Una vez delimitado el espacio donde se iba crear el nuevo barrio del pueblo, nos centraremos, en las casas que lo componen. El barrio estaba formado por 76, casas agrupadas en tres tipos de bloques. Aunque también es cierto, que debido a su tamaño, incluida la vivienda y la huerta, hubo cinco modelos diferentes, como se deduce de la cuota de dinero que tienen que pagar mensualmente, para hacer frente al coste total de la propiedad.
En todo caso, si nos atenemos al tipo de bloque y el número de viviendas que existe en cada uno de ellos, nos encontraremos con tres tipos: bloques de dos casas, bloques de ocho casas y, el más abundante, los bloques de cuatro viviendas.
Bloques de dos viviendas. Son en total seis bloques distribuidos entre los dos bloques que se encuentran a la entrada del barrio, y otros cuatro, que se situaban en la zona Oeste del barrio, en el espacio situado entre el río Muriago y la cambera Gallegos.
Estos bloques de dos viviendas, tienen elementos comunes dado que son los que más metros cuadrados tienen, y van a ser destinados a familias más numerosas. Pero también, hay diferencia entre ellas. Así los dos bloques situados a la entrada del barrio, tienen la puerta de acceso al interior de la vivienda en la fachada orientada al Este; en cambio las situadas entre el río y la cambera, la puerta está orientada en unas al Sur y en otras al Norte. Igualmente, todos estos bloques solo tienen una altura con su correspondiente desván, cosa que no sucede en los demás bloques. En definitiva, nos encontramos con seis bloques y 12 viviendas en conjunto, habitadas todas ellas por familias numerosas.
Los dos primeros bloques, son los que van a llevar los cuatro primeros números del barrio, que servirán de indicativo para referencias municipales o de correos. Así la número 1 corresponderá a la vivienda situada más al Norte, habitada por Francisco y familia; la número 2, es donde vivirá Julián y su familia. Este primer bloque y el siguiente están separados por la carretera que, desde la entrada al barrio en línea recta, nos lleva a las “escalerillas”, que una vez subidas nos conducen a la cambera. El segundo bloque, está integrado por la casa número 3 donde residen Victoriano Cobo y familia, y por último la casa número 4, vivienda de Maximino y familia, más orientada al Sur.
Antes de pasar a describir cómo eran estas casas por dentro y por fuera, sólo indicar que la casa nº 1 y nº 2, tenían un acceso directo a la calle principal que iba de Sur a Norte. Francisco tenía salida a la calle principal, a través de un camino de tierra al lado de la alambrada que separaba su huerta de la de Julián; este camino, con el tiempo, fue realizado con cemento lo que le hacía más cómodo y seguro. También es cierto, que Francisco tenía una salida a la calle 2, a través de la finca de Julián, para lo que se había construido una portilla de madera. Pero esto fue gracias a un acuerdo entre ambos. Lo mismo sucedía, entre las casas de Cobo y Vicario. En teoría, Cobo solo tenía salida a la calle 2 y Vicario a la calle 1, pero también habían llegado al acuerdo de colocar una portilla que les permitiera pasar a la otra calle sin tener que dar la vuelta. Con el paso del tiempo, y el cambio de vecinos, este paso desapareció.
Estos dos grupos de casas, al igual que el resto de las viviendas, independientemente del tipo de bloque que formaban, tenían en su alrededor, una acera de un metro de ancho, cubierto por unas pequeñas losetas de forma cuadrada de 20 cm. de lado. Bien colocadas, creaban un cuadrado con pequeños grabados que permitían circular el agua cuando llovía. En muchas de las casas actualmente han desaparecido, siendo sustituidas por otro tipo de suel
o.
Lo primero que se veía una vez se entraba en el barrio, eran estos dos primeros grupos de dos casas de una sola planta. En su momento, las fachadas eran totalmente diferentes a lo que vemos ahora. Veíamos una fachada principal, dividida por la mitad por una pared, que era el lugar en el que se establece la separación de las dos casas. A partir de esta pared, nos encontrábamos con un balcón tanto a la derecha como a la izquierda. La de la derecha pertenecía a Francisco y la situada a la izquierda, a Julián. Me centraré en la casa de Julián y Cesárea, la que por cuestiones familiares, es la que mejor conocí. Para entrar en la casa teníamos que subir una escalera de tres peldaños de cemento; a ambos lados de la escalera nos encontrábamos con dos columnas cuadradas de cemento, que llegan hasta el tejado, actuando de soporte. Allí había un balcón. A la derecha, había una ventana en la pared, que pertenecía a una de las habitaciones de la casa. Si nos desplazábamos a la izquierda, teníamos una nueva ventana y, pegada a ella, la puerta de entrada a la casa. Ambas, daban al salón y al comedor. Por último, se encontraba una nueva ventana que daba luz y ventilación a uno de los dormitorios. El balcón estaba divido en dos zonas, una que iba hasta la pared que separaba las dos casas, y la otra que llegaba hasta un poco más allá de la puerta de entrada. Ambos tramos del balcón, estaban formados por dos barandillas compuestas por dos tablas de madera de unos de 20 cm. de ancho y 2 cm. de grueso. Había una tercera pieza de madera, el pasamanos, más trabajado y grueso que permitía apoyarse con comodidad. Era habitual, que los dueños de la casa se sentaran en el balcón cuando el tiempo lo permitía.
Si continuamos por la acera de la casa hasta llegar a la fachada Sur, nos encontramos hacía la parte final, una nueva ventana perteneciente a uno de los cuartos. Al girar hacia el Norte, tenemos tres nuevas ventanas que correspondían al baño, a la cocina y a otra habitación. Todas las ventanas son del mismo tamaño.
Al adentrarse en el interior de la casa, lo primero de que se encontraba, era el salón comedor; a su izquierda estaban dos puertas que daban a dos habitaciones, al frente el puerta del baño; un poco más a la derecha la entrada a la cocina, que no tenía puerta, pues salón comedor y cocina no estaban separados. A la derecha del salón comedor, había otras dos puertas que daban entrada a las correspondientes habitaciones.
En la vivienda de Francisco, la distribución de los espacios del interior y de las ventanas y puertas era exactamente igual, pero situadas de forma contraria. Y con respecto a las otras dos viviendas, la casa nº 4, la de Vicario tenía la misma distribución que la de Julia y la casa nº 3, la de Cobo es igual que la de Francisco.
En definitiva, cada casa tenía un salón comedor y cocina en el mismo espacio, cuatro habitaciones y un baño. Por otro lado, en el interior, había cuatro puertas de acceso a los dormitorios y otra al baño. Por exterior, las casas tienen siete ventanas con sus correspondientes contraventanas y una puerta de entrada. Y todo ello de madera, lo que nos da una idea de las cantidad de este material que se utilizó en estas cuatro casas. Y la pintura que tenían que utilizar cada uno de los vecinos, cada vez que tenían que proceder a reparar las grietas que se producían por el agua, por el sol, o por el frío. Esto hagámoslo extensivo a todo el barrio.
Las cuatro casas, tenían sus correspondientes huertas para el cultivo y los gallineros, que constaban del espacio acotado por una tela de alambre, y el gallinero donde se refugiaban las gallinas por las noches y donde se ubicaban los ponederos. La extensión de las huertas y la de los gallineros eran diferentes en cada una de las cuatro casas. Parece que el terreno para el cultivo más extenso, era el de Francisco y su gallinero estaba situado al Norte, pegado a la finca de la casa nº 22 de Jesús y Teresa. La huerta de la casa nº 4, de Vicario, era posiblemente la más pequeña y el gallinero estaba situado al Sur de la fachada y de la calle primera, pegando por el Oeste al gallinero de Horacio. Julián y Cobo, no utilizaron el huerto como zona de cultivo, sino que lo convirtieron en bolera, un lugar atractivo para para pasar la tarde y tomar el vino en los bares que ambos pusieron al servicio de los vecinos.
Si continuamos hacia el Oeste, una vez pasado el río Muriago, nos encontramos con otros 4 cuatro bloques con un total de 8 casas, aquellas que aparecen nominadas por la nº 69, ocupada por Pilar “La Viuda” hasta la nº 76, en la que residían Francisco y Socorro y que presentan varias diferencias con respecto al resto de las casas. Así, estaban al otro lado del rio Muriago, y por tanto, su principal acceso va a ser a través de puentes, realizados con vigas de madera, que en muchas ocasiones, como consecuencia del desbordamiento de dicho rio, eran destruidos, provocando el aislamiento vecinos de estas casas, siendo la única forma de llegar al pueblo a través de la cambera que iba a desembocar en la carretera de Lobado y Collado en las cercanías del garaje Maquea. En todo caso, durante mucho tiempo, los vecinos que vivían en esta zona, el acceso a sus casas era a través de la cambera. Al llegar final de la fila 2, había un puente de cemento, que daba acceso a las casas de la familia Sañudo, situada a la izquierda, y la familia de Aguayo, a la derecha. Una vez pasado el puente de cemento y a unos metros nos encontrábamos “las escalerillas”, cuyo número de escalones desconozco en estos momentos y que permitían el subir a la cambera. Era el lugar por donde todos accedimos a la cambera para jugar, para charlar y si era posible, fumar nuestros primeros cigarrillos. Nadie nos veía. También era lugar de por dónde adentrarnos por el monte de Fresneda en dirección a Lobado, en busca de leña para la casa o de castañas o moras y no nos olvidemos de los nidos.
Uno de los elementos que los diferenciaba de los dos bloques descritos al principio, radicaba en que la balconada, así como la puerta de acceso a la casa, no se situaba en la parte central sino en la lateral, mirando en dirección norte o sur. Así, de las ocho viviendas que había en esta zona, todas las que llevaban números impares, su balconada y puerta estaban orientadas al Sur; en cambio, los números pares estaban situadas al Norte.
Pero entre estas viviendas había una diferencia muy marcada. Si a las casas ocupadas por la familia Sañudo y la familia Aguayo, se accedía a ellas, una vez se llegaba a la mitad de las “escalerillas” desviándose a la izquierda o a la derecha respectivamente. Lo cual, no sucedía con el resto de las casas de esta zona. Así, para acceder a la casa de Pilar “La Viuda”, se tenía que subir a las escalerillas hasta la cambera y después dirigirse a la izquierda, hasta llegar a unas escaleras que le permitían llegar al balcón de la casa. Aquellos que vivían a la derecha de la familia Aguayo, giraban a la derecha y a través de la cambera llegaban hasta su casa. Por tanto, todos ellos tenían que subir las “escalerillas” y después desplazarse por la cambera hasta sus casas.
Se trató de buscar una solución a este problema, bien mediante acuerdos entre los vecinos, bien con la construcción de nuevos pasos. Entre los acuerdos, nos encontramos el llevado a cabo por Sañudo y su vecina Pilar, a la que se permite acceder a su casa a través de la acera de la finca de Sañudo, sin tener que subir a la cambera. No parece que se llegó a un acuerdo entre Aguayo e Higinio. La solución, posiblemente la más acertada, fue la de construir puentes que permitieran la entrada a las casas de aquellas familias que solo tenían acceso por la cambera. Los puentes construidos fueron tres, y coincidían con las tres calles finales del barrio. Eran puentes de madera, travesaños de las vías del tren, construidos por los propios vecinos, no equiparables al que permitía el acceso a las “escalerillas”, pero si es cierto que facilitó a los vecinos de la zona tener más contacto con el resto. Esos puentes estaban sobre el río Muriago, pequeño, sin mucho cauce y poca agua, pero que en invierno generaba graves destrozos en el barrio y con frecuencia había que repararlos. Pero fue una buena solución para todos.
Estos cuatro grupos de dos viviendas, presentaban una construcción diferente a la que nos encontrábamos al inicio del barrio. Como hemos indicado, la zona de acceso se situaba en la zona Norte y Sur, según la casa. Así, si nos fijamos en la casa de Sañudo teníamos que pasar el único puente de cemento existente en el barrio. Había que caminar unos metros hasta llegar al inicio de las escalerillas, llegando a un descansillo de varios metros, y girando hacia la izquierda nos encontramos con la entrada a la finca de Sañudo. Las escalerillas continuaban ascendiendo hasta llegar a la cambera.
Volviendo a la zona de descanso de las escalerillas, estaba el camino que nos llevaba a la vivienda. Subíamos tres escalones y nos situamos en el balcón, que se prolongaba a lo largo de toda la fachada y abierto también por los laterales, cosa que tampoco sucedía en anteriores viviendas. Esta era una de las diferencias que existían con las casas de la entrada del barrio. Allí, el balcón abarcaba sólo una parte de la fachada. Aquí en cambio, ocupaba toda la fachada. En el balcón había tres columnas de madera, situadas en los dos extremos y en el centro del mismo. Las tres soportaban una viga de madera en posición horizontal. De los extremos de esta viga, saldrían otras dos, que serían la base de la forma angular del tejado del edificio.
En el balcón o portal, en la mitad del mismo estaba la puerta de la vivienda. En esta zona, mirando al norte había una ventana, y la puerta. Al adentrarnos en la casa nos encontramos con una sala-comedor junto con la cocina. En esta última estaba el fregadero, la cocina propiamente dicha y el fogón. En la cocina había una la ventana que daba al Oeste.
Saliendo al salón-comedor, se encontraba a la izquierda un pasillo que, a mano derecha, nos llevaba en primer lugar al baño con su correspondiente ventana. Continuando por el pasillo nos encontramos con una de las habitaciones y su ventana. Las tres ventanas daban al Oeste.
Llagamos al final del pasillo y al girar a la derecha, había una nueva habitación. Esta presenta una diferencia con las casas situadas al principio del barrio, pues tiene un pequeño balcón, con su correspondiente puerta de salida. Continuando por el pasillo tenemos otra habitación con su ventana. Y una vez de vuelta en la sala-comedor, a la derecha tenemos una nueva habitación con su ventana. Tanto las dos ventanas de esta zona, así como el balcón, están en dirección al Este.
Toda la vivienda, tiene una huerta que la rodea. La zona más ancha se sitúa al lado del Muriago; la otra al lado del balcón o portal principal, está delimitada el puente y el camino que conduce a las escalerillas. Por la zona que daba a la cocina, baño y habitación había una acera, como las que existían a lo largo de todos los edificios del barrio. Entre esta acera y la pared de la cambera había otra zona de huerta. En ésta, pegando a la huerta de Pilar, hubo un pequeña “chonera” donde se criaba un cerdo, y que aportaba carne después de la matanza. No podemos olvidarnos del gallinero, que está situado en la parte pegada al río Muriago y a la finca de Pilar.
El resto de las viviendas de estos cuatro bloques eran iguales.
Bloques de ocho viviendas. Según entrabamos antiguamente al barrio, y continuando por la carretera de la izquierda, la conocida por todos los que vivíamos allí, como la 1ª fila y una vez pasada la casa nº 4, ocupada por Marcelina y su familia, nos encontramos con dos bloques, cada uno de los cuales albergaba 8 viviendas. Esta singularidad de los edificios, hacía que entre los vecinos los denominasen con el nombre de “El Cuartelón”, aunque he decir que yo no conocía ese nombre. Siempre se aprende una cosa nueva.
Estos edificios, estaban situados, en lo que nosotros conocíamos como la primera fila, que a la izquierda estaba la pared de piedra que separaba al barrio de los prados situados en la zona sur y que se prolongaba hasta la zona del río Muriago. Al lado de la pared, nos encontrábamos con la cuneta, que iba a tener su importancia en nuestros juegos de infancia. A mano derecha se hallaba la vivienda y la huerta de la familia Vicario. Todos los prados situados al Sur del barrio, han desaparecido, actualmente solo existen bloques de edificios.
Lo primero que debemos indicar, es que ambos edificios presentan básicamente tres diferencias con el resto de las otras viviendas. Así, la fundamental es el número de vecinos y la forma de acceso a dichas viviendas, por otro lado, la situación de las huertas y gallineros y, por último, la existencia en la parte Sur de las viviendas de un espacio de terreno, diferenciado de la carretera, que no era cultivado, que no había zona de jardín y que, en algún momento, uno de los vecinos procedió a su cierre para uso particular y que hoy todavía se conserva.
Cada uno de estos dos edificios, presenta las mismas características. Los dos tienen 8 viviendas. Por otro lado, en cada uno de los extremos, existen dos viviendas que tienen las mismas características que las que observamos en los bloques de cuatro viviendas, que son las más habituales en el barrio. Es decir, a las viviendas situadas en la parte superior, en dirección Este y Oeste, se asciende a través de una escalera de madera. Esta escalera, arranca de manera frontal a la pared con escalones, llegando después a un pequeño descansillo, y a partir de aquí la escalera continuaba pagada a la pared. Después de unos escalones, se llega al balcón, desde el que mirando al Sur se ve al río Muriago y los prados con sus cierres de pared de piedra o con las típicas alambradas que impiden el paso de los animales de unas fincas a otras. Las dos viviendas situadas en la parte de abajo, son iguales a las que se construyen en los edificios de 4 viviendas. Se accede a ellas a través de un pórtico de piedra con su correspondiente tejavana. Hay un escalón que facilita el acceso a donde se sitúa la puerta de entrada la cocina comedor.
Por lo que se refiere a las otras cuatro viviendas, que hay en estos dos edificios, la solución para su acceso es diferente. En principio, señalar que estas cuatro viviendas, tienen igualmente un pórtico de entrada, con una puerta por la que aceden los cuatro propietarios, a un ancho pasillo y que, a mitad del mismo, hay una puerta por la que se entra en cada una de las viviendas inferiores. Un poco más adelante, a la derecha, nos encontramos con una escalera de madera que nos lleva a un pequeño descansillo, en el que la escalera gira hacia arriba, y tras otros pocos escalones nos lleva a un pasillo a cuya derecha, se encuentra la puerta de uno de los pisos superiores. Al girar a la izquierda, y tras unos breves pasos tenemos la puerta de acceso a la siguiente vivienda.
Si nos centramos en la distribución del espacio en el interior de las viviendas vemos lo siguiente. A mano derecha, según entramos en el edificio, está la puerta de acceso a la vivienda. En el interior, a mano izquierda el servicio, con su correspondiente baño, plato de ducha y lavabo y la ventana situada al Norte del edificio. A continuación, estaba la cocina, con su fogón, fregadero y la cocina de carbón y leña y una nueva ventana. Y, por último, nos encontrábamos con una habitación con su puerta y su ventana, que como las anteriores daba hacia el Norte.
En la fachada Norte, la que da a las huertas, tienen dos filas de 10 ventanas cada una. Entre estas dos filas en la zona del intermedio del edificio una ventana que no sigue la línea de las anteriores, y que viene a coincidir con el rellano de la escalera, que existe en el interior de ambos edificios, y se utilizaba para subir a las dos viviendas superiores. Fijándose en la fila superior de ventanas, todas ellas corresponden a las cuatro viviendas situadas en parte superior. Así, las dos primeras y las dos últimas ventanas, corresponden a las dos viviendas a las que se accede por la escalera y que tienen balcón. Las seis ventanas restantes, corresponden, tres para cada una, a las dos casas situada en la parte superior y a las que se llegaba por la puerta central situada en la zona Sur del edificio.
En la parte de abajo del edificio, hay otras 10 ventanas, distribuidas de la misma forma y número que en las viviendas superiores. Así todo, hay una diferencia, entre las ventanas de arriba y las de abajo. Las ventanas de las viviendas inferiores, tienen en la parte superior un vuelo de protección de cemento, cuya función era la de proteger de la caída del agua para que no entrase en las habitaciones.
En la zona del Este y Oeste de ambos edificios, se encuentran las escaleras para subir a los pisos superiores, dos ventanas, una en las viviendas de arriba y otra en las de abajo. Ambas ventanas correspondían a una de las habitaciones de las viviendas. Igualmente, había otras dos ventanas, que correspondían al baño de cada una de las viviendas. En la vivienda superior la ventana del baño estaba situada una vez, al inicio del balcón una vez subidas las escaleras. En la vivienda inferior estaba situada debajo de las escaleras.
Ambos edificios presentan otras particularidades con respecto al resto de las viviendas. Así por ejemplo, los dos edificios tienen en la parte delantera un terreno no cultivado, no es la huerta, creo recordar que no tuvo ninguna utilidad para los vecinos, el ser utilizado como zona de juego y de charla de niños y vecinos. Lo que no impidió, que en ocasiones alguno procedió a su cierre convirtiéndolo en un bonito jardín; jardín que se mantiene hoy día.
Por otro lado, estos dos edificios, tenían su huerta en la zona norte. Dado que los vecinos tienen su salida por la zona Sur, era necesario crear un espacio para acceder a las huertas. Esto explica que la separación de ambos edificios sea bastante importante. Para facilitar el acceso de los vecinos a sus huertas, alrededor del edificio se creó una acera con pequeñas baldosas con dibujos geométricos, de los que ya hemos hablado. Estas casas no tenían acceso directo a las huertas. Pero éstas eran continuamente visitadas por sus dueños, pues siempre había cosas que hace en ellas: eliminar las malas hierbas, cavarlas, recoger las distintas cosechas y, por supuesto había que dar de comer a los animales. No podemos olvidar que en aquellos tiempos todas las huertas tenían su gallinero, con sus correspondientes gallinas y conejos. Y eso implicaba recoger los huevos, limpiar las conejeras, y llevar comida a los animales.
Las huertas de dichos edificios tenían, forma rectangular, que iba desde la pared norte de los dos bloques hasta la calle de la segunda fila. Salvo en la casa nº 5 ocupada por Horacio, cuya finca se situaba a mano izquierda según se salía de dicha casa y que continuaba pegada a la calle hasta la parte trasera de la casa de Gumersindo. Lo mismo podemos decir de la casa nº 19, habitada por César Laguillo, cuya huerta se sitúa al Oeste al salir de casa y a pocos metros. También la casa nº 20, habitada por Andrés Fuentes, tenía la huerta a pocos metros caminando por la calle en dirección al rio Muriago, que era el límite de ésta.
Bloques de 4 viviendas. Este es el grupo más numeroso, de hecho, hablamos de 12 edificios, agrupados en filas de tres. Cada uno de ellos tiene 4 viviendas, lo que en definitiva implican 48 familias que vivieron en ellas.
Todas las viviendas situadas en la planta baja del edificio, tenían un número impar. La entrada estaba situada al Sur. Había una portilla de madera y un camino de tierra, que los vecinos resaltaban con piedras pintadas con cal. El camino llevaba hasta el pórtico, con una tejavana, en donde se encontraba la puerta y una ventana. El pórtico y la tejavana cumplían la función de sentarse a la sombra en los días de sol, y en los días de lluvia permitía protegerse del agua mientras se entraba en casa.
Las viviendas de la planta superior, tenían siempre número par. El acceso a la finca era por el Norte. Allí nos encontrábamos con una portilla y un camino idéntico al que había en la casa de abajo. Aquí ya no nos encontrábamos con un pórtico, sino una escalera de piedra con cinco escalones, situada de frente a la fachada. A ambos lados de esta zona de la escalera, había dos fosos, que llenos de tierra se convertían en zonas con geranios y claveles. Esta zona, con la construcción de nuevas escaleras, desapareció.
Todo el edificio, estaba rodeado por una pequeña acera que, como hemos visto en otros lugares, estaba cubierta de losetas grabadas con formas geométricas que facilitaban el traslado del agua de lluvia hacia la huerta.
Los 12 edificios de estas características, tenían en la fachada Norte, cuatro ventanas, una en cada vivienda de la parte superior y una en las casas de la parte de abajo. Las cuatro ventanas, están situadas en la zona central de la fachada, muy cercanas al tabique divisorio de las cuatro viviendas. Cada una de las ventanas, correspondía a una de las habitaciones, que había en las viviendas con orientación Norte. Si nos fijamos en la fachada sur, la visión en diferente. En las viviendas superiores nos encontramos, en cada una de ella, la zona del balcón, con su correspondiente tendal y tres ventanas. La primera, situada en la zona del balcón, que daba al lavadero, que había en las casas. En esta zona estaba la puerta de entrada a la vivienda. Continuación nos encontrábamos con una ventana situada en la cocina-comedor. Y por último una tercera ventana que correspondía a una de las habitaciones.
En las viviendas de abajo nos encontramos, a la derecha una ventana que daba a la zona donde estaba el lavadero. En la mitad de la fachada, hay un dintel construido con piedra, mediante dos muros laterales de una anchura de unos 25 cm. cada uno. Culminaba con un pequeño tejadillo, que protegía la puerta en los días de lluvia. Antes de entrar en el dintel había dos escalones, que en muchas ocasiones servía como zona de descanso. Subidos los escalones, a la derecha estaba la puerta de la vivienda y en la parte de la izquierda con una ventana que daba a la cocina-comedor. Más a la izquierda estaba la última de las ventanas, que correspondía a una de las habitaciones.
En las viviendas situadas al Oeste, el número de ventanas es la misma, aunque la distribución es a la inversa.
Tanto en las fachadas que daban al Este y al Oeste, nos encontramos, en la derecha de la situada al Este, dos ventanas, una por cada piso, que daban acceso a dos habitaciones. Al subir por las escaleras, y nada más llegado al inicio del balcón, tenemos una ventana que daba al cuarto de baño. Lo mismo sucedía en la planta de abajo, donde debajo de la escalera nos encontramos con la ventana del cuarto de baño. Lo mismo vemos en la fachada Oeste, aunque con una orientación de izquierda a derecha según miramos de frente.
Como decimos, esta era la división y distribución de las ventanas en los edificios de cuatro viviendas, pero hay algunos casos que no cumplen estas similitudes. Así en las viviendas nº 34, 45, 46, 57 y 58, el acceso a las mismas no se hace por las filas 4 y 5, sino por la calle que comunicaba el barrio de Sur a Norte, que pegaba a los prados de Angelín “el de Cobo” y el prado de la Condesa, bajo la explotación de “El Pasiego”. Es decir, la entrada se hacía por la zona central de las fachadas situadas el Este.
Por otro lado, en las viviendas nº 60, 62, 64, 66, es decir, las situadas en la parte superior, la entrada a las mismas se realizaba a través de un amplio camino, que con el tiempo permitiría la entrada y salida de coches de aquellas épocas, y al final del mismo, estaba el camino en dirección a las escaleras de las viviendas. Los mismo podemos decir con la vivienda nº 68, donde para llegar a las escaleras había que pasar un estrecho camino que iba pegado al río Muriago, que en aquellos momentos no estaba canalizado; imaginémonos lo que significaba para los que allí vivían, las riadas del invierno.
Esto es lo que podemos decir, a grandes rasgos, de la distribución de los edificios de nuestro barrio y las características de cada una de las casas. Vemos que es un barrio en el que la madera tuvo una importancia muy grande en su construcción. Es cierto, que nunca asistimos a ningún incendio en el barrio, pero también lo es que con el tiempo hubo de procederse a cambiar todas las partes de madera, -puertas, ventanas, escaleras, etc.- dado su frecuente deterioro. Esto, generará problemas que habrá que resolver y que producirá ciertos “conflictos”, entre los vecinos y la Constructora. Pero eso lo dejamos para más adelante.
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