Para los que tenemos unos años, hablar del Belén de Navidad, nos lleva a nuestros años de niños en los que, durante las fiestas de Navidad, en nuestras casas siempre estaba presente en una zona relevante, una recreación del nacimiento del Niño Jesús con José y María, arropados por el burro y la vaca. Todo esto, venía acompañado de figuras del Belén, con la presencia del castillo de Herodes, con los soldados romanos; también un espacio importante de ese Belén, era la presencia de los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar. Acompañando a estas figurar principales, nos encontramos escenas de la vida cotidiana, como la figura del pescador con su caña, las lavanderas lavando la ropa, los pastores con sus ovejas; y así otras muchas escenas más, dependiendo del espacio que tuviésemos para colocar las figuras.
Ahora ya prácticamente, se ha abandonado esta tradición familiar, muy pocas familias mantienen la costumbre de recrear el Belén en casa. A lo sumo, se suele mantener la colocación del Misterio y el Árbol de Navidad. Por otro lado, si nos fijamos en nuestro pueblo, en esos días, apenas vemos belenes en los escaparates, a excepción de la Peña El Tarumbo y sin olvidarnos del Belén que nos encontramos todos años en las cercanías del Puente de la Botica, de una casa, en la que, por cierto, vivieron mis abuelos Antonia y Doroteo, y que sus actuales dueños colocan un original Belén, realizado con pinzas de madera de tender la ropa.
Cuando ya es evidente el abandono de la tradición belenista, concretamente en el año de 1997, un grupo de profesores del Colegio de La Salle, se plantean la posibilidad de elaborar un proyecto de crear un Belén para disfrute de los vecinos y recuperar una tradición que se estaba perdiendo. La idea era atractiva, pero también difícil de llevar a cabo, pues se necesitaba involucrar a más gente en el proyecto.
Lo que en un primer momento parecía imposible, se fue haciendo poco a poco realidad. De hecho, un grupo de personas relacionadas por el Colegio de La Salle, ya no solo profesores, sino también alumnos, padres de alumnos y antiguos alumnos de dicho centro, se involucran en llevar a cabo dicho proyecto. El grupo va a denominarse Asociación Belenista Ancestro, ligado al Colegio La Salle.
El objetivo, era crear un Belén de un tamaño importante, que pudiera ser visitado por los vecinos del pueblo. Pero lo fundamental, era construir un Belén original, que mantuviese las escenas básicas de todos los Belenes, pero cambiaría radicalmente el paisaje, las prendas de vestir e incluso las actividades que se representaran. Así el paisaje ya se no ubicaría en la zona de Palestina, no encontraríamos ropas árabes o judías y los animales y actividades serían diferentes. En definitiva, se trataría de construir un Belén de gran tamaño, de más de 40 m2 según dicen las crónicas, de carácter montañés, con personas que viven en cabañas montañesas, con trajes típicos, con actividades como la siega, el arado, o las vacas típicas de la Montaña, y por supuesto, no podía faltar una bolera montañesa con sus bolos y bolas. En definitiva, se trataba de crear un gran Belén situado en un ambiente montañés. En ese Belén no podían faltar los miembros de la mitología popular cántabra. Ese se convirtió en el objetivo a conseguir.
El primer paso, era conseguir un lugar donde se pudiera ubicar el Belén durante varios días. El problema del local se resolvió fácilmente, dado que el colegió dejó lo que durante mucho tiempo había sido el Cine de Acción Católica, y posteriormente Salón de Actos del Colegio de “Las Monjas” y ahora del bloque A de Infantil y Primaria de La Salle.
Pero había otros problemas que resolver. En las tiendas no existían figuras de personas o animales del tamaño que se deseaba, así que no quedó más remedio que realizar esas figuras, haciéndose un esqueleto de las mismas en alambre y posteriormente su moldeado con arcilla. Se obtenían figuras de personas y de animales en distintas posiciones. Elaboradas las figuras, era necesario proceder a elaborar la distinta vestimenta típica del mundo montañés. Además, había que construir los distintos instrumentos del mundo rural de la Montaña: el dalle, el cuévano, las albarcas… E incluso la mencionada bolera.
Como vemos a grandes rasgos, era mucho el trabajo a realizar y esto se tradujo en un importante número de personas que colaboraron en todos los frentes, en función de sus conocimientos o capacidades artesanales. Unos se encargaban de la elaboración de las figuras, otros de hacer los trajes montañeses. No podemos olvidar, la intervención de los alumnos de los Ciclos Superiores de La Salle, que pusieron todos sus conocimientos para resolver los problemas técnicos de electricidad y otras cuestiones.
El trabajo de puesta en escena del Belén, prácticamente comenzaba después del Día de Difuntos y se inauguraba para los vecinos el día de la Inmaculada. Una vez inaugurado permanecía hasta el hasta el día después de Reyes. A partir de ese momento, luego se procedía a desmantelar toda la instalación, a su embalaje y almacenaje hasta el año siguiente. Este proceso duraba hasta finales de enero, dado que el salón se dedicaba a clases de gimnasia y otras actividades.
En todo caso una vez inaugurado el Belén, este permanecía abierto todos los días de la semana. Los días de diario de 6 a 8 de la tarde y los sábados, domingos y días de fiesta por la por la mañana de 12 a 2:30 y por la tarde de 6 a 8. El Belén nunca podía estar solo, dado que había que atender a los visitantes y también cuidar que no tocasen. Esto obligaba a los miembros de la Asociación a establecer unos turnos rotatorios.
El éxito de dicho Belén fue enorme. Había siempre muchas personas que acompañados por sus hijos o nietos acudían a ver aquel Belén, único que existía en la zona y además realizado manualmente por vecinos del pueblo.
Pero todo tiene un comienzo y un final. El Belén significaba mucho trabajo, mucho tiempo, de ahí que poco a poco las personas van abandonando el grupo y al final sólo quedan unas cuatro personas, que se dan cuenta que no pueden seguir poniendo el Belén. Así que, en un momento determinado, deciden dar por finalizado dicho “trabajo”. Tampoco fue fácil el abandono, pues había que buscar una salida a todas las figuras, donde dejarlas embaladas. Poco a poco, las piezas se fueron deteriorando por la polilla, los trajes muchos fueron llevados por las personas que las habían hecho, e incluso alguna fue donada a un vecino de Cieza, que también tenía la costumbre de montar el Belén por Navidad. Así todo, la mayor parte de las figuras y de las piezas se destruyeron por el paso del tiempo.
Es cierto que el Belén desapareció, pero también es cierto que ha quedado en el recuerdo de todos los que lo visitamos y fundamentalmente en todos aquellos que, con su esfuerzo y determinación, crearon uno de los Belenes más bonito de la provincia.
En definitiva, un proyecto que implicó a muchas personas, en el que todas ellas jugaron un papel importante para lograr el éxito de dicho Belén, pero sin lugar a dudas unas de las personas que más se involucró en dicho proyecto, fue el profesor Galán, que por desgracia ya nos ha abandonado.
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