par de horas y otras playas a menos de tres horas). Así que, mi adicción al Mar la puedo satisfacer fácilmente.

- Lo que de verdad echo en falta es la vida en mi puebluco, los vecinos, mis viejos amigos de La Salle Buelna y las escapadas a Santander para disfrutar de tan linda Capital... esos paseos hasta el Sardinero desde el Paseo Pereda... Soy un viejo sentimental que añora su juventud en el Valle de Buelna, en aquéllos maravillosos años.

- Bueno, concluyendo, Valladolid del Pisuerga es una preciosa y hermosa Ciudad para vivir y morir, que recomiendo a cualquier persona... y con un clima seco Castellano muy saludable (frío en invierno y muy soleado en verano, pero siempre agradable)... Y Santander (LCdB y Cantabria) es la tierra que amo y que siempre está en mi corazón. Por ello, estoy orgulloso y feliz tanto en la Tierruca, como a la orilla del Pisuerga ... o en la Galicia de mis Nietos y familia.

Nota curiosa: El autor de ese artículo, notable organista y pianista, hace años me manifestó su gran deseo de tocar con el maravilloso "Órgano Allen" de la Catedral de Valladolid... a lo cual respondí que yo podría tratar de materializar ese sueño, pues se lo debía, por mi afecto y agradecimiento, a su Padre ... Y eso hice: personalmente me impliqué y logré la autorización del Dean, de la Catedral, para que Adolfo Palacios pudiera, en sesión especial y privada, tocar en tan maravilloso y especial Órgano (instrumento musical de inmenso valor artístico y cultural de Valladolid). Realizadas la gestiones se lo comuniqué a él, e invitándole a mi casa para facilitarle su visita a Valladolid... y lo que sigue, que lo relate el propio Adolfo Palacios.

¡ Saludos cordiales !

Palacios dijo...

No puedo menos que completar lo que Pey ha dejado al final como "nota curiosa", en agradecimiento a su opinión sobre Valladolid, que por nada estaba obligado y a mí me ha venido bien. Tiene derecho a esperarlo, puesto que se sintió frustrado con mi proceder y actitud en aquella ocasión, y con su inteligencia ha sabido hacer las dos cosas: satisfacer mi deseo de que respondiese a mi escrito (a pesar de citarle sin permiso), y mencionar el incidente, que fue el siguiente:
En conversación telefónica, después de años de no vernos, y puestos en contacto por su hermano, le mencioné (al hablar de no recuerdo qué asunto, otro asunto) que yo estaba deseoso de conocer de cerca el nuevo órgano de la catedral. Yo sabía en el fondo que por entonces no iba a ir a Valladolid, ni a verlo ni a tocarlo, pero al mismo tiempo quería tomar algún contacto con el deán, para que fuera sabiendo de mí, por si algún día se daba la ocasión. Se lo manifesté a Campuzano, realmente no recuerdo con qué grado de realismo en cuanto a la posibilidad de hacer yo aquella excursión, y él se tomó la molestia de ir a la catedral y facilitarme la gestión. Después, para completarla, Pey me dijo que yo, si efectivamente no iba, debía al menos hablar con el deán (mediante el número de teléfono que él me facilitaba), o si no él quedaría mal ante el deán. No me sentí en aquella obligación, y le dije a Pey que se había tomado en exceso en serio la "misión", y que yo no pensaba hablar con el citado hombre. No sé si Campuzano quedó mal con el deán, diríamos como un informal o un impresentable, pero es seguro que yo sí quedé mal con Campuzano. Así es como recuerdo el asunto, pido disculpas públicamente si hice algo mal (que no lo sé, sinceramente) y pongo de relieve la ecuanimidad y caballerosidad con que Pey me reprochó mi actuación, a pesar de que, esto sí lo sé, mi manera de tratarle fue poco directa y ambivalente. No soy, dicho sea de paso y a pesar de lo que él diga, ningún notable organista ni pianista...